Una noche cerrada. Una oscura carretera. Un vehículo circula. De repente, una aparición. El coche se detiene. El espectro puede atacar o desvanecerse. Eso depende de la versión, porque el mito de la niña de la curva tiene muchas lecturas. Ahora, los directores Raúl Cerezo y Fernando González Gómez han llevado la suya a la gran pantalla, una visión moderna, extraterrestre y un tanto gamberra de esa leyenda que enseña por qué nunca hay que parar cuando aparece un extraño en la carretera.
La pasajera se ha estrenado en Sitges y no es casualidad, pues la idea del filme surgió cuando Cerezo, un director de cortometrajes con una larga lista de títulos a sus espaldas, iba hacia el Festival y para sacarle jugo a su viaje decidió compartir coche. "Primero se subió una anciana que parecía adorable, luego vino un hombre negro y la mujer, que era muy racista, se pasó todo el camino atancándolo", recuerda el director, quien vio en esa escena "la semilla de la transformación, una persona que parece inofensiva acaba siendo muy peligrosa".
Blasco (Ramiro Blas) solo tiene un amor, su furgoneta. Decide compartirla y recoge a una dulce y religiosa mejicana, Cecilia Suárez (la famosa Paulina de La casa de las flores). En una segunda parada suben una madre, Cristina Ávarez, y su hija adolescente, Paula Gallego, (ambas conocidas por sus participaciones en Cuéntame) y la furgoneta echa a andar. Dos paradas cambian el destino de los viajeros. En la primera, les ataca una cosa viscosa con mucha pinta de proceder de otro planeta. En la segunda, las pasajeras obligan a Blasco a recoger a una mujer herida que aparece en la carretera.
"Lo que encuentran los protagonistas de la película es una nave extraterrestre que se ha estrellado, sus moradores poseen a las mujeres y decapitan a los hombres. Hay mucha inspiración en Alien (Ridley Scott, 1979)", señala González Gómez, a quien Cerezo llamó para que se sumara al proyecto tras ver su primera película Estándar (2020).
Ya juntos iniciaron un rodaje que tuvo sus dificultades, porque la furgoneta de Blasco era a la vez protagonista y principal escenario del filme: "tras muchas discusiones, construimos una réplica del vehículo en plató como si fuera un lego, eso nos permitió meter la cámara donde queríamos y dar una sensación de amplitud", señalan los directores, que también hacen hincapié en su apuesta por "el maquillaje, que se priorizó hasta que los efectos especiales fueron imprescindibles"
Y aunque La pasajera es una película de género que tiene como principal cometido asustar a los espectadores, Cerezo y González Gómez también han cuidado a sus personajes para que "tengan humanidad, evolucionen y no sean de cartón piedra, porque eso enriquece la película".
Ahora, tras haber estrenado en Sitges La pasajera, los directores se proponen estrechar su relación laboral y ya han puesto en marcha un nuevo proyecto, Viejos, un filme que esperan poder traer al Festival en la edición del año que viene y que aborda "el conflicto de un anciano que al quedar viudo se va a vivir con su hijo y su nuera".