El padre de la hipótesis Gaia vuelve con 100 años para anunciar la llegada de los cíborgs
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James Lovelock retrata en 'Novaceno' una época dominada por superinteligencias artificiales que verán a los humanos como nosotros a las plantas
Científico disidente, inventor de instrumentos para la NASA, creador del detector de captura de electrones que llevó a descubrir el agujero de la capa de ozono y padre de la hipótesis Gaia -que postula que la vida y la Tierra forman un todo interactivo y que el planeta puede concebirse como un solo organismo, un complejo sistema autoregulado que ayuda a mantener y perpetuar las condiciones para la vida-, James Lovelock tiene ya 102 años. Forma parte de la estirpe e pensadores que, como el francés Edgar Morin, autor de la teoría del pensamiento complejo, han llegado a centenarios y siguen ofreciendo su pensamiento a las nuevas generaciones.
Lovelock pertenece a la estirpe de pensadores centenarios que como Edgar Morin aún piensan nuestro futuro
Si Morin ha publicado recientemente Cambiemos de vía (Paidós) en el que busca dar sentido a la pandemia que ha puesto patas arriba al mundo y señala que le preocupan las posibles oleadas de barbarie venideras, el inglés James Lovelock, nacido en 1919, el año en el que acababa la Primera Guerra Mundial, regresa ahora a las librerías con Novaceno (Paidós), un libro escrito junto al periodista Bryan Appleyard en el que sigue expandiendo su hipótesis Gaia para la época de la superinteligencia artificial que cree que se nos avecina. Y que ni mucho menos teme.
El científico reclama haber inventado el microondas para descongelar ratones más humanamente en sus experimentos
La candidatura del multipremiado Lovelock a la Royal Society, de la que es miembro desde 1974, citaba sus trabajos sobre la transmisión de enfermedades respiratorias, la esterilización del aire, la coagulación de la sangre, la congelación de células vivas, la inseminación artificial o la cromatografía de gases. Y apenas se mencionaba brevemente entonces la disciplina que le haría famoso, la ciencia climática y sus trabajos sobre la posibilidad de vida extraterrestre.
A los que se pueden añadir los numerosos dispositivos secretos que creó mientras trabajaba para el servicio de inteligencia e incluso su afirmación de haber inventado el microondas durante sus experimentos de criónica para calentar más humanamente ratones congelados.
Lovelock cree que tras tres siglos estamos a punto de dejar atrás el antropoceno, la época en la que fuimos capaces de cambiar el clima
Defensor de la energía nuclear frente a los combustibles fósiles que llevan a la emergencia climática, ahora Lovelock vaticina en su nuevo libro que después de tres siglos vamos a dejar atrás el antropoceno, esa época marcada por la revolución industrial en la que los humanos se hicieron capaces de alterar el clima, la geología y los ecosistemas de todo el planeta. Y vamos a entrar en una nueva época geológica que llama novaceno y que quizá haya comenzado ya.
Una época en la que nuestra tecnología llega a escapar de nuestro control, generando inteligencias mucho mayores que la nuestra, pero que no supone la violenta toma del poder por las máquinas como en tantas películas de ciencia-ficción, sino que en ella los humanos y las máquinas se aliarán para sostener a Gaia, la Tierra, como planeta viviente.
Lovelock ataca las fantasías de Elon Musk de una vida en Marte
Lovelock cree que sólo la Tierra ha sido capaz de incubar una criatura, los humanos, capaz de conocer el cosmos, pero ve hoy la existencia de esa criatura en peligro. Y asegura que pese a las fabulaciones de Elon Musk la vida en Marte es una tortura de radiaciones cósmicas y ultravioletas y aire irrespirable. "Musk ha dicho que le gustaría morir en Marte, aunque no a consecuencia de un impacto. Las condiciones marcianas sugieren que la muerte por un impacto podría ser preferible", escribe.
Y dice que planear esas aventuras ignorando el verdadero estado de la Tierra le parece perverso. Tras recordar que la temperatura efectiva de la Tierra es más alta que la de Venus pese a estar un 30% más lejos del Sol y que nuestro planeta tiende a modificar su entorno y su clima de un modo que favorece la vida en él, señala que el ambiente actual de la Tierra no es mera casualidad geológica sino que es la vida la que ha controlado el calor del Sol, desde que comenzó ha trabajado para modificar su entorno y si se acabara con la vida en la Tierra, ésta sería imposible de habitar.
El concepto de Gaia -cuyo nombre, copiado de la Diosa griega de la Tierra, le fue sugerido en una noche de bar por el Nobel de Literatura Willian Golding, autor de El señor de las moscas- muestra, insiste, que la Tierra es un único organismo viviente y de entre todas las especies que se han beneficiado del torrente de energía del Sol sólo nosotros hemos evolucionado, destaca, hasta conseguir transmutar el torrente de fotones en bits de información que potencian la evolución, pudiendo comprender algo del universo y de nosotros mismos.
Pero nuestro reinado llega a su fin, vaticina, y surgen unos nuevos conocedores, unos cíborgs que se construirán a sí mismos a partir de los sistemas de inteligencia artificial que ya hemos creado y que serán millones de veces más inteligentes que nosotros. Cree que serán un paso más en el proceso en el que la Tierra cría a seres que conducirán al cosmos al autoentendimiento.
Los cíborgs nos necesitarán junto al resto del mundo orgánico para seguir regulando el clima, seremos una especie de fotosintetizadores
Los conocedores del futuro, pues, no serán humanos. Pero no habrá guerra con ellos: nos necesitarán a nosotros y a todo el mundo orgánico para seguir regulando el clima, mantener fría a la Tierra. Quizá nos vean, pese a ser sus progenitores, como nosotros vemos hoy a las plantas, seres encerrados en un proceso extraordinariamente lento de percepción y acción. Y de hecho para ellos desempeñaremos una función similar a la de los fotosintetizadores, los organismos que sentaron las bases para la siguiente etapa de la evolución.
Quizá los cíborgs, dice Lovelock, completen el propósito del universo
Es la nueva época del novaceno, dice, a la espera de un nombre más imaginativo, y dejará atrás la edad del fuego que ha sido el antropoceno en la que aprendimos a explotar la luz solar capturada del pasado remoto. Un novaceno en el que estos nuevos cíborgs quizá sean, dice, el comienzo de un proceso que conduzca a un universo inteligente.
"Al liberal a los cíborgs puede haber una pequeña posibilidad de que estos desarrollen la capacidad de completar el propósito del universo, cualquiera que éste sea. Tal vez el objetivo final de la vida inteligente sea la transformación del cosmos en información", concluye Lovelock.