El reto de latinoamericanizar Barcelona

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El reto de latinoamericanizar Barcelona

Este artículo toma prestado el título de una columna que escribió en este diario Jorge Carrión antes de que la pandemia hiciera saltar el mundo cultural por los aires. A propósito del primer festival de literatura latinoamericana de la librería Lata Peinada, el escritor sugería que Barcelona debía enfatizar su condición latina mientras Latinoamérica se barcelonizaba, estableciendo entre ambas “un viaje de ida y vuelta, un aprendizaje mutuo, un baile de seducción”. Aquellos días, estaban en marcha diversas iniciativas culturales que abundaban en esa mayor vinculación.

De alguna manera, parecía como si Barcelona, y de su mano Catalunya, se estuvieran tomando de una vez en serio la posibilidad de un auténtica relación bilateral, ya que su vínculo con América Latina ha estado siempre condicionado por el papel hegemónico de Madrid.

En este año en blanco poco se ha podido hacer. Lata Peinada ha logrado celebrar su festival, adaptado a las restricciones sanitarias, pero la presencia en la ciudad de los residentes procedentes de Latinoamérica se ha reducido. Muchas familias optaron por regresar a sus países de origen, ante la imposibilidad de ganarse la vida en España durante el confinamiento duro.

Pero ahora que las vacunas invitan a imaginar un futuro menos distópico a unos pocos meses vista, se empiezan a dar algunos pasos. El más significativo es el que ha dado el propio Ayuntamiento de Barcelona al iniciar las gestiones para que la ciudad esté de algún modo presente en la cumbre iberoamericana de jefes de estado y de gobierno que ha de celebrarse en Andorra.

El Ayuntamiento quiere que Barcelona tenga más papel como ciudad iberoamericana

Esta iniciativa la ha liderado el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, quien se ha reunido en Madrid con la secretaria general Iberoamericana, Rebeca Grynspan (Segib). El Ayuntamiento no solo plantea una relación más intensa a largo plazo, sino aprovechar esa cumbre para posicionar Barcelona como una gran ciudad iberoamericana. Eso podría lograrse mediante su participación en los encuentros económicos previos a la cita o convocando algún evento en el que esté vinculado el sector editorial barcelonés.

En este contexto, Collboni quiere volver a intentar la organización de una Barcelona Week en México DF, la otra gran capital editorial. La primera tentativa quedó abortada por el estallido de la pandemia.

La proyección de Barcelona en Sudamérica ha mejorado mucho desde los tiempos en que José María Aznar trató de blindar a cal y tanto la capitalidad iberoamericana de Madrid, pero aún queda mucho camino por recorrer. El Ayuntamiento se propone que, más allá de la relación editorial, se explore una mayor colaboración en el ámbito digital o de la emprendeduría.

Se suma a este anhelo de latinoamericanizar más Barcelona una Casa Amèrica Catalunya que este año cumple su aniversario número 110. En la medida en que el coronavirus lo permita, la entidad quiere aprovechar la conmemoración para relanzar una relación que es muy mejorable. Su directora, Marta Nin, defiende estos días que Barcelona tiene ahora un motivo añadido para mirar hacia los países de Latinoamérica: durante la pandemia se ha puesto de manifiesto que estos están más preparados para gestionar la incertidumbre que la Europa que ha convertido la previsibilidad y la cultura del seguro en un dogma de fe. De ahí pueden extraerse lecciones.

Una de las ventajas con que cuenta Barcelona a la hora de aspirar a tener un mayor papel como ciudad global es el alto nivel de su cuerpo consular. A su consabida calidad de vida, la capital catalana ha sumado en los últimos años el aliciente (desde el punto de vista de alguien dispuesto a hacer carrera) de ser un destino político relevante gracias al proceso independentista. Todo eso favorece que acaben recalando aquí  diplomáticos de mayor nivel del que correspondería a una ciudad que no es capital. Los cónsules latinoamericanos no son una excepción. Su elevado rango favorece la interlocución con los altos mandatarios de cada país. Debería aprovecharse más.

Volverá una cierta normalidad y Barcelona seguirá beneficiándose de la presencia en la ciudad de una comunidad de excelentes escritoras y escritores latinoamericanos, y también de su capacidad de atraer talento y de actuar como puente entre Latinoamérica y Europa (lástima que la capitalidad de la Unión por el Mediterráneo sea más virtual que efectiva). Siempre quedará, además, el legado de los autores del Boom, como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez: Casa América ofrece tres recorridos por la Barcelona del Nobel colombiano.

La ciudad no debe renunciar a jugar un mayor papel en la política iberoamericana

En este contexto, la Fundación Gabo, con sede en Cartagena, planeaba celebrar en la capital catalana un Festival Gabo de periodismo que tuvo que descartarse por la pandemia. Este proyecto debería recuperarse en el futuro.

Pero, más allá de lo cultural, la ciudad no ha de renunciar a jugar un papel en la economía y la política iberoamericanas. Sería una lástima que no se aprovechara la sintonía política entre Barcelona y el actual Gobierno de España para lograr lo que el obcecado ex líder del PP, cierto recelo respecto a una cultura que no tiene el catalán como lengua principal y una desidia muy barcelonesa han puesto cuesta arriba.

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