Los NFT son, ahora mismo, la fuerza más disruptiva que ha entrado en el mercado del arte. Y lo ha hecho como un huracán. Ni las ventas online de galerías y casas de subastas, ni la popularización de las redes sociales, ni mucho menos la proliferación de las Online Viewing Rooms de las ferias, lograron trastocar una industria que lleva casi dos siglos funcionando bajo el mismo modelo de negocio. Ha tenido que ser la interacción del arte digital con la tecnología blockchain que se usa en otros campos, como las criptomonedas, lo que ha provocado un cataclismo de tales dimensiones que ahora mismo no sabemos dónde nos va a llevar.
No se puede entender la venta de Everydays: The first 5000 days (2021) de Beeple, el alias de Mike Winkelmann, en Christie’s Nueva York por 69,3 millones de dólares, sin la comunidad de inversores que en estos últimos años han visto cómo sus posiciones ascendían a niveles astronómicos fruto del boom de las criptomonedas. Inversores de nueva generación, atrevidos, que se mueven rápido buscando subvertir desde lo digital los modelos de negocio tradicionales.
Que Christie’s entre en el juego de subastar obras de este tipo y acepte las criptomonedas supone un espaldarazo para estas transacciones
Hasta ahora las obras de Beeple, que cuenta con 1,9 millones de seguidores en Instagram, se habían vendido en Nifty Gateway –“the online crypto currentcy market place for digital art”–. Con sus particularidades, sería lo que más se asemejaría a una casa de subastas digital especializada. En muy poco tiempo devino el punto de referencia de estos artistas. En diciembre Nifty Gateway adjudicó una obra NFT de Beeple consistente en 20 imágenes por 3,5 millones, y hace unas semanas, otra, Crossroads (2020) por 6,6 millones. Todo lo cual ya apuntaba a que algo relevante se estaba armando en este mercado. Pero una de las dos grandes casas de subastas, Christie’s, ha entrado rápidamente en el juego de subastar obras de este tipo y acepta las criptomonedas como forma de pago. Lo que supone darle el espaldarazo de credibilidad definitivo que este tipo de obras y transacciones precisaba.
Los analistas del mercado del arte andamos contrariados estos días. Y no es para menos. Hablando ayer con mis colegas de Nueva York y Londres teníamos claro que los NFT han venido para quedarse y su mercado no puede más que ampliarse. Discrepábamos en cuanto al alcance y recorrido que van a tener las cotizaciones de estas obras en los próximos meses y años. De forma reiterativa se hacían alusiones al fenómeno de la tulipomanía, una de las primeras burbujas especulativas de masas de la historia. Coincidíamos en que algo parecido le podría pasar al fenómeno de los NFT cuando se llega a este tipo de cotizaciones tan desproporcionadas.
El mercado del arte tiene su lado oscuro y los movimientos especulativos nunca han jugado a favor de su credibilidad
El mercado del arte tiene su lado oscuro y los movimientos especulativos nunca han jugado a favor de su credibilidad. Los casi 70 millones de dólares que ha pagado por la obra Metakovan, el fundador del fondo exclusivo en cripto Metapurse, convierte a Beeple, un desconocido en el mercado hace menos de un año, en el tercer artista vivo más caro del mercado. Lejos quedan las cotizaciones de artistas con sólidas trayectorias sustentadas en rigurosas exposiciones en los museos de referencia y las grandes galerías. Pensemos que una pieza importante de videoarte de un maestro como Bill Viola, que figura con letras mayúsculas en la historia del arte digital, se vende hoy sobre el millón y medio de dólares. O que el maravilloso Botticelli vendido hace unas semanas en Sotheby’s alcanzó poco más que el NFT de Beeple, 91,1 millones.
Pero tampoco parece que a estos nuevos compradores, mayoritariamente millennials y en un 91% nuevos en el mercado, según la misma Christie’s, todo esto les importe especialmente. Para ellos prima la estética de los videojuegos, los cómics o las ilustraciones de cine fantástico. Por lo que respecta a este tipo de obras hay que dejar a un lado las valoraciones estéticas que tradicionalmente han sustentado este mercado. Opinaba
mi amigo Kenny Schachter, de Artnet, que su problema era que debían abrir al menos unos pocos libros de arte si querían generar un impacto histórico.
Nada parece indicar que, más allá de si se trata de una burbuja especulativa, las transacciones de NFT vayan a desaparecer
Mucho me temo que este fenómeno tiene que ver con un estado mental distinto del tradicional, con la no corporeidad del dinero y de lo artístico.. Y quedan muchas incógnitas por desvelar, como el papel de las galerías en todo este entramado o cuando estas obras sean pasto del mercado secundario. Nada parece indicar que, más allá de si se trata de una burbuja especulativa, las transacciones de NFT vayan a desaparecer. Otra cosa será el recorrido en cuanto a cotizaciones que tendrán en los próximos años. La pregunta clave es si los NFT serán la disrupción que marcará el futuro del comercio artístico en los próximos años o si se trata de una burbuja más que estallará como otras lo hicieron en el pasado, dejando un mar de desconsolados inversionistas en arte que pensaban que hacer dinero era así de fácil.