El Liceu acoge por fin, después de un aplazamiento y añadiendo un segundo concierto para no dejar a parte del público en la calle, el anunciado proyecto de la soprano Sondra Radvanovsky y el maestro Riccardo Frizza titulado Las 3 reinas. Un compendio de escenas de la trilogía Tudor de Donizetti que saca todo el jugo a los finales apoteósicos de estas tres célebres óperas tituladas Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux.
Para Frizza, que fue quien tuvo la idea y se la encargó a la cantante canadiense –“a ti te toca hacer el resto”, le dijo-, concentrar las escenas finales en un mismo concierto es observar también cómo el compositor fue madurando a lo largo de las tres obras, y reflexionando sobre los personajes.
Todos los finales de acto de Donizetti son piezas musicales de altísimo nivel, el compositor crea una tensión y da lo mejor de sí mismo"
“Donizetti escribe páginas memorables. No es música descriptiva –asegura- pero evoca muchísimo a los personajes. Y se nota su madurez, su capacidad para transformar musicalmente lo que han vivido. La relación de Anna Bolena con Lord Percy, la de Maria con Conde de Leicester, o la de Elisabetta con el Duque de Nottingham se concentra aquí en los finales. De hecho, todos los finales de acto de Donizetti son piezas musicales de altísimo nivel, crea una tensión y da lo mejor de sí mismo”.
Radvanovsky sólo ha logrado cantar este concierto, hasta el momento, en la Ópera de Chicago, pues el Covid obligó a cancelar Berlín y alguna plaza prevista más. La actual diva del Liceu vuelve exultante al teatro barcelonés en el que ha cantado Aida, Luisa Miller, Tosca, Norma, Andrea Chénier o Poliuto, y al que acudió a inaugurar esta temporada pandémica con un recital junto al tenor Piotr Beczala.
Queríamos un vestuario que no fuera de ópera, sino vestidos en el escaparate de una diva. Y encontramos a Rubin Singer"
“Buscamos un diseñador que crease vestidos para estas tres reinas que también son personas. No vestuario de ópera, sino más bien como un escaparate para una diva, con un diseño que fuera elegante pero también un guiño a cada una de las reinas”, explica. Este no fue otro que Rubin Singer, el diseñador neoyorquino que creó la indumentaria de Beyoncé para el famoso intermedio de la Super Bowl. “Claro que el suyo era mucho más pequeño”, bromea Radvanovsky, quien por otra parte luce una mascarilla en negro purpurina del mismo diseñador.
Esos tres diseños fueron a su vez lo que inspiró a Rafael G. Villalobos la puesta en escena de este proyecto en versión concierto, y que se basa únicamente en la iluminación. El director sevillano volvió a citar a Aristóteles en la presentación a la prensa de este, su debut en el Gran Teatre.
“Pensé primero en intentar trasladar a escena el bel canto, el canto patético heredero de los efectos barrocos, que se centra en el efecto del pathos, uno de los mecanismos de persuasión para, a través de las emociones, modular el juicio del público, según Aristóteles…”.
Centrándose en la línea vocal belcantista, Villalobos utiliza del mismo modo la luz para crear una composición con las tres reinas de este ardiente retrato: la orgullosa Maria Stuarda, la pasional Anna Bolena y la poderosa Elisabetta…
Tesituras distintas
Los tres personajes son distintos: Anna Bolena es de tesitura baja, Maria Stuarda es soprano lírica, y Elisabetta tiene una coloratura dramática
“Son tres personajes muy distintos –añade Radvanovsky-, con estilos vocales diferentes, que fueron personajes reales. Y yo intento respetar a esas mujeres. Anna Bolena, la esposa de Enrique VIII es la más baja en tesitura. Maria Stuarda es soprano lírica, la que es más reina en el sentido de la realeza, y la más piadosa. Y a Elisabetta la interpretamos en un momento en que está destrozada y busca morir, con una coloratura dramática que acaba en fuegos artificiales”.
La diva compartirá escenario con la mezzo Gemma Coma-Alabert, el tenor Marc Sala, el barítono Carles Pachón y la Orquesta y Coro del Gran Teatre.
Tudor, una trama real
Reinas repudiadas, decapitadas o condenadas a la soledad
La vida cruel y caprichosa de Enrique VIII de Inglaterra ha hecho correr ríos de tinta, y es harto conocido el terrible destino de su segunda mujer Anna Bolena, a quien desposó después de anular el matrimonio con Catalina de Aragón con la excusa de que no le daba hijos varones. También a Anna Bolena la acabó repudiando tras enamorarse de Jane Saymour. La ópera de Donizetti con libreto de Felice Romani cuenta justamente el regreso del exilio del antiguo enamorado de Anna, Richard Percy, y cómo el rey le encarcela y le condena por supuesta infidelidad. Anna es la primera en ser decapitada, pero su hija le acabaría sucediendo en el trono como Isabel I.
En la segunda ópera de la trilogía Tudor, el compositor de Bérgamo cuenta cómo la reina Isabel (Elisabetta) mantiene presa a su prima Mara Estuarda, reina de Escocia, católica y bisnieta de Enrique VII de Inglaterra. No solo por la disputa de la corona sino porque el hombre que ama a María, Robert Dudle, conde de Leicester, es a su vez el hombre que desea Isabel I. Cuando la reina acepta la audiencia que el pide Maria, ésta acabará insultándola y llamándola hija bastarda, con lo que firmará también su sentencia de muerte.
Finalmente, en la tercera entrega, Roberto Devereux es el joven conde de Essex de que Isabel I está enamorada. Pero se siente traicionada por él, pues ha firmado un tratado de paz con los irlandeses. Los asesores de la reina la convencerán de declararle culpable de traición.