Los secretos del hotel Almadraba de Roses
Literatura
El escritor Xavier Febrés narra en un libro los cincuenta veranos del establecimiento de Jaume Subirós
En una ocasión uno de los clientes del hotel montó una bronca porqué en la habitación no había televisor. El propietario, de natural discreto, se permitió un educado golpe de genio. Subió a la suite, la atravesó rápido, e hizo correr las cortinas del balcón que daba a la bahía de Roses. Frente al imponente paisaje, le espetó: “Aquí tiene el televisor. ¿Y dispone de todos los canales!”.
Esta anécdota refleja muy bien tanto el talante de Jaume Subirós y lo que significa el hotel Almadraba (que no tuvo teles en las habitaciones hasta 1992). Lo cuenta el periodista y escritor Xavier Febrés en Els primers cinquanta estius de l’Almadraba Park Hotel (quasi una novel·la), publicado por Curbet Edicions para conmemorar el medio siglo de esta institución hotelera de Roses (Alt Empordà).
Anécdotas
Durante años, Josep Pla acudía al hotel para tener largas charlas con la profesora Angioletta Volante
Febrés aprovecha para acercarse a este rincón del sur del Cap de Creus y explicarnos algunas de las historias que han contribuido a mitificar la Costa Brava. El privilegiado emplazamiento del hotel le permite recordar las inolvidables puestas de sol en Roses, que antes cantaron Josep Maria de Sagarra y Josep Pla, o la armonía de proporciones de la forma elíptica de la bajía que describió el ingeniero Frederic Macau en su Teorema de l’Empordà.
Es también la oportunidad de explicar los orígenes del turismo de masas. Los primeros movimientos de tierras en 1967 para levantar el hotel, que se inauguró el 4 de mayo de 1970, coincidieron con la construcción de las primeras casas en la cercana urbanización de Empuriabrava, una marina de la que la publicidad decía: “Los multimillonarios americanos son los únicos que disfrutan de algo parecido”. Y casi al lado estaba el Club Molí Blau, una sala de fiestas que impresionaba por su piscina de saltos y una gigantesca concha que se levantaba para dejar al descubierto la orquesta que amenizaba las veladas. Estaba en unos terrenos, como los del hotel, urbanizados por José Díaz Pacheco, un promotor que llegó de Sevilla, se casó con una Rahola, sobrina de Pere Rahola, ministro de Marina de la República, y se enriqueció urbanizando terrenos vírgenes.
Idea
El hotel fue una iniciativa de Josep Mercader, pionero de la cocina catalana, que ya tenía el Motel Empordà
El hotel fue una iniciativa de Josep Mercader, pionero de la cocina catalana, que ya tenía el Motel Empordà de Figueres. Tras su prematura muerte le sucedió su yerno Josep Subirós, que lo ha convertido en un referente de la Costa Brava. Durante los años de esplendor del Bulli de Ferran Adrià fue “el dormitorio” de sus clientes. Y albergó al Nobel de Economía Robert F. Engle,a cocineros como Bocuse, Robuchon, Ducasse o Bras, a la princesa Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover o al bailarín Nuréiev.
Josep Pla fue quizás el cliente más apreciado. Y Febrés, biógrafo del escritor de Llofriu, cuenta la relación “casi de novela” que mantuvo aquí con la Angioletta Volante, profesora jubilada de Bellas Artes en Florencia. Cuando la dottoressa, llegaba pedía que lo anunciasen al escritor. Pla acudía y allí en la terraza del hotel mantenían largas conversaciones en italiano que han quedado para siempre en el secreto de sus pasiones compartidas.