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¿Qué harías si tu hija saliera con un adolescente de un barrio conflictivo?

Humor y drama a la italiana

Riccardo Milani aborda con gracia los conflictos de clase y con los inmigrantes en ‘Como pez fuera del agua’

Fotograma de 'Como pez fuera dela agua', de Riccardo Milani

CARAMEL FILMS / ARCHIVO

La Italia del conflicto social que el vicepresidente Matteo Salvini alimenta y subraya aparece retratada con agudeza y humor en la comedia Como pez fuera del agua, de Riccardo Milani. La película, protagonizada con gracia por la popular Paola Cortellesi junto al cómico y actor Antonio Albanese, se estrena este fin de semana en España después de dar la campanada en el país objeto de la sátira, donde la han visto más de dos millones de espectadores y ha recaudado 10 millones de euros.

La cinta narra el encontronazo y ulterior relación entre dos personajes totalmente opuestos, a raíz del enamoramiento de sus hijos adolescentes: de un lado está Giovanni (Albanese), padre de Agnese (Alice Maselli) y destacado miembro de un think tank que promueve la urbanización y mejora de las periferias más conflictivas con ayuda de los fondos europeos; del otro lado, Monica, madre de Alessio (Simone de Bianchi) y cajera de súper en uno de esos suburbios de Roma, quien se las ve y las desea para sacar a la familia adelante mientras el padre de su hijo cumple condena por apuñalamiento.

Caso personal

La idea le surgió al director y guionista cuando su propia hija de 13 años le dijo que tenía novio. “Le pregunté dónde vivía. Y cuando me dijo que en Bastogi, pues me llevé un buen susto”, recuerda. Porque “¡Bastogi es uno de los barrios más peligrosos de Roma!”, exclama.

Así que Milani empezó a preocuparse, sobre todo al imaginarse a su niña volviendo sola a casa por esas calles de Dios. Y por todo. “La verdad es que me descubrí preguntándome por qué la hija de alguien como yo iba a salir con un chico de una zona como ésa. También pensé en las diferencias sociales, en las contradicciones con nuestros principios, en los conflictos que vive el país… Y decidí hacer una película”, explica a La Vanguardia.

La cinta muestra con profusión los contrastes entre los entornos humanos y físicos de Giovanni y Monica, que se conocen por casualidad a raíz de una pequeña colisión de sus coches cuando ambos siguen y vigilan a sus vástagos. La buena señora es de armas tomar, en el sentido literal. Y lo primero que hace en sacar un bate de béisbol para romper el parabrisas del vehículo de ese hombre tan remilgado que acaba de chocarse con ella. Por si acaso.

“Monica sigue las leyes que rigen en esas zonas de la periferia, entre ellas la ley del más fuerte”, señala Milani. Ella y su gente viven en un entorno en el que impera el delito; donde los vecinos de toda la vida y los llegados de fuera discuten a gritos por el olor de la comida o el volumen de la música; donde los espacios e instalaciones se caen a pedazos. Un entorno en el que hoy día “eludir la ley parece motivo de orgullo y la gente sólo se une para ir contra de las instituciones”, continúa el director.

El acomodado intelectual que es Giovanni se pasa la vida teorizando sobre la necesidad de humanizar y dotar de infraestructuras a las zonas más desfavorecidas de Roma, “pero es culpable de no haberse preocupado jamás de conocer personalmente las situaciones que quiere cambiar”, afirma Milani.

De entrada, Monica y Giovanni parecen demasiado diferentes, y lo único que tienen en común es el rechazo a todo lo que el otro representa. Lo cual les lleva a compartir reticencias frente a la relación de sus hijos… Y a compartir tiempos de vigilancia y acompañamiento preventivo a los chavales, momentos que obviamente forman el núcleo cómico del filme.

Fotograma de 'Como pez fuera del agua', de Riccardo Milani

CARAMEL FILMS / ARCHIVO

Con el roce, ambos progenitores se acercan y poco a poco empatizan mutuamente. Aunque sin exagerar, pues en el relato predomina el humor antes que la moralina o el azúcar. Con todo, queda claro que “lo importante es la capacidad de escuchar”, indica el realizador.

El largometraje ha tenido una acogida espectacular “tanto entre los habitantes de la periferia como entre los que llamamos las élites urbanas” de Italia, asegura el cineasta. Lo cual puede interpretarse como una buena señal, pero sin demasiadas alharacas porque “la solución a los conflictos reales que se reflejan ahí no se van a solucionar mañana”.

Una parte importante de los italianos -y lo mismo sucede con los españoles, los franceses o los estadounidenses- “sienten rabia por su situación económica y su condición social”. Y aunque esos sentimientos de frustración encuentran hoy “combustible y apoyo” en formaciones políticas que orientan el problema hacia la inmigración, “la rabia ya existía antes”. Del mismo modo que “el crimen en Italia no viene de fuera, es completamente italiano”, añade Milani.

El realizador defiende “un tipo de comedia que pueda inducir a la reflexión”. Y quiere pensar que, si Como pez fuera del agua tiene tanto éxito en su país, ello se debe a que la cinta “no se limita a provocar la risa del público sino que trata de llegar a su corazón y su cabeza”.

El director no quiso un final completamente feliz para Monica y Giovanni, pero tampoco un jarro de agua fría sobre el porvenir de su historia. Buscó es término medio en una formulación sencilla de lo que podríamos denominar optimismo realista. Y ése es, de hecho, el tono de la película. Buen rollo, sí, pero sin pasarse.