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¿Qué pintor ocultó el suicidio de su amante para salvar la muestra de su vida?

El reto

Y mañana: ¿Sabes a qué se jugaba durante la Edad de Hierro con un dado en forma de varilla?

Francis Bacon y George Dyer en el Orient Express camino de Atenas (1965), en una imagen tomada por John Deakin

© Bridgeman Images

Este martes 26 de octubre de 1971 la escalinata que asciende hasta la entrada del Grand Palais ha amanecido cubierta con la alfombra roja de las grandes ocasiones. El pintor irlandés, que pronto cumplirá 62 años, ha dejado a un hombre muerto en el baño de un hotel y se dirige a la inauguración de la que será la exposición de su vida. Su consagración como el gran artista europeo que siempre ha soñado ser. Tras la de Picasso, es la segunda retrospectiva que el museo dedica a un artista vivo, y el presidente Georges Pompidou va a ser el encargado de inaugurarla. Un multitud de invitados acude a contemplar sus pinturas: los artistas Joan Miró y André Masson , el escritor Michel Leiris .... David Hockney , su joven rival de 34 años, se ha desplazado desde Londres, y Dalí pasea por las salas con actitud condescendiente junto a una rubia en pantalones cortos.

Cartel de la exposición del Grand Palais

Entre el centenar de pinturas que cortan el aliento de los primeros visitantes, sus Tres figuras en una habitación, de 1964, uno de los muchos retratos de su amante George Dyer . A la izquierda, desnudo, como si no tuviera huesos, aparece sentado en un inodoro de espaldas al espectador. El público nada sabe aún de la tragedia privada de Bacon , que sonríe a los invitados, pero dos días antes el personal del Hôtel des Saints Pères ha encontrado el cadáver de Dyer tirado en el lavabo. Se ha suicidado con una sobredosis de drogas y alcohol.

Tres figuras en una habitación, de Francis Bacon

Musée national d’art moderne© The Estate of Francis Bacon

Francis Bacon había conocido a George Dyer en 1963. En su película El amor es el demonio , John Maybury sitúa el encuentro en el estudio del pintor, cuando Dyer, un ladrón de poca monta, se estrella a través de un tragaluz y Bacon reacciona llevándoselo a la cama. Pura leyenda.. Michael Peppiatt, amigo y biógrafo de cabecera de Bacon –bebieron juntos durante 30 años– explica que fue en un bar del Soho donde comenzó una historia tortuosa. El joven, guapo y elegante pandillero se iría transformando poco a poco en un alcohólico deprimido y pegajoso. Una musa rota.

La aventura había acabado antes de la exposición del Grand Palais. Bacon accedió a que le acompañara. Al fin y al cabo era el modelo de muchos de sus cuadros. Pero lo que debía ser su mayor triunfo se convirtió en su mayor pesadilla.

“In Memory of George Dyer,” 1971

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El pintor conspiró con sus amigos para silenciar la muerte. No quería que la inauguración se viera ensombrecida. Se le veía retraído, como en otro mundo, pero nadie sabe qué pasaba en realidad por su cabeza. Como si quisiera alimentar la pérdida o la culpa, volvió muchas veces a París, alojándose donde Dyer se había suicidado, tal vez buscando el aliento de las muchas pinturas que le dedicaría en los años posteriores.

Nueve años antes, la víspera de su retrospectiva en la Tate murió Peter Lacy, el otro gran amor de su vida

Nueve años antes, en mayo de 1962, el día de la inauguración de su otra gran retrospectiva, en la Tate Gallery de Londres, un telegrama le avisó de la muerte de Peter Lacy, el violento piloto de caza con el que mantuvo una feroz relación sadomasoquista. Era el otro gran amor de su vida.