El chiringuito de la Barceloneta donde no se sirve alcohol, pero sí segundas oportunidades

Historias 

Los orígenes de este bar que también es un proyecto social, se remontan a 2003, cuando Enriqueta Moyano terminó un tratamiento para superar su alcoholismo 

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GAMAR - Espai Sense Alcohol

GAMAR - Espai Sense Alcohol se encuentra en el parque de la Barceloneta, 100 metros del paseo marítimo

GAMAR - Espai Sense Alcohol

Hace 21 años que, en el corazón del parque de la Barceloneta, se oculta un chiringuito fuera de lo común. En sus mesas, a pocos metros del paseo marítimo, se sirven todo tipo de refrescos y zumos de frutas, además de tapas, bocadillos y algún que otro  plato combinado. Hasta aquí, como cualquier otro chiringuito. La peculiaridad de este espacio frecuentado por empleados del Hospital del Mar y vecinos del barrio está en que no ofrece ni una sola bebida alcohólica. La misma cantidad de alcohol que Enriqueta Moyano, una de las impulsoras de la iniciativa, toma desde hace más de dos décadas. Absolutamente ninguna.

La historia de este peculiar establecimiento arranca un año antes de su inauguración. En 2003, Moyano había terminado un tratamiento para superar su alcoholismo en el Hospital del Mar. “Me llevó un año entender que no podía volver a probar ni una pizca de alcohol. Que siempre sería una adicta”, rememora. Tras superar su enfermedad, decidió fundar con otros ex alcohólicos GAMAR (Grupo de Ayuda Mutua de Alcohólicos Rehabilitados), del que hoy continúa siendo la presidenta, y desde un pequeño local de la Barceloneta comenzaron a brindar apoyo a personas que, como ellos, querían dejar atrás su adicción. “Pero para la gente, cruzar  aquella puerta era y sigue siendo un gran reto”, explica Moyano. Así que decidieron salir a la calle.

GAMAR - Espai Sense Alcohol

Enriqueta Moyano junto a su marido, Francisco Vázquez, en el chiringuito

GAMAR - Espai Sense Alcohol

Regalaron castañas y boniatos en otoño, realizaron intercambios de libros en Sant Jordi... Y un día, pensaron en instalar una mesita de bebidas sin alcohol a pie de playa para promocionarse. Solicitaron el permiso al Ayuntamiento, que lejos de conformarse únicamente con aquella propuesta, “nos concedió un permiso para regentar un chiringuito en el parque de la Barceloneta durante seis meses. Y ya llevamos más de 20 años”. Los inicios fueron duros. Moyano trabajó largas jornadas sin cobrar ni un céntimo en un establecimiento que los vecinos miraban con recelo, y cuyas mesas costaba llenar y no daban beneficios. “Por el nombre del grupo, pensaban que éramos una pandilla de borrachos e incluso nos espiaban”, cuenta. Pero, actualmente, esa idea se ha esfumado por completo.

GAMAR - Espai Sense Alcohol

GAMAR - Espai Sense Alcohol abrió hace 21 años

GAMAR - Espai Sense Alcohol

GAMAR - Espai Sense Alcohol ha hecho mucho más por el barrio de lo que jamás hubieran imaginado sus fundadores. Este establecimiento ha ayudado a que el parque de la Barceloneta deje de ser un punto negro de la ciudad. “Cuando comenzamos, había jeringuillas por todas partes”, recuerda Moyano. Y también colabora con diferentes programas. Uno de ellos consiste en dar empleo a personas que han cometido faltas por alcohol y drogas y que deben cumplir con unas horas de servicios sociales. “Controlamos que trabajen el tiempo que les toca y que no beban ni cometan otras infracciones. Algunos de ellos incluso terminan formando parte de la plantilla”.

GAMAR - Espai Sense Alcohol

Tapas, bocadillos y platos combinados se sirven en este establecimiento junto a bebidas sin alcohol

GAMAR - Espai Sense Alcohol

Por otro lado, ofrecen oportunidades laborales a personas que han terminado su tratamiento para el alcoholismo en el Hospital del Mar. “Se les hace una prueba de seis meses y, si se desenvuelven bien, se prolonga”. Y también forman parte del programa ‘Entre nosaltres’, que vela para que los jóvenes de institutos de la zona que no quieren continuar estudiando se formen en hostelería. “Aprenden el oficio y se les da la oportunidad de conseguir un contrato en el chiringuito. Ahora tenemos a una chica que proviene de una familia disfuncional y que necesita trabajo para pagar la residencia estudiantil".

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Como decíamos, aparentemente solo es un chiringuito decorado con coloridos graffitis. Pero si uno se fija un poco más, descubrirá que en sus mesas, en vez de mojitos y cervezas, se sirven segundas oportunidades.

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