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La extraordinaria y misteriosa historia de ‘las gemelas silenciosas’

Misterios sin resolver

Jennifer y June Gibbons estaban tan unidas que llegaron a la conclusión de que una de ellas debía de morir para que la otra pudiese ser “libre”

Jennifer y June Gibbons.

Twitter/@dmeishappy_

Los gemelos siempre han sido fascinantes para la ciencia, sobre todo los gemelos idénticos, aquellos que son resultado de la fertilización de un solo óvulo que se divide en dos y comparten todos sus genes; dos personas que nacen a la vez y son idénticas en apariencia.

La fascinación por los gemelos viene desde el principio de los tiempos, y muchas culturas los han considerado hasta símbolos divinos. Normalmente se les presenta como dos entes pertenecientes a un mismo todo que comparten un nexo inquebrantable y muy profundo, que el resto de los mortales jamás podremos llegar a entender. Ahora bien, esa fascinación también los ha transformado en elementos que infunden cierto temor, debido precisamente a esa conexión que nadie puede explicar. Se ha dicho de ellos que pueden leerse la mente el uno al otro, que pueden fusionarse y lo más popular, que siempre hay alguno de ellos que es malvado (o los dos). El caso es que la historia nos ha dejado más de una “prueba” sobre esto, porque entre la cantidad de veces que gemelos idénticos han intentado salirse con la suya en crímenes con pruebas de ADN de por medio, y gemelos que se convierten en psicópatas, tenemos más que de sobra. En esta ocasión nos centramos en el caso de “Las gemelas silenciosas”, las gemelas Jennifer y June Gibbons.

Las niñas sufrieron un horrible acoso escolar al ser las únicas niñas negras de la zona.

Twitter/@dmeishappy_

Nacidas en Barbados el 11 de abril de 1963, se trasladaron a las profundidades de Gales, en el Reino Unido, cuando las niñas eran muy pequeñas. Ya por aquel entonces eran inseparables, pero sorprendían a sus vecinos con una peculiaridad: solían comunicarse, cuando rara vez lo hacían, en una jerga rara que nadie entendía. Siempre iban juntas y eran las únicas niñas negras de la zona, lo que las hizo el blanco perfecto para que sus compañeros de clase las acosaran en el colegio, lo que las volvió más introvertidas. Las gemelas llegaron a un punto en que no hablaban con nadie, ni tan siquiera con sus padres, siendo su hermana pequeña, R ose, su único punto de unión con la realidad.

El no hablar las convirtió en personajes “extraños” para sus vecinos, y más aún cuando las gemelas se paseaban por ahí en completo silencio y haciendo exactamente los mismos movimientos, como víctimas de una posesión. Para intentar que mejoraran y por consejo médico, sus padres decidieron separarlas y llevarlas a colegios diferentes. Fue un error: cada vez que estaban la una sin la otra, comenzaban a sufrir diferentes reacciones que les alteraban la consciencia, los movimientos y hasta su pensamiento, se quedaban catatónicas. No podían separarlas, pero tampoco comunicarse con ellas, así que decidieron dejarlas en casa. Esto solo sirvió para que las gemelas “mejoraran” su extravagante comportamiento y profundizaran en su relación.

“Esta hermana mía, una sombra oscura robándome la luz del sol, es mi único tormento.” —June Gibbons

Twitter/@910_david

Lo único que hacían por aquel entonces era escribir, y aquellos que han podido consultar sus diarios de entonces aseguran que producen escalofríos: en lugar de esperar una relación idílica entre las dos, ambas reconocen que la una es una sombra de la otra que “no le deja brillar”, que no le deja “dejar de sufrir”. June tenía envidia de Jennifer, esta se veía inferior a su hermana. Ambas se preguntaban en sus escritos cómo “deshacerse” de ese tormento que era tener una gemela, llegando a un punto en el que manifestaban haberse convertido en “enemigas mortales” y con el miedo de que una de las dos se decidiese a matar a la otra.

Quizá fueron esos escritos y el hecho de que no podían hacer nada la una sin la otra, que acabaron atacándose la una a la otra y cometiendo delitos, como robos o provocando incendios por su barrio. Acabaron delante de un juez, que determinó que debían recibir tratamiento médico. Su condena en una prisión psiquiátrica durante más de una década hizo que fuesen diagnosticadas y tratadas de esquizofrenia, y fue en esta época donde se gestó lo peor: ambas llegaron a la conclusión de que una de las dos tendría que morir, que tendría que “sacrificarse” por la otra quitándose la vida. A cambio, y tras su muerte, la otra debía de hablar y llevar una vida normal. Tras largas discusiones, decidieron que tenía que ser Jennifer la que muriese. Así fue. Jennifer murió en 1993, con casi 30 años. La causa, miocarditis aguda: su corazón se había inflamado de manera letal sin que nadie pudiese explicarse cómo. Tampoco hubo señales de envenenamiento en su autopsia. Según June, Jennifer simplemente murió como habían acordado, para que ella “fuese libre”.

'Las gemelas silenciosas' de Marjorie Wallace, recoge la misteriorsa historia de las hermanas Gibbons.

Amazon/Marjorie Wallace

En la actualidad, June no recibe tratamiento psiquiátrico, lleva una vida normal y vive sola, cerca de sus padres, en Gales. Su historia ha sido contada por Marjorie Wallace, la autora que más cerca ha conseguido estar de las gemelas y que publicó “Las gemelas silenciosas” tras cientos de horas de entrevistas y vivir de cerca su tormento.

Ahora, su historia se va a llevar al cine, con Letitia Wright (Black Panther) como protagonista.