La cola del león

Estreno de ‘El Rey León’: la crítica

La película de Jon Favreau constituye una proeza técnica y un poderoso artefacto narrativo. Tiene todo lo que cabía esperar de ella. No hay sustos. Es un producto cuidado al milímetro. Y tal vez ahí esté su punto débil

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Fotograma de 'El Rey León', de Jon Favreau. El Rey padre, Mufasa, muestra su imperio al pequeño Simba

DISNEY

La versión de animación hiperrealista de El Rey León es exactamente lo que cabía esperar de Disney en la puesta al día del bombazo que fue la película de dibujos de 1994: un gran espectáculo visual a través de un admirable despliegue tecnológico en el que se narra con eficacia, así como con música variada y de calidad, un drama conocido de fuertes resonancias clásicas. Es Hamlet en la selva, con toques de humor y ternura pero también con fragmentos de una violencia encarnizada. Triunfará en la taquilla, eso seguro. Y méritos no le faltan para ello.

En la versión original en inglés, los actores de doblaje cumplen su misión con notable o sobresaliente. Donald Glover en el papel de Simba; Beyoncé en el de leona Nala; James Earl Jones como Mufasa y, sobre todo, el cómico británico John Oliver como el pájaro Zazú resultan convincentes.

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Fotograma de 'El Rey León', de Jon Favreau. Simba, de cachorro, ante el pájaro mayordomo Zazú, doblado de manera admirable por John Oliver

DISNEY

Tanto los animales protagonistas como el hermoso paisaje que habitan o recorren parecen tan reales como en cualquier documental de National Geographic. Sólo cuando hablan y hacen gestos o cabriolas algo exagerados –se supone que por exigencias de la dramatización- nos damos cuenta de que estamos ante un filme de animación.

‘Hamlet’ en la selva

Es un gran espectáculo visual, una proeza tecnológica y el relato eficaz de un drama con fuertes resonancias clásicas

No falta detalle. La película cubre todos los rangos deseables en un artefacto narrativo de sus características. Hay drama, aventura, romance y algo de comedia. Escuchamos música sinfónica, himnos y temas pop, todo ello de calidad. Simpatizamos de inmediato con el héroe Simba y sus acompañantes, odiamos al instante al malvado Scar y su ejército de hienas, y sonreímos a cada rato con las torpezas de Zazú, del jabalí Pumba y de la suricata Timón.

Todo parece milimetrado. Es lo que se nos había prometido. Y el guión es casi idéntico al de la película original. No hay sustos. Porque es obvio que ni los estudios Disney ni el director de la cinta, Jon Favreau, el mismo de Libro de la selva de 2016, querían asumir grandes riesgos. Y tal vez ahí resida el punto débil de El Rey León.

La perfección frente a la emoción

La película busca conmover, pero lo busca de manera tan profesional y tan medida que quizá no lo consiga

La película busca conmover y emocionar además de impresionar. Pero lo busca de manera tan profesional y medida que quizá no lo consiga. O no siempre ni con los espectadores más exigentes. Puede que sea por el rotundo realismo de las figuras. O por la combinación de ese realismo con una gestualidad expresiva que no acaba de encajar en unos animales tan de verdad. El caso es que la cinta lo tiene todo en términos objetivos, pero se echa a faltar en ella un poco más de alma. Se nota que sus creadores fueron a lo seguro. Optaron por ser la cola del león, del primer Rey León.

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