Le hubiese gustado “que la exposición llevase como título David y Vincent. La alegría de la naturaleza . Suena a título para una novela de detectives sobre Leonardo Da Vinci”, comenta riéndose en una entrevista que ha dado al museo para esta ocasión. A sus 81 años, para David Hockney (Bradford, Inglaterra, 1937) inaugurar una exposición de su obra es rutina profesional, pero aquí, codo con codo junto a obras de su admirado pintor holandés, tiene un valor añadido enorme.
Para la ocasión el Museo Van Gogh de Amsterdam ha reunido 120 obras de Hockney, entre ellas cuadernos de bocetos, dibujos realizados en iPad, vídeos, acuarelas, fotografía digital y polaroid y los monumentales paisajes que realizó en East Yorkshire, a partir del 2005, de vuelta a su región natal.
La reacción del artista británico
Para Hockney, de 81 años, es valioso exponer codo con codo con las obras de su admirado pintor holandés
En Amsterdam no veremos sus retratos, ni las piscinas soleadas de California, ni bodegones. Sí los maravillosos paisajes de los alrededores de Bradford. Un capítulo de sus sesenta años de recorrido artístico donde demuestra con pasión su amor por la naturaleza y la riqueza de color y formas que esta nos va ofreciendo en cualquier estación o momento del día.
El camino rural Woldgate le sirve de base para pintarlo desde el centro, la vegetación a ambos lados, panoramas lejanos, la lluvia, la nieve, las faenas del campo. Todo lo ha explorado y reproducido con un colorido fuerte y vibrante.
La alegría de la naturaleza es el tema
Van Gogh es a juicio de Hockney el primer gran colorista; alguien que sabía mirar la naturaleza
Acaba de llegar de Los Ángeles a la capital holandesa, donde se quedará hasta pasada la inauguración. Ha llegado al museo en el momento en que un grupo de reporteros fotografía el toque final de la composición Llegada de la primavera a Woldgate, East Yorkshire, óleo del 2011 de 9,75 x 3,66 m compuesto por 32 piezas.
Claramente es el centro de la exposición. Dos técnicos subidos a una grúa colocan la última pieza. A Hockney le ha gustado mucho ver el gran cuadro sobre un fondo amarillo que recuerda al de los girasoles de Van Gogh y como una aureola ilumina la composición.
En la citada entrevista, Hockney habla con entusiasmo y admiración sobre Vincent. Le nombra el primer gran colorista; alguien que sabía mirar la naturaleza para saber pintar después una brizna de hierba, una hoja minúscula, una florecilla. Y más importancia le da a la capacidad de representar espacio. En este tema arremete contra la idea renacentista de perspectiva lineal, conseguida por un punto de fuga en el cuadro.
“Este modo de pintar limita el espacio, lo ahoga. La naturaleza tampoco sigue esta perspectiva, si miras un árbol las ramas crecen en todas las direcciones’, afirma rotundamente. Llegada de la primavera a Woldgate es la primera imagen que vemos al entrar a ver la muestra Hockney-Van Gogh. Una fiesta de color como ocurre en lugares donde el invierno es especialmente riguroso. A la derecha está el cuadro Jardín del asilo. Caída de las hojas, de Van Gogh. La misma perspectiva en ambos.
No aparecen las copas de los árboles, desde los troncos la mirada se dirige a todo lo que crece en el suelo, en Hockney florecillas de todos los colores, en Van Gogh las hojas muertas. Aquí la tristeza del otoño refuerza el estado anímico en el que se encontraba Van Gogh. Mientras que la obra de Hockney es todo alegría y vida nueva. En la misma sala está la obra de Van Gogh La cosecha, campo de lirios en Arles y Vista desde Woldgate de Hockney, parecidos en el enfoque.
Otra pared muestra la serie de vistas de bosques en las cuatro estaciones, los cuadros van precedidos del mes en que fueron pintados y son una oda a cada época. Aquí utiliza una perspectiva construida en torno a varios puntos , como si la imagen se hubiera desdoblado e invitase a entrar.
Hockney, referente del siglo XX y XXI del arte pop, es un trabajador incansable, está activo 6 o 7 horas al día y después fotografía lo que está haciendo en el estudio para seguir pensando sobre ello en casa. Su aportación al arte es múltiple: escenarios para ópera, conciertos y teatro, pinta acuarela, con acrílico y óleo, es gráfico, utiliza las nuevas tecnologías, fotografía digital, 3D, iPad. A menudo retoca las obras, como en las de la actual exposición: añade flores, insectos, una brizna de hierba o retoca el color. No para nunca.
Su próximo proyecto es pintar en la costa de Normandía. “En el puerto de Honfleur, desde donde se divisa un panorama de 360 grados a la redonda –cuenta en una entrevista publicada el 21 de febrero en el diario NRC Handelsblad–, se ve el puente de Normandía, el puerto de Le Havre, con sus grúas que parecen pájaros. Hace poco vimos una puesta de sol impresionante, las sombras se iban alargando y aparecían cada vez más colores. Me recordó a Van Gogh. Él sugería espacio a base de pintar juntos colores diferentes”. Un nuevo desafío.
Con una mezcla de compasión dice en la entrevista que da al museo: “Si Van Gogh hubiera vivido diez años más, se hubiese hecho rico”. Pero entonces no sería el mito que conocemos. La exposición abre el viernes hasta mayo.