Acaba de suceder en Barcelona. Una galería de arte se ha visto obligada a cerrar una exposición a causa de una especie de censura que ya no es la de antes. Un homenaje póstumo de un dibujante a otro ha sido castigado por los herederos. El intento de homenaje de Nacho Simal (1974) al universo de Hergé (1907-1983), en el que ha estado trabajando cuatro años, no ha recibido premio ni gratitud, ni tampoco indiferencia, sino un correo electrónico, dirigido a la galería Cromo por el gabinete jurídico de una sociedad de explotación de derechos de autor, que venía a decir lo siguiente: le prohibimos mostrar y comercializar estas obras, o cierra usted o aténgase a las consecuencias. El mensaje era de una sociedad llamada Moulinsart, impulsada por Nick Rodwell (segundo marido de Fanny Remi, viuda de Hergé) con el fin de rentabilizar póstumanente la obra del dibujante belga, especialmente Las aventuras de Tintín .
Hace no tantos años, cuando se hablaba de censura se trataba casi siempre de prohibiciones institucionales por motivos políticos, ideológicos y supuestamente morales o religiosos. En el caso actual, sin embargo, se trataría de una censura de índole comercial. Amparada, eso sí, por los derechos de autor.
La galería recibió un correo de parte de Moulinsart: prohibido mostrar las obras, o cierra usted o aténgase a las consecuencias y comercializarlas
Poco antes de la inauguración, la galería ya se había visto obligada a cambiar el título de la muestra, que en principio era Syldavia , referencia al país imaginario que aparece en algunas aventuras de Tíntín. La exposición de Nacho Simal reunía dibujos concebidos como variaciones a partir de la iconografía tintiniana y especialmente la del álbum El cetro de Ottokar , dibujado por Hergé con Jacobs (este sin firma) entre 1938 y 1939.
Esta primera autocensura fue debida a que, según afirma Simal, la galería recibió un extraño burofax firmado por un señor que decía ser “el cónsul honorario de Syldavia”, un país que no existe. Este burofax fantasmagórico –detalles friquis aparte– amenazaba con emprender acciones legales por usar ese nombre, cuyos derechos sobre soportes físicos decía tener registrados. Todo este conjunto de sucesos sorprendentes parece remitir a los mejores pasajes delirantes de algunas aventuras de Tintín, y especialmente a dos personajes apocalípticos de La estrella misteriosa : el profeta cenizo, enajenado y muy ruidoso llamado Philippulus y el astrónomo Calys, fascinado ante la posibilidad del fin del mundo.
Este episodio censor sería digno de ser narrado en una historieta que se podría llamar El asunto Simalia . Ahora bien, tal ocurrencia es probable que activase otra vez al gabinete jurídico de Moulinsart, o incluso al falso cónsul syldavo. Sin embargo, cuando vi la exposición Simalia pensé que a Hergé le habrían encantado esos dibujos. Era coleccionista de arte y admiraba a Pat Andrea y a Roy Lichtenstein, con cuyas obras sintoniza Simal.
Este episodio nos recuerda que los tiempos han cambiado. En 1984 la Fundació Joan Miró presentó la exposición Tintín a Barcelona. Homenatge a Hergé . En ella participaron 68 dibujantes, con obras realizadas para la ocasión. Y las variaciones sobre temas tintinianos realizadas por Charles Burns, Swarte, Ever Meulen, Ted Benoit, Gary Panter, Pere Joan, Gallardo o Micharmut fueron celebradas por los editores de Hergé. Casterman llegó a publicar una versión francesa del catálogo.
En la historia del arte abundan las obras que establecen variaciones a partir de obras anteriores de otros artistas. Picasso no sería Picasso sin sus numerosas versiones de pinturas de otros artistas. Tal vez nos estamos equivocando en algo.