Secretos escritos

Crónica de la semana literaria

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Lourdes Aguirre/ DavidRuano

Lourdes Aguirre/ DavidRuano

Jacques Brel dedicó su famoso Ne me quitte pas a una amante francesa, tras abandonarla porque estaba embarazada. En la canción hay una frase que ha inspirado el título de la última novela de Xavier Bosch, Paraules que tu entendràs. También le inspiró esa noticia sobre unos hackers que accedieron a los datos de millones de clientes registrados en la red social de relaciones esporádicas Ashley Madison. En la cubierta del libro puede leerse: “Tots els grans amors tenen secrets”. El director de la Fundació Romea, Fèlix Riera, ha dado la bienvenida a los casi cuatrocientos invitados, entre los que están la editora de Columna, Glòria Gasch, el director del Grup 62, Emili Rosales, y el que fue presidente del Parlament Ernest Benach. Me siento al lado de Rafel Nadal y justo detrás del presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, que acaba de saludar a Sandro Rosell. Han venido Ester Pujol, de ­Enciclopèdia Catalana, Ricard ­Ustrell y Gemma Tarragó, Carme Lluveras, Patrici Tixis, y más que una presentación, esto parece un superestreno mundial.

Tras tres novelas sobre periodismo y poder, Bosch ha publicado otras tres más sentimentales. En el escenario, Anna Guitart le pregunta si se sorprendió a sí mismo escribiendo de amor. “No, me conozco bastante”, contesta él, que entiende que esto pudo chocar a quienes estaban acostumbrados a verlo serio y en traje, dirigiendo El món a RAC1 , el Àgora o el Avui . Decidió dedicarse a lo que más le gusta, y hoy es un bestseller. Dice estar marcado por Cyrano de Bergerac. Vio seis veces la obra en el Poliorama. Intenta recitar un fragmento, se despista. “A lo mejor te falta el tono Flotats”, le sugiere Guitart. Y en efecto, al ­probarlo con su voz, le sale de corrido. El teatro se viene abajo con los aplausos. Bosch reconoce que, como Cyrano, escribe para seducir. Es metódico. Los martes y jueves, se dedica a los artículos periodís­ticos; los lunes, miércoles y viernes, se centra en la ficción. Mientras escribe, bebe agua y come nueces.

“El teatro se viene abajo con los aplausos. Bosch reconoce que, como Cyrano, escribe para seducir. Es metódico.”

Durante la presentación, el Quartet Gerhard (que aparece en la novela) pone la piel de gallina al público. Han venido de Berlín, donde residen. Leen algunos fragmentos los actores Susanna Garachana y Lluís Villanueva, que también da voz al audiolibro; salió a la vez que la edición en papel. Una edición que conserva los acentos diacríticos, a petición del autor, porque es un nostálgico y un romántico, y ­lleva utilizándolos medio siglo. Al final, Guitart le pone el reto de las confesiones al que juegan los protagonistas, y Bosch se apura un poco: su pareja, Mònica Planas, está en primera fila. ¿El día más feliz de su vida? La primera vez que el Barça ganó la Champions. Le dedica el libro a su hija Aran: “Tu viu com vulguis”. A él le sirve de recordatorio.

Por lo visto, Serguéi Dovlátov era propenso a tener hijos con sus ex, cuando ya eran ex. Lo cuenta su traductor Miquel Cabal en La Calders , donde se presenta el octavo libro del autor que publica Labreu, L’estrangera . Anna Pantinat nos deja boquiabiertos con los paralelismos que ha encontrado entre esta no­vela y Anna Karénina.

De hecho, Cabal recuerda que Dovlátov declaró que la tragedia más grande de su vida había sido la muerte de la protagonista de Tolstói. En otro ­libro, ante la insistencia de su mujer para que se mude a Nueva York, él le dice que lo que le retiene en San Petersburgo es el idioma, porque cuando hablamos uno que no es el propio, perdemos el 80% de la ­capacidad de bromear. Era muy sarcástico.

Puesto que no podía publicar en la URSS, a partir de 1978 vivió en América. Allí Dovlátov conoce el éxito, pero a través de las traducciones, explica el editor Ignasi Pàmies. De hecho, sus amigos iro­nizaban con que las traducciones mejoraban su obra, y él mismo, en ruso, escribía de otra manera. Kurt Vonnegut celebró que publicara en el New Yorker , porque por fin se ­podía leer una historia que no es­taba pensada para los habituales de la revista. Joan Vigó lee partes de L’estrangera , en las que Dovlátov describe su barrio (él decía que no vivía en América, sino en una co­lonia), y demuestra estar obsesionado con esos grandes radiocasetes que se llevaban al hombro en la época. Al final de la presentación, hay vodka, pepinillos y txurtxkhelo , una cosa que parece un fuet hecho de gelatina y nueces, y que Cabal asegura que en catalán se escribe así, aunque a lo mejor no entiendo su letra.

Blanca Sancho creó el premio Marta de Mont Marçal en honor a su madre. Y Blanca Rosa Roca, que publica la obra ganadora en Roca Editorial, explica que el galardón está organizado por mujeres y “da pábulo a las escritoras de este país”. En la +Bernat se presenta la sexta novela premiada: La esperada lluvia , de Myriam Imedio. Ella cuenta que, al recibir los ejemplares, sintió que cumplía un sueño. Entre el público está Neus ­Arqués, que lo obtuvo el año pa­sado y, además de los tres mil euros, ha recibido una caja de cava Mont Marçal al mes durante estos doce. Cotilleo con José Sanclemente sobre periodismo. “La trama es tre­pidante, podría ser una serie, y está muy bien documentada”, dice María Pilar Queralt. El libro oculta un secreto milenario y familiar. Cuando hay un escritor cerca, los secretos no están a salvo; le inspiran.

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