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El papel de malo que cambia la carrera de Mario Casas

‘El practicante’

El actor gallego interpreta a un psicópata que queda inválido en Él practicante’, nuevo thriller de Carles Torras que Netflix estrena este miércoles

Fotograma de 'El practicante', película de Netflix dirigida por Carles Torras y protagonizada por Marios Casas y Déborah François

QUIM VIVES

Mario Casas nunca había sido el malo de la película. O al menos no un malo tan rematadamente malo. Por eso en El practicante está irreconocible. Contribuye a ello la pérdida de peso, que primero fue voluntaria y después se le escapó de las manos al no poder evitar que el personaje le fuera “consumiendo con su maldad y su putrefacción”, explica. También influyen la caracterización y peinado. Pero lo que más cambia aquí en Casas son sus registros como intérprete. El papel de psicópata que encarna es de esos que pueden alterar, tal vez elevar, la carrera de un actor.

El personaje en cuestión, Ángel, se nos presenta como un asistente sanitario de emergencias que sabe manejar con frialdad su duro trabajo en una ambulancia. De mirada penetrante y apariencia astuta, se muestra frío en la relación con su compañero y algo obsesivo y celoso en su trato a la pareja con la que persigue formar una familia.

Ángel no tiene reparo en robar relojes o joyas a los pacientes o fallecidos a los que tiene que atener o trasladar. Es desagradable, a ratos difícil, pero capaz de contenerse. Hasta que sufre un accidente y queda condenado a la silla de ruedas. Ahí todo se tuerce. El mal en mayúsculas entra en escena.

“Tuve que sumergirme en la personalidad de un ser que no tiene muchas emociones precisamente: todo lo contrario de mí, que soy de meterlo todo en las tripas. Así que tenía que hacer desaparecer ese rasgo mío tan importante”, explica el actor a La Vanguardia.Y añade que espera que el público aprecie el esfuerzo de salir de su zona cómoda y “hacer un personaje totalmente distinto de los anteriores”.

Viví en mis carnes la degradación del personaje; su veneno me afectó y por eso perdí cinco kilos más de los previstos”

Mario Casas

Casas habló con un psiquiatra y estudió los rasgos psicopáticos que podían asimilarse a los trazados para Ángel en el texto escrito por el propio Torras junto a los coguionistas David Desola y Hèctor Hernández. Para ensayar la inmovilidad, los ejercicios de rehabilitación y los complicados movimientos a la hora de pasar de la silla a la cama o a la bañera, acudió al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y al Institut Guttamann de Neurorrehabilitación en Barcelona. Un trabajo que se nota en la película.

Pero más costoso que todo eso le resultó ponerse mentalmente en la piel del pérfido, cruel e imprevisible practicante Ángel. Después de adelgazar cinco kilos para ajustarse a su perfil fisiológico, el empeño en mimetizarse con él le hizo perder otro tanto. “Viví en mis carnes la degradación del personaje y fui menguando. Su veneno me afectó. Y sólo me di cuenta del todo al final, cuando vi la película ya montada”, relata.

Fotograma de 'El practicante', película de Netflix dirigida por Carles Torras y protagonizada por Marios Casas y Déborah François

NETFLIX / LVG

Carles Torras ( Callback, Joves) fichó a Casas para el papel porque “veía muy claro en él un potencial que no estaba explotado, como es la capacidad de interpretar a alguien muy peligroso”. Al actor le gustó “el reto”, y se entregó a él a fondo. “Además de un trabajo intenso en la preparación del personaje por su parte, los dos revisamos juntos el guión escena por escena y frase por frase”, añade el realizador.

La idea para El practicante le surgió al cineasta al observar secretamente el comportamiento un tanto especial de “un conocido no cercano”. Entonces empezó a interesarse por las características de lo que se denomina “el perverso narcisista”: una clase de persona que “fácilmente podemos encontrarnos en la calle; gente normalmente manipuladora, tóxica, inteligente, sin remordimientos, a menudo con éxito y en cargos importantes, que se nutre de convertir en un infierno la vida de los demás”. Gente más común de lo que pensamos, indica, hasta el punto de que “tal vez representen hasta un 10% de la población, según algunos especialistas”.

Me interesó el perfil del perverso narcisista: gente manipuladora, tóxica, inteligente, sin remordimientos y a menudo de éxito que vive de convertir en un infierno la vida de los demás”

Carles TorrasCineasta

Con asesoramiento de profesionales de la psiquiatría, Torras se preguntó qué podría ocurrir si alguien así sufriera un accidente que lo incapacitara y arruinara su ego sin que pudiera hacer nada. De ese modo llegaría al extremo de su potencial de peligrosidad y maldad; “sacaría todo lo que lleva dentro”. Saldría entonces el monstruo, quien sabe si el asesino. Salió Ángel, el practicante malo hasta decir basta, encarnado en quien hasta ahora acostumbrábamos a ver más o menos bueno... O al menos no tan malo.