Los 5 errores que cometemos con la mantequilla
Materia prima
Usar demasiado la salada y poco la dulce o añadirla demasiado rápido a la sartén, entre otros
La mantequilla es un producto que puede ser de gran ayuda en la cocina, especialmente cuando se trata de recetas de repostería. Gracias a su versatilidad en algunos lugares es incluso venerada, ya que, normalmente, se usa como sustitutivo del aceite.
Ya sea de vaca, oveja o cabra, entre otros, la mantequilla se produce de igual manera aunque las propiedades de cada variedad dependen de la alimentación del animal. No obstante, emplearla bien en la cocina o no depende de nosotros, sobre todo si cometemos algunos de estos errores.
1. No tener en cuenta la temperatura de la mantequilla antes de cocinar
Cuando se aplicas en repostería, a la hora de hacer una receta en la que se debe batir junto con azúcar, es importante que este producto lácteo esté a temperatura ambiente, es decir, sólida (cuando se calienta, se vuelve líquida).
De esta manera, los granos de azúcar se incorporan mejor y hace que se consiga una crema esponjosa. Por el contrario, si se derrite la mantequilla por completo, los cristales de azúcar no podrán penetrar en la grasa, provocando que la crema quede plana.
2. Sustituir el aceite por mantequilla en la misma cantidad
Cuando se usa como sustituto del aceite no siempre se hace correctamente. Es decir, si en una elaboración queremos cambiar de ingrediente, no se debe reemplazar la cantidad que indica de aceite por una dosis idéntica de mantequilla o a la inversa.
En repostería, por ejemplo, hay recetas que están hechas en base a unos ingredientes concretos. Es preferible fijarnos en lo que tenemos y entonces hacer lo que se pueda, que no empeñarnos en hacer una elaboración concreta cambiando los ingredientes. El resultado puede acabar siendo un desastre.
3. Añadir la mantequilla demasiado pronto a la sartén
La mantequilla a una alta temperatura no tarda en quemarse. En este proceso pierde proteínas, entre las que se encuentra la responsable de esta “quema rápida”: la caseína. A una temperatura de 120 grados, se dora, pero pasados los 140, se quema. No obstante, puede alcanzar temperaturas de alrededor de 190 grados sin quemarse si se calienta correctamente.
Por eso es mejor añadirla sobre la comida cuando ya esté casi cocinada, ya que le dará un sabor a nuez y un tono dorado. La mantequilla se quema más rápido si encuentra mucho espacio libre en la sartén; acerca lo máximo posible los alimentos entre ellos, buscando de cubrir toda la superficie de la sartén para que la mantequilla no se queme.
4. No combinar la mantequilla con otros sabores
El sabor de la mantequilla caliente sobre una tostada es único. Pero perdemos la posibilidad de disfrutar aún más si no le añadimos otros ingredientes. Una posibilidad es contrarrestar la grasa con un toque de acidez, como limón o vinagre. Por otro lado, también se pueden usar hierbas y especies, como la salvia, el tomillo y el orégano.
5. Usar demasiado la mantequilla salada y poco la dulce
Es habitual encontrar en el súper más mantequilla salada que dulce. Aunque una pequeña adición de sal favorece su conservación, no hay muchas otras razones para preferir la primera antes que la segunda. Al menos, en repostería.
La mantequilla salada es perfecta para extender sobre una rebanada de pan caliente o también para que derretir sobre un jugoso bistec a la parrilla. La dulce puede usarse como salsa para un postre que se sirve caliente o simplemente también para untar una tostada. Si nos fijamos un poco es fácil entender cuál le va mejor a cada receta.