Un nuevo estudio de la Universidad de Tulane, publicado en la revista científica Heliyon, ha demostrado que la alimentación de una generación puede tener consecuencias genéticas y de salud duraderas en sus descendientes, incluso durante varias generaciones.
La investigación, realizada en ratones, encontró que cuando una generación se alimenta con una dieta baja en proteínas, las siguientes cuatro generaciones presentan problemas de salud como bajo peso al nacer y riñones más pequeños, lo que aumenta el riesgo de enfermedad renal crónica e hipertensión. A pesar de corregir la dieta en las generaciones posteriores, los efectos negativos persisten, mostrando que el impacto de una crisis nutricional puede extenderse a lo largo del tiempo.
“Uno pensaría que corrigiendo la dieta en la primera generación se resolvería el problema, pero no es así. Incluso los nietos y bisnietos, que nunca experimentaron malnutrición, pueden nacer con problemas de salud”, explicó Giovane Tortelote, autor principal del estudio y profesor adjunto de nefrología pediátrica en Tulane.

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El estudio identificó que las alteraciones en el desarrollo renal se transmiten tanto por parte del padre como de la madre, lo que apunta a una influencia epigenética. Estas modificaciones genéticas no alteran el ADN, pero afectan la forma en que los genes se expresan, lo que podría ser clave para comprender por qué los efectos persisten a lo largo de varias generaciones.
El estudio identificó que las alteraciones en el desarrollo renal se transmiten tanto por parte del padre como de la madre
Si bien el estudio se realizó en ratones, los hallazgos podrían aplicarse a los seres humanos. La investigación también destaca la relevancia de estas alteraciones en la enfermedad renal crónica, la octava causa principal de muerte en Estados Unidos. Según Tortelote, “nacer con menos nefronas aumenta el riesgo de hipertensión, lo que a su vez daña los riñones y crea un ciclo que podría afectar la salud de millones de personas a lo largo de su vida”.

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Aunque los resultados son preliminares, los investigadores advierten sobre la importancia de una alimentación adecuada no solo para la salud individual, sino también para la de las generaciones futuras. Próximos estudios buscarán determinar en qué momento las alteraciones comienzan a normalizarse y cómo prevenir que los efectos de la malnutrición se transmitan a largo plazo.
Este estudio refuerza la idea de que lo que comemos hoy no solo define nuestra salud, sino que también puede influir en la vida de nuestros descendientes.