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Los peligros de meter comida caliente en la nevera

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Si no enfrías antes tus preparaciones puedes acabar estropeando el electrodoméstico

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Guardar alimentos calientes obliga a la nevera a hacer más esfuerzos para enfriarlos

“¿Y ahora qué hago con esto? Lo meto en la nevera”. Es difícil negar que esta lógica impera en la cocina. A sabiendas de que las bajas temperaturas conservan los alimentos y evitan el crecimiento de microorganismos, acostumbramos a meterlo todo en el frigorífico sin pararnos a pensar si es lo correcto. Pero si estás a punto de guardar un táper con el guiso humeante que acabas de cocinar, quizá sea el momento de hacerlo, porque guardar comida caliente en la nevera conlleva ciertos peligros. Aunque no por las razones que a uno le vienen a priori a la mente.

Existe la creencia generalizada de que meter en el frigorífico un plato todavía caliente puede estropearlo. Sin embargo, según explica Gabriela Brieba, Experta Europea en Calidad y Seguridad Alimentaria, no hay razones ni pruebas que indiquen que eso sea así. En cambio, señala, “ese acto puede dañar el resto de alimentos que se encuentran en la nevera e incrementar así el riesgo de que se den intoxicaciones alimentarias”, avanza la experta. Este es, sin duda, el mayor inconveniente, pero no es el único.

El frigorífico sufre

Si introduces algo a temperaturas más elevadas, la máquina tendrá que esforzarse más

El primer problema aparejado a esta práctica es que obligamos a la nevera a trabajar el doble. “La misión de este electrodoméstico es mantener las temperaturas bajas para que los alimentos se conserven fríos; si introduces algo a temperaturas más elevadas, la máquina tendrá que esforzarse más y gastar más energía para llegar a los 4 o 5 grados, y su vida útil se acortará”, subraya Brieba. Por eso, aunque logre que todo continúe refrigerado, el frigorífico sufrirá y con él todo lo que hay dentro.

Se calientan los alimentos que hay cerca

Cuando se pone un recipiente o un plato caliente en la nevera, la temperatura interior y la de los alimentos que se encuentran cerca aumenta

Cuando se pone un recipiente o un plato caliente en la nevera, la temperatura interior y la de los alimentos que se encuentran cerca aumenta. Así, lo que estaba frío se calienta, incrementando el riesgo de contaminación de los alimentos y disminuyendo su tiempo de almacenamiento óptimo. “El gran problema es que cuando algo se calienta, los microorganismos tienden multiplicarse y fabricar toxinas rápidamente, pero como al

final el alimento se vuelve a enfriar, nosotros no sabemos que se ha producido ese cambio”, explica la experta en seguridad alimentaria. Y añade que: “una de las causas más frecuentes de intoxicaciones alimentarias se debe, precisamente, a una refrigeración incorrecta de platos cocinados”.

Se enfría de manera desigual

Táper de vidrio

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Otro de los inconvenientes es que la comida se enfría de manera desigual. Según explica Brieba, esto se debe a que la temperatura no disminuirá de manera uniforme, sino que lo hará más lentamente en la parte donde esté el recipiente caliente. De nuevo, esto puede aumentar el riesgo de que se formen bacterias en ciertos alimentos e incluso en el propio plato caliente.

Entonces, ¿cuál es la manera correcta de refrigerar un alimento caliente? ¿Hay que dejarlo primero enfriar a temperatura ambiente? Si bien las bacterias se desarrollan rápidamente a temperatura ambiente, diversas organizaciones como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aconsejan dejar que los alimentos preparados se enfríen un poco antes de guardarlos en la nevera. “Eso sí, siempre dentro de las dos horas después de haberlos preparado”, recuerda Brieba, y añade que “de lo contrario, no se puede asegurar que el producto se encuentre en el mismo estado inicial que cuando ha sido elaborado”.

Asimismo, para mejorar el proceso de enfriamiento, desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) recomiendan distribuir la comida templada en tuppers o recipientes pequeños, porque cuanto más pequeña sea la porción, más rápidamente se enfriará. Para colocarlos dentro de la nevera, lo ideal es situarlos separados del resto de alimentos y en la parte superior de la nevera, que es la zona donde la temperatura es más estable. “El aire caliente tiende a subir mientras que el frío baja, por eso, al colocarlo arriba, menos alimentos se verán afectados por el cambio de temperatura”, matiza Brieba.

Este artículo se publicó en La Vanguardia el 29 de abril del 2020