El Celler de Can Roca: 10 años en la excelencia mundial
The World’s 50 Best
Hoy ha vuelto a subir otro escaño en el ranking de los mejores restaurantes del mundo
La Osteria Francescana vuelve a ser el mejor restaurante del mundo
Fueron número uno en 2015 y en 2013; y este año, aunque no han podido convertirse en el mejor restaurante del mundo –título que les ha arrebatado la Osteria Francescana del chef Massimo Bottura en Módena (Italia)–, el Celler de Can Roca ha vuelto a escalar una posición en el ránking de The World’s 50 Best Restaurants que hoy ha celebrado su gala anual en el palacio Euskalduna de Bilbao.
Este restaurante de Girona –a cargo de los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca– ocupa ahora el número dos de la lista, convirtiéndose en el segundo mejor restaurante del mundo. Pero la verdadera victoria es que lleva 10 años en el podium de este ranking británico que cada año designa a los 50 mejores restaurantes del mundo, un logro del que Joan Roca se siente especialmente orgulloso: “Estar de nuevo arriba en el número dos quiere decir que seguimos seduciendo a la gente, al mundo foodie, a los gourmets que comen en restaurantes de todo el mundo y siguen interesándose por lo que hacemos en Girona. Estamos muy felices”, ha asegurado el chef catalán a La Vanguardia tras recibir el galardón.
Y es que estar durante diez años consecutivos en el top cinco de una lista que – aunque se mueve despacio– es impredecible; es todo un reto, además de una satisfacción y un reconocimiento al trabajo de estos tres cocineros hermanos.
El Celler de Can Roca ha sido cinco veces número dos de The World’s 50 Best, una vez tercero, dos veces primero, y cuarto y quinto una vez. Además, desde 2009 posee tres estrellas Michelin, y sus giras por el mundo junto a BBVA le han llevado a convertirse en uno de los buques insignia de la alta cocina española.
El profundo respeto a los orígenes, tanto a la cocina de sus ancestros como al paisaje, el respeto al academicismo y también el inconformismo, ha acabado convirtiendo a este restaurante de Girona –que abrió sus puertas hace 30 años como una casa de comidas– en uno de los grandes templos gastronómicos del mundo.