Garbanzos: propiedades, dieta y beneficios
Alimentos
Favorece el tránsito intestinal, es rico en fibra, bajo en grasas y su consumo habitual disminuye el colesterol
El garbanzo es originario de Turquía y es gracias a los cartagineses que en la Península Ibérica lo cultivamos y nos lo comemos desde entonces. Existen 40 especies distintas de garbanzo y en España se reconocen cinco grandes variedades: garbanzo castellano, garbanzo blanco lechoso, garbanzo venoso andaluz, garbanzo chamad y el garbanzo pedrosillano, según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
Como el resto de legumbres, el garbanzo es resistente a la sequía, crece durante todo el año, es una buena fuente de proteína vegetal, favorece el tránsito intestinal, es rico en fibra, bajo en grasas y, según la comunidad científica, su consumo habitual disminuye el colesterol, los triglicéridos, algunos tipos de cáncer y promueve la salud cardiovascular. ¿Qué más se puede pedir?
Los garbanzos disminuyen el colesterol y triglicéridos, y promueven la salud cardiovascular. Deberían ocupar un sitio destacado en el trono de los ‘superalimentos’
En la era de la alimentación sana y el auge del vegetarianismo, el garbanzo debería ocupar un sitio destacado en el trono de los superalimentos, junto a la chía, la cúrcuma, la maca o el lino. Pero su falta de exotismo lo ha relegado a la penumbra, pese a su versatilidad en la cocina.
“A medida que los países se vuelven más ricos, la población pasa de las proteínas vegetales a fuentes de proteínas más caras, como los productos lácteos y la carne”. Esta afirmación de la Asociación Legumbrista de España ayuda a comprender por qué el cultivo de garbanzos, lentejas, judías y el resto de legumbres ha disminuido progresivamente en todo el mundo en los últimos años.
2016, año internacional de las legumbres
Para tratar de revertir el descenso del consumo de garbanzos y del resto de legumbres en el mundo, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó 2016 como el Año Internacional de las Legumbres. Y parece que en España esta campaña ha tenido buenas consecuencias, puesto que desde entonces, y según datos del Ministerio de Agricultura, el consumo ha aumentado un 4,4%.
Tradicionalmente hemos comido los garbanzos en plato de cuchara, guisados con chorizo, salteados con espinacas o más ligeros, en ensaladas veraniegas y, últimamente, en la crema en que los convierte el humus.
Las guías recomiendan el consumo de legumbres entre 2 y 4 veces por semana
El Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, en una entrevista con Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, recuerda que “las guías recomiendan el consumo de legumbres de entre 2 a 4 veces por semana, pero ya han surgido estudios que muestran efectos beneficiosos cuando se consumen un mínimo de 4 veces a la semana hasta llegar a un consumo a diario”.
Así pues, no deberíamos bajar la guardia y deberíamos seguir insistiendo con las legumbres en general. Aunque es verdad que los garbanzos tienen un inconveniente: son caprichosos y, durante su cocción, pueden quedar duros y su piel puede resultar molesta. Para evitarlo, hay que dejarlos en remojo la noche antes (unas 12 horas), luego hay que incorporarlos a la olla cuando el agua rompe a hervir, sin sal y junto con un poco de bicarbonato y cocerlos durante unas 2 horas.