Eike Schmidt, un huracán alemán en los Uffizi

Con él llegó la revolución

El director de la galería renuncia a dirigir el Museo Kunsthistorisches de Viena para optar a la reelección en Florencia

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La famosa fotografía del director de los Uffizi Eike Schmidt con una reproducción del cuadro robado por el nazismo y recuperado en julio.

Uffizi

Llegó como los Habsburgo-Lorena después de la extinción de los Médici, dispuesto a aportar modernidad a pesar de las críticas y rechazos por su origen no italiano. El alemán Eike Schmidt, que finaliza este octubre su mandato al frente de la Galería de los Uffizi, acaba de dar una vuelta de tuerca a su propia historia.

Este miércoles ha anunciado que se queda en Florencia, donde ha vivido cuatro años de infierno y gloria, para optar a una reelección que había descartado al aceptar hace meses la dirección del Museo Kunsthistorisches de Viena, al que debía incorporarse el 1 de noviembre.

La llegada del alemán Eike Schmidt y de otros directores extranjeros desencadenó una campaña en su contra

Muchos veían en esta decisión una escapatoria del historiador alemán para huir de todas las vicisitudes encontradas y de la política cultural del ministro Alberto Bonisoli, que llegó al gobierno italiano al mismo tiempo que Matteo Salvini. No contó, no obstante, con la caída de La Liga que arrastró también a Bonisoli y derivó en la restitución de Dario Franceschini al frente de Cultura, quien había abierto la dirección de los grandes museos, dotados de una mayor autonomía, a profesionales foráneos.

“Espero que lleve adelante la reforma iniciada”, comenta Schmidt. Y quizás por esto ha decidido dar este imprevisto golpe de timón a su propio rumbo. “Aún queda mucho por hacer en los Uffizi”, comenta.

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El director de la Galería de los Uffizi, Eike Schmidt

Schmidt sonríe al recordar los grandes logros de la dinastía imperial austríaca. “Con ellos, Florencia se convirtió en el primer estado del mundo en abolir la pena de muerte”, detalla como ejemplo. Él, el primer extranjero en dirigir el museo más importante de Italia (no cuentan los museos Vaticanos), también ha insuflado aires frescos para poner al día una institución anquilosada que ni tan siquiera contaba con una página web a su llegada, por no hablar de redes sociales.

El alemán ha desempolvado los Uffizi a golpes de determinación. Su aspecto imponente y serio habla por él, aunque no puede evitar que su fría mirada azul destelle ironía, que sin duda le ha valido para superar la animadversión que causó su nombramiento entre algunos colegas italianos.

Schmidt ha realizado una profunda reforma contra viento y marea

El origen de todo se encuentra en la reforma impulsada por el ministro Franceschini. No faltaron las denuncias por este sistema, que incluso llegaron, en vano, a los tribunales. Hasta que Bonisoli sustituyó al innovador Franceschini al frente de la cartera.

Como si de un movimiento religioso se tratara, el nuevo ministro de Cultura inició una contrarreforma para centralizar en Roma la toma de las grandes decisiones, como los presupuestos de los museos o el derecho a veto a las exposiciones. Incluso llegó a cancelar un préstamo acordado de obras de Leonardo da Vinci al Louvre para la conmemoración del 500 aniversario de su muerte, que finalmente han viajado a París con el retorno de Franceschini.

1. Se acabó la reventa de entradas

El huracanado paso de Schmidt por los Uffizi ha provocado que tambaleasen viejos fundamentos. Sólo al pisar la ciudad acabó con una de las tradiciones más lucrativas y tradicionales que tenía lugar en la mismísima plaza del museo: la reventa de entradas a precios, muchas veces, desorbitados que alcanzaban hasta 60 euros por pases que no sobrepasaban los 20.

“Instalé un punto de información y carteles bien visibles con los precios reales”, explica, lo que provocó que le llegase una multa del ayuntamiento que pagó con mucho gusto. “De cuarenta revendedores, hemos pasado a cuatro o cinco”, evalúa con el orgullo de quien sabe que ha salido vencedor de una cruenta batalla. La primera.

2. Recuperación de obras de arte robadas

Enfundado en un elegante traje con corbata, Schmidt no ha cesado de combatir a lo largo de cuatro años para actualizar la Galería de los Uffizi. La última gran guerra ganada fue hace apenas un par de meses, cuando logró recuperar de Alemania una de las muchas obras de arte que desaparecieron de la colección durante la ocupación nazi utilizando una “estrategia de persuasión moral”, como él mismo la define.

“Habían pasado 75 años y se encontraba en una colección privada, lo que resultaba muy difícil activar mecanismos legales”, explica. La fotografía de Schmidt difundida el 1 de enero sujetando una copia del cuadro con la palabra ‘robado’, surtió efecto y el 19 de julio el ‘Jarrón de flores’ de Jan Van Huysum, valorado en unos 12 millones de euros, ya estaba de vuelta a Florencia.

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Eike Schmidt con el ‘Jarrón de flores’ de Jan Van Huysum el 19 de julio, día del retorno a Florencia.

Opera Laboratori Fiorentini per le Gallerie degli Uffizi

3. Profunda remodelación expositiva

Pero más allá de estas dos campañas, muy mediatizadas, Schmidt ha llevado a cabo una remodelación profunda de la propuesta museográfica “según criterios modernos, no como si las obras se encontraran en un depósito”, detalla antes de exclamar: “La Virgen de Urbino de Tiziano y La Medusa de Caravaggio se encontraban en un pasillo, ¡Increíble!”. Ahora, en cambio, cuentan con su propia sala y “100 o 200 personas pueden verlas sin molestarse”. Lo mismo ha ocurrido con las dos grandes obras de Sandro Botticelli , La Primavera y El nacimiento de Venus, que han pasado a ocupar el espacio central de dos enormes salas dedicadas al artista renacentista.

Otros grandes como Michelangelo o Leonardo da Vinci también se han visto beneficiados por la reestructuración de las salas y la forma de exponer los cuadros, protegidos por unos vidrios que no se aprecian a simple vista y a prueba de golpes. El mismo Schmidt lanzó una bicicleta contra una de las obras maestras del museo para verificar su eficacia.

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El 'Tondo Doni' de Michelangelo

Opera Laboratori Fiorentini per le Gallerie degli Uffizi

4. Nuevas salas

Hace apenas cuatro meses que la Galería ha inaugurado catorce nuevas salas dedicadas a la pintura florentina y veneciana del Cinquecento y del siglo XVII con 105 obras, un tercio de las cuales se encontraban en los depósitos, como la Madonna del Popolo de Barocci que el gran duque Pedro Leopoldo de Lorena adquirió para su colección de arte florentina.

De hecho, la dinastía austriaca fue la que “hizo accesible al público por primera vez las obras de los Uffizi”, recuerda Schimdt, quien no ha escatimado recursos para mejorar la experiencia de los visitantes ante los cuadros.

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Retrato de Bia de' Medici de Bronzino, uno de los cuadros más significativos de las nuevas salas dedicada al Cinquecento

Gallerie degli Uffizi

5. Aumento de visitas

Todos los cambios se han visto reflejados en un incremento de público. “Las visitas no sólo han crecido en temporada alta, sino también en la baja; de lo contrario, me avergonzaría”, confiesa el director. Antes de su llegada, la afluencia al complejo de los Uffizi, que también incluye el palacio Pitti y el Jardín de Bóboli, era de poco más de 3 millones de personas.

El año pasado, la cifra ya sobrepasó los 4 millones y el ritmo sigue in crescendo con un incremento en lo que va de año de un 5,3%.

6. Objetivo: Eliminar las colas

El siguiente paso será reducir las casi dos horas de cola para acceder al museo. Para ello, se ha experimentado durante los 20 días anuales de gratuidad, un sistema algorítmico basado en la inteligencia artificial. El resultado es abrumador. Sólo siete minutos de espera.

“Estamos preparados para aplicarlo a partir del año que viene”, comenta el director. “No tengo ganas de irme cuando empiezan a verse los frutos del trabajo realizado estos años “, revela ahora. Y de proyectos no anda corto. Entre ellos, por ejemplo, figura la reapertura al público del célebre Corridoio Vasariano. Ahora sólo cabe esperar si Franceschini, que no quiere un conflicto con Austria, vuelve a apostar por el huracán alemán para consolidar la transformación de los Uffizi.

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