Se había especulado durante tiempo sobre la disolución del grupo, motivada por rencillas, enemistad, piques o simplemente por buscar nuevas vías artísticas más allá de las lindes de la banda. Pero la rumorología para todos los gustos –abundaban también aquellos comentarios de supuestos enterados que aseguraban que todo aquello eran estrategias para recuperar un listón de ventas que con su último álbum había sufrido un leve retroceso– se paró en seco el 13 de enero de 1998.
Aquel día Manolo García y Quimi Portet anunciaron públicamente que habían decidido poner punto final a su carrera como El Último de la Fila, es decir, bajar el telón de una de las bandas no solo más populares de la escena roquera española, catalana y barcelonesa, sino un nombre referencial de la música que se cocinó en el país en los últimos tres lustros del siglo pasado… y que continúa siéndolo, sino aún más.
Manolo García y Quimi Portet anunciaron públicamente que habían decidido poner punto final a su carrera como El Último de la Fila
Se ponía con un comunicado muy “el último de la fila” punto final a una singladura que había durado discográficamente diez años (desde aquel Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana de 1985 hasta La rebelión de los hombres rana , de 1995) y que había alumbrado y enraizado un capítulo brillante y con adictiva personalidad propia de la música moderna en estas latitudes.
De hecho, no era una inesperada sorpresa porque las cosas apuntaban a que la vida de El Último de la Fila no pasaba por su mejor momento desde hacía como mínimo par de temporadas. Habían alcanzado una de sus más gloriosas cimas con la publicación en 1993 de su álbum Astronomía razonable , a la que siguió durante todo ese año una intensa y apoteósica gira. Le continuó una temporada de parón, en la que cada uno lo dedicó a menesteres artísticos propios, y en 1995 volvieron a la carga conjunta con el mencionado La rebelión de los hombres rana , que costó un poco más de entrar a nivel de ventas, aunque en su gira preceptiva volvieron a petarla.
Y a partir de allí, las cosas ya apuntaron con fuerza que tanto el de Vic como quizás también el del Poblenou querían pisar profesionalmente otras sendas. García recuperó material de Los Rápidos mientras que Portet sacaba en 1997 un segundo álbum en solitario (tras un primigenio Persones estranyes diez años antes) de elogiada talla como Hoquei sobre pedres.
Y es en este escenario cuando llega el 13 de enero de 1998, y se puede leer en un comunicado que ya no están para grabar más álbumes ni para hacer más giras como El Último de la Fila. Aquel día García declaraba que la decisión radicaba en “motivos de higiene artística provocados por el hecho de que a estas alturas cada uno tenía un punto de vista y unas perspectivas diferentes”. Y fue él, Manolo García, quien para quitar trascendencia a una decisión que para muchos sí la tenía, sentenció: “no pasa nada, que no somos los Beatles, que esto no es una mala noticia”.