Lope de Vega estaba de vuelta de todo. Con casi 70 años ya había vivido mil y una peripecias, amoríos, destierros… mientras escribía decenas de obras. El famoso poeta y dramaturgo, sin embargo, aún tenía cosas que demostrar. Especialmente a toda esa joven generación de literatos (a los que llamaba "los pájaros nuevos"), encabezada por Calderón de la Barca.
Por eso El castigo sin venganza, culminada el 1 de agosto de 1631, fue una obra especial. “Con esta gran tragedia quería competir con jóvenes dramaturgos como Calderón y su Vida es sueño”, explica a La Vanguardia el filólogo Alejandro García-Reidy, investigador de la Universidad de Salamanca.
'El castigo sin venganza'
Con esta obra quería competir con la nueva generación de dramaturgos liderada por Calderón de la Barca
La polémica estaba servida y algún impresor avispado no quiso dejar pasar la oportunidad de hacerse de oro publicando el texto. Solo había un problema. Entre 1625 y 1634 en el Reino de Castilla no se concedieron licencias para imprimir novelas y comedias por cuestiones de moralidad.
La prohibición, aún así, no fue impedimento para sacar una copia… desde Sevilla. “Está claro que había demanda (de esta obra), un nicho de mercado. Y en Sevilla había menos control que en Madrid, sede de la corte (de Felipe IV)”, asegura García-Reidy. Esta versión “pirata” ha pasado desapercibida durante años en un fondo de ediciones del Siglo de Oro en la Biblioteca Nacional “que no estaba del todo catalogado”.
Fue Germán Vega, de la Universidad de Valladolid, quien encontró la primera pista sobre esta edición individual desconocida hasta ahora y contactó con Alejandro García-Reidy para iniciar un estudio en el que también ha participado Ramón Valdés, de la Universitat Autònoma de Barcelona.
“Muy probablemente es la primera edición (editio prínceps) de la tragedia. Incluso lleva el título de la versión inicial de la obra, Un castigo sin venganza, que luego fue modificado”, señala García-Reidy. La impresión, que se hizo a espaldas de Lope de Vega, incluso añadió por primera vez el lema "Cuando Lope Quiere...". “Eso venía a decir que cuando el dramaturgo quería, podía superar a los jóvenes y escribir mejor”, añade el filólogo de la Universidad de Salamanca.
Los especialistas, que han publicado su trabajo en la revista Anuario Lope de Vega, creen que la impresión surgiera de lo que se conoce como un “manuscrito de compañía”. Es decir, los guiones que utilizaban los intérpretes para ensayar la puesta en escena de la obra en los teatros. “Quizás algún actor se llevó una copia”, apunta Alejandro García-Reidy.
“El final de esta versión, por ejemplo, es menos impactante, pues no muestra los cadáveres de los amantes protagonistas a escena. Esto no lo recoge ninguna otra edición, ni las que hasta ahora se creían las primeras, promovidas por el propio Fénix de los ingenios, como la individual hecha en Barcelona en 1634 (para sortear la ley vigente en Castilla) y la primera en colección, en la Parte XXI de Comedias", afirma Ramón Valdés.
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Una de las hipótesis es que la copia salió de la compañía de Manuel Vallejo
Una de las hipótesis es que la copia salió de la compañía de Manuel Vallejo, poseedora legal del texto original. Entre el reparto de El castigo sin venganza figura la actriz María de Ceballos, que hacía un personaje con muy poco papel. En febrero de 1632 ya había dejado la compañía de Vallejo junto con su marido Diego de Guevara, que no participaba en esta obra y fueron contratados por otro director, Pedro de Ortegón, cuya presencia en Sevilla está documentada al menos en 1634 y 1635.
También cabe la posibilidad que el original saliera de otra compañía, la de Juan Martínez de los Ríos, que representó la obra con su primer título, Un castigo sin venganza, ante los reyes el 6 de septiembre de 1635, pocos días después de la muerte de Lope.
El negocio ilegal de impresos teatrales en Sevilla, sin datos de imprenta, o con datos falsos, fue denunciado repetidamente por los dramaturgos. Incluso el propio Lope de Vega hizo alusión a este tema en el prólogo de El castigo sin venganza que publicó en 1634. Los expertos consideran que quizás fue esta versión ilegal sevillana, posiblemente realizada en el taller del impresor Gómez de Pastrana, la que empujó al escritor a promover su propia edición de la obra.
"El catálogo legal y conocido de Gómez de Pastrana es tan escaso que se diría que insuficiente para vivir de él. Esto hace sospechar que imprimía más de lo que legalmente publicaba y reconocía con su pie de imprenta. Unos años más tarde, un inspector requisó en su imprenta paquetes de comedias impresas ilegalmente y decretó su prisión”, concluye Germán Vega.