El mundo poético de Loquillo y Gabriel Sopeña se adueña de Pedralbes
ESCENARIOS
Velada llena de nostalgia y sentimientos a flor de piel con ‘La vida por delante’
El Festival de Pedralbes, convertido en Fes Pedralbes con la nueva normalidad, acogió en su segundo concierto una velada en la que poesía y música fueron de la mano de Loquillo y Gabriel Sopeña. Ambos venían a presentar el espectáculo La vida por delante y salieron al escenario acompañados de una banda que incluía a Jose García a la guitarra, armónica y voz, Alfonso Alcalá al bajo, contrabajo y voz, y Laurent Castagnet a la batería.
Su objetivo era revivir el contenido de La vida por delante (1994) y Con elegancia (1998), discos de Loquillo en los que revisaron a poetas contemporáneos en clave country-rock y folk-rock y también algunas versiones de Johnny Cash, Kris Kristofferson y Jacques Brel.
Sopeña, que además de cantar se ocupó de tocar la guitarra y los teclados, fue en su día el encargado de hacer las músicas para un repertorio que incluye versos de Octavio Paz, Cesare Pavese, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Jaime Gil de Biedma, Bernardo Atxaga, Pere Quart y Joan Salvat-Papasseit, entre otros.
La compenetración entre ambos artistas se hizo evidente desde los primeros instantes del concierto
Colegas y amigos de largo recorrido, la sólida relación artística de Loquillo y Sopeña se alarga hasta el último disco del zaragozano –que además de músico es filósofo–, Sangre sierra (2017), en el que el astro barcelonés –ahora afincado en San Sebastián– pone voz a una versión en castellano de la canción Me & Bobby McGee que hizo célebre Janis Joplin.
La compenetración entre ambos se hizo evidente desde los primeros instantes, ante un auditorio al aire libre con un aforo limitado a causa de la Covid-19 a 800 localidades y que no se llenó. La reducida asistencia de un público talludo, en consonancia con la edad de los protagonistas –Loquillo está a punto de cumplir los 60 años–, permitió degustar en la distancia más corta el poder de una poesía que, tal como decía Gabriel Celaya en un verso que hizo célebre Paco Ibáñez, es un arma cargada de futuro.
Sin embargo, el concierto no se ciñó solo a los dos álbumes de poesía compartidos, tal como se pudo comprobar con la inicial Balmoral , tema que dio título al segundo álbum en solitario de Loquillo, tras la disolución de los legendarios Trogloditas. Después ya entraron en materia con Transgresiones , del uruguayo Mario Benedetti, para dar paso a Political incorrectness , del poeta Luis Alberto de Cuenca. El cuarto tema en liza fue Cuando pienso en los viejos amigos , que habla con nostalgia de seres queridos que ya se han ido.
El concierto, que empezó con un cuarto de hora de retraso tras un emotivo speech de su director, siguió con Cuando vivías en la Castellana e Inútil escrutar tan alto cielo de Manuel Vázquez Montalbán, llegando a un punto álgido con No volveré a ser joven de Jaime Gil de Biedma, que termina con esas implacables estrofas “envejecer, morir, es el único argumento de la obra”.
A la hora de enviar esta crónica estaba previsto que Gabriel Sopeña tomara el protagonismo, interpretando un tema suyo, Un acto de fe , sacado del álbum Sangre sierra . Otras canciones que estaban previstas en el repertorio daban fe de la amplitud de miras de sus preferencias; así se puede considerar como una especie de autohomenaje Cantores . Del mismo modo que es una especie de credo el título de La vida es de los que arriesgan .
No faltaron tampoco los santos y señas de Me & Bobby McGee , El hombre de negro de Johnny Cash, la Apuesta por el rock & roll de Más B irras, o un rendido homenaje a la chanson en forma de La mala reputación de Georges Brassens. Todo ello interpretado con delicados arreglos que alternaron brisa folk, rústico country, rock de autor, bellas armonías vocales, deslizante swing y canción llena de conciencia, que convirtieron la poesía y las estrofas, tal como reza el título de la canción, en algo muy elegante.