El retorno de los mentores

El retorno de los mentores

Los mentores están de moda. Los textos de gestión empresarial donde se ofrecen los tópicos que gobiernan las mentes de quienes gobiernan el mundo no paran de subrayar su importancia. Proliferan los cursos y webinars donde se habla de las ventajas estratégicas del desarrollo de programas de mentoring en las empresas. Los periodistas y los historiadores los recuperan como clave hermenéutica de sus relatos sobre la perpetuación, la circulación y la decadencia de las élites. Y las plataformas exprimen industrialmente la entrañable relación arquetípica entre mentores y protegés en series de éxito como Endeavour , que nutren, de acuerdo con el espíritu del tiempo, la imaginación narrativa de los espectadores.

La bibliografía reciente sobre la mentoría suele repetir que Sócrates asumió el papel de mentor de Platón, que, luego, asumió el papel de mentor de Aristóteles, quien, a su vez, asumió el mismo papel con Alejandro Magno. Pero esta supuesta cadena áurea, que confunde figuras diversas de las relaciones interpersonales y la transmisión del conocimiento para alimentar la fantasía de que la sabiduría así transmitida permite conquistar todo tipo de imperios, es cocina para emprendedores golosos esculpida con chocolate. Y olvida que Sócrates también había formado a Crítias, el líder de los Treinta Tiranos, y al demagogo Alcibíades, el instigador de la desastrosa expedición a Sicilia, que fueron los principales responsables de la ruina de Atenas. El demos de su ciudad no pasó por alto estos detalles y, aunque se redondeara la acusación con algún otro delito, fue sobre todo por estas mentorías que lo condenó a muerte. No es por azar que las reflexiones sobre lo que puede y lo que no puede enseñarse y sobre la educación de los dirigentes se encuentran entre los grandes argumentos de los diálogos platónicos, que suelen tener a Sócrates como protagonista.

Sócrates era más partidario de moderar que de estimular la parte animal de los humanos

Sócrates y el centauro Quirón son los dos grandes mentores de la antigüedad griega. Como recuerda Maquiavelo en El príncipe , que Quirón, mitad hombre mitad caballo, llevara a su lomo a Aquiles y a otros héroes mientras los adiestraba en los secretos del poder y el liderazgo tenía un sentido. Los mitos que le otorgan este rol habrían querido indicar que los líderes también deben aprender a saber hacer como las bestias, a usar, por ejemplo, la astucia del zorro y la fuerza del león. Sócrates, que era más partidario de moderar que de estimular la parte animal de los humanos, no incluía estas materias en el programa de formación personalizada que ofrecía a la juventud dorada de Atenas que buscaba su tutela. Pero esto no evitó, como se ha visto, que algunos de sus protegidos cometieran las peores animaladas. Platón y sus primeros lectores lo sabían y los diálogos platónicos aún pueden leerse como una apología de Sócrates como mentor y como una provechosa reflexión sobre las posibilidades, las limitaciones y los problemas de la mentoría.

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