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Antoni Fabrés, el artista que ansiaba la gloria y acabó perdido en un almacén

La recuperación de un pintor olvidado

El Museu Nacional d’Art de Catalunya recupera en una exposición la obra del pintor y escultor catalán

Una imagen de la exposición de Antoni Fabrés en el MNAC.

César Rangel

Entre las muchas sorpresas que deparó la remodelación de las colecciones de arte del siglo XIX y XX del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), en 2014, estaba la presencia de un pintor prácticamente desconocido pero cuya obra impactaba, seducía e intrigaba a partes iguales por su desconcertante singularidad, capaz de pasar del orientalismo a un realismo social de mirada crítica o al retrato menos convencional. “Pero, ¿quién es ese Antoni Fabrés?” El MNAC trata de dar respuesta a la pregunta tantas veces formulada por sus visitantes a lo largo de estos últimos años con un exposición, De la gloria al olvido, que muestra el carácter versátil y poliédrico del artista a través de 147 obras acumuladas en poco más de 200 metros cuadrados, a la manera de uno d e esos abigarrados gabinetes de artista del siglo XIX.

Unos visitantes contemplan “La esclava” de Antoni Fabrés en el MNAC.

César Rangel

La historia de Antoni Fabrés (1854-1936), pintor y escultor nacido en el barrio barcelonés de Gràcia, está marcada por el signo de la tragedia. Culto y cosmopolita, vivió en Roma, París, México... Aspiraba a la gloria y durante buena parte de su vida gozó de un importante éxito -pintó el retrato del papa Benedicto XV, fue contratado por la casa real italiana y tuvo como alumnos a los mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco– pero al final de su vida sufrió un ostracismo radical que le llevaría a un estado cercano a la locura.

El grueso de la obra que puede verse en el MNAC, salvo excepciones llegadas del Museo del Prado o de colecciones particulares, forma parte de la donación que el propio artista realizó en 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera, a la Junta de Museos de Catalunya, en aquel momento dirigida por Joaquim Folch i Torres. Lo que parecía el inicio de un futuro destinado al éxito, se convirtió en todo lo contrario, una auténtica pesadilla, relata el comisario de la exposición y gran especialista en la obra de Fabrés Aitor Quiney. ¿Qué sucedió? Folch i Torres, prosigue Quiney, aceptó la donación sin conocer el contenido del conjunto legado (225 obras) y a cambio el Ayuntamiento de Barcelona se comprometía a otorgarle una pensión vitalicia. “Folch i Torres toma la decisión por su cuenta, hay que tener en cuenta de que en ese momento Fabrés es el pintor español más reconocido internacionalmente, y decide además dedicarle el Salón de la Reina Regente para su exposición permanente, provocando un fuerte rechazo en ambientes artísticos de la ciudad que consideraban a otros artistas más merecedores de tal privilegio. “Pero las mayores críticas partían de una premisa errónea, que el propio Fabrés habría puesto como condición para la donación la exposición permanente del conjunto, lo cual no es cierto aunque el malentendido ha perdurado durante mucho tiempo”.

La loca

Museu Nacional d’Art de Catalunya

Poco después el Ayuntamiento le retiraría la pensión vitalicia (10.000 pesetas anuales) y en 1930 sus obras fueron descolgadas del museo y trasladadas a a los almacenes “en unas condiciones pésimas de conservación”. Fabrés, que había movido cielo y tierra para impedir lo que consideraba una traición, entra en un estado de “semi delirio” y publica un libro autobiográfico Quaderno ilustrado con reproducciones de obras del glorioso artista español de Cataluña Antonio Fabrés, una suerte de autobiografía en la que se refiere a sí mismo como “el mejor pintor que ha existido nunca” y glosa el menosprecio del que ha sido objeto por parte del Ayuntamiento y la Junta de Museos. Edita 47 ejemplares destinados al alcalde, los regidores y otras personalidades. Muere en su casa de Roma en 1938.

El estudiante , retrato del pintor Saturnino Herrán, 1908

Museu Nacional d’Art de Catalunya

Las obras habían llegado a Barcelona en tren (los lienzos enrollados y sacados del bastidor), mientras que los marcos habían viajado en barco. Una vez en los almacenes del museo desaparecieron a la vista del público hasta que en 2014 el entonces conservador del MNAC Juanjo Lahuerta decidió rescatarlas del agujero negro donde se hallaban perdidas y darles una segunda oportunidad. El conjunto barcelonés estaba formado por aquellas obras que le fueron acompañando en sus diferentes residencias. Eran sus obras personas, privadas. Viajaban con él, desmontadas, enrolladas y dobladas cada vez que cambiaba de país, acusando las vicisitudes de los viajes, por lo que el MNAC ha tenido que emplearse a fondo en la restauración de hasta 105 obras.

La obra de Antoni Fabrés sale finalmente a la luz César Rangel

Antoni Fabrés quería ser escultor y en 1875 fue becado para estudiar esta especialidad en Roma, pero tras la muerte de Fortuny viró hacia la pintura empujado por una idea que no le abandonó nunca: “alcanzar su gloria”. Así llamó, Glòria, a su segunda hija. La producción de su primera época está centrada principalmente en obras orientalistas, aunque nunca estuvo en el norte de África, con obras destacadas como Descanso del guerrero , con una atmósfera sensual, o El ladrón, procedente del Museo del Prado. “Fue un pintor orientalista y también un pompier, los dos aspectos de su pintura en las que lo han querido encasillar quienes lo han ninguneado”, señala el comisario, pero fue mucho más que eso. A lo largo de una trayectoria compleja y a veces contradictoria va evolucionando hacia los paisajes, las escenas de costumbre y de género, el realismo de fuerte carga social y el retrato verista. De todo hay en la De la gloria al olvido, donde el comisario no ha querido priorizar uno u otro aspecto, sino mostrándolo tal cual, como si estuviéramos en uno de sus abigarrados estudios –sus talleres, repletos de antigüedades, eran de visita obligada por sus cuidadas puestas en escena– para cuyo montaje ha contado con el artista Jesús Galdón. La muestra, del 31 de mayo al 29 de septiembre, tiene lugar en una de las salas de la colección de arte moderno.

La muestra 'De la gloria al olvido' puede verse en el MNAC del 31 de mayo al 29 de septiembre”