Ethan Hawke: “La fama no te deja crecer como artista”

Entrevista

El polifacético actor estadounidense recoge este sábado el Premio Donostia por su larga trayectoria en el cine

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Ethan Hawke en el Festival de Cine de San Sebastián antes de recibir el Premio Donostia por su trayectoria

AP

Mi encuentro con Ethan Hawke se produce en el incomparable marco del hotel María Cristina de San Sebastián, lugar donde se alojan todas las estrellas de cine que acuden al prestigioso festival, que este año celebra ya su 64 edición. El actor estadounidense recogerá este sábado el Premio Donostia por sus más de treinta años de carrera en la gran pantalla. Tengo que reconocer que llego un tanto nerviosa a la cita. Y es que se trata de un intérprete cuya trayectoria llevo siguiendo fielmente desde que debutó a los trece años con Exploradores , aquella cinta de ciencia ficción infantil dirigida por Joe Dante en la que compartió protagonismo con los malogrados River Phoenix y Amanda Peterson.

En persona se ve más alto y aparenta menos edad de los 46 que está a punto de cumplir en noviembre. Va vestido de riguroso negro y es de una amabilidad exquisita. Me pregunta de dónde soy y cuando le digo que de Barcelona exclama con emoción “¡Oh, Barcelona, allí pasé unos días estupendos con unos amigos en 1994, antes de que se estrenara Antes del amanecer!”. Ethan parece recordar con nostalgia esa época y no descarta visitar de nuevo la capital catalana con su familia.

Tiene una presencia que abruma, aunque se le nota algo cansado. Lleva unos días viajando de aquí para allá para promocionar Los siete magníficos, el remake del clásico de John Sturges que Antoine Fuqua ha modernizado sin perder el espíritu del original. “Antoine ha hecho un western muy divertido y ha sido un rodaje en el que he estado rodeado de amigos”, dice con una amplia sonrisa. Fuqua ha reunido de nuevo a Hawke y a Denzel Washington tras el buen ambiente que crearon en la aclamada Training Day (2001), filme por el que Ethan obtuvo su primera nominación al Oscar como actor de reparto. “Denzel es un actor extraordinario, siempre está en un nivel superior y ha sido una gran influencia para mí. Es más que una estrella de cine, es un verdadero artista”, dice con orgullo de su amigo y compañero de reparto.

En Los siete magníficos Hawke encarna a Goodnight Robicheaux, un experto pistolero que no pasa por un buen momento vital. “Lo que me atrajo de este personaje es que es muy complejo, tiene varias capas. Es un tipo con un gran conflicto interior. No es el típico hombre que posa en plan macho en una película de acción”, comenta. Hay una escena en el filme en el que Goodnight asegura que la fama es como un sarcófago, una expresión con la que el actor de Texas está totalmente de acuerdo. “La fama no te deja crecer como artista. Si te aferras a ella no haces nada más y ser actor significa cambiar de registro constantemente”, prosigue.

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Ethan Hawke durante la presentación el año pasado de la película ‘Good Kill’

Getty

La conversación gira ahora en torno a lo peligroso que puede resultar el éxito a una edad tan temprana en un escenario tan salvaje como el de Hollywood. Hawke, en el fondo, es uno de los pocos actores que comenzó joven y ha sabido desarrollar una carrera ejemplar con más de sesenta títulos a sus espaldas, entre ellos obras imprescindibles como El club de los poetas muertos, la trilogía Antes de… o Boyhood, éstas últimas bajo la batuta de su director fetiche, Richard Linklater. Le pregunto por el secreto de su triunfo. “No existe ninguna fórmula secreta salvo la de escuchar la voz de uno mismo y seguir lo que le dicta”, responde. Está claro que a él le ha funcionado porque siempre supo lo que quería y ha trabajado duro para conseguirlo. “Creo que el apoyo de mis padres ha sido importante, pero sobre todo mis amigos me han ayudado mucho a mantener los pies sobre la tierra. Un buen amigo te puede cambiar la vida”, agrega mientras rememora el fatal destino de Phoenix y Peterson a causa de las drogas.

Ethan nunca ha querido ser una estrella de Hollywood. Asegura que se siente más cercano a la forma de actuar de los europeos, especialmente los británicos, y admira profundamente a Shakespeare . “Jamás ha sido mi objetivo triunfar en Hollywood. Está muy bien ganar dinero y el poder que eso te otorga, pero en lo que se refiere a un nivel artístico, me interesa más cómo trabajan los intérpretes británicos. Es una comunidad que da sentido a lo que significa la palabra arte en toda su extensión”.

Esa búsqueda del artista total es lo que ha llevado a Hawke a no encasillarse solo como actor y expresarse a través de diversas disciplinas. Así, ha expandido su talento tanto en la dirección como en la escritura y el teatro, donde ha sido nominado a un premio Tony por meterse en la piel del anarquista ruso Bakunin. Además de recibir dos nominaciones al Oscar por el guión de Antes del atardecer y Antes del anochecer, este hombre polifacético es autor de cuatro libros: The Hottest State (1996), Ash Wednesday (2002), Rules for a Knight (2015) e Indeh: A Story of the Apache Wars (2016). Si bien la primera novela no fue muy bien acogida en su momento, con la última ha ocurrido todo lo contrario y ha alcanzado la primera posición de la lista de superventas de The New York Times.

En teatro, “su gran amor”, ha interpretado obras de Chéjov, Shakespeare y Tennessee Williams. Quizás poca gente conozca que Hawke es sobrino nieto del autor de Un tranvía llamado deseo , un parentesco que le llena de satisfacción. “Me hubiera encantado conocerle, mi abuela me hablaba mucho de él, pero murió cuando yo era un crío”, se lamenta. Williams aseguraba que el entusiasmo era una de las cosas más importantes de la vida, algo que corrobora el actor. “Yo soy un hombre que se entusiasma y que se emociona con lo que hace. Uno de los aspectos que más valoro de un director es el entusiasmo, porque sin esa energía es difícil que una película salga bien”, recalca mientras gesticula sentado cómodamente en el sofá de la habitación.

Ethan recuerda con afecto trabajar a las órdenes de Alejandro Amenábar en Regresión, que se estrenó a nivel mundial el año pasado en el Festival de San Sebastián con una tibia acogida. Me confiesa que le encantaría rodar con Pedro Almodóvar y se echa a reír cuando le digo que no le veo como ‘chico’ del realizador manchego. “Yo tampoco me veo, pero es un genio”, susurra en voz baja. “Trabajar con directores de diversos países te abre la mente a otras culturas y eso es lo más importante para mi trabajo como actor”, continúa.

Durante la entrevista Hawke reconoce que siempre le ha gustado contar historias y que se entrega siempre al máximo en todo lo que hace, ya sea actuando, dirigiendo o escribiendo. Disfruta con ello y hace disfrutar a los demás. La última prueba de ello es su elogiada interpretación de Chet Baker en Born to be blue, biopic del célebre trompetista estadounidense que murió a los 58 años al caer por la ventana de un hotel de Ámsterdam tras consumir cocaína y heroína. “Meterme en la piel de Baker ha sido el papel más desafiante de mi carrera y me siento muy orgulloso”, afirma rotundo. De momento la estatuilla dorada se le resiste y cuando le pregunto si le haría más ilusión ganar un Oscar o un premio Pulitzer se decanta sin dudarlo por el galardón literario.

El intérprete de Gattaca no piensa jubilarse nunca y asegura entre risas que espera que cuando tenga 80 años pueda interpretar El Rey Lear bajo la dirección de un “nonagenario Richard Linklater”. Desgraciadamente, la charla tan distendida que estábamos manteniendo debe llegar a su fin. Antes de despedirnos le suplico una cuarta entrega de las andanzas de Jesse y Céline, a lo que me responde tímidamente con “seguro, un día de estos”, y recordamos con cariño al maestro Robin Williams de El club de los poetas muertos, nuestra película preferida. Estoy segura que donde quiera que se encuentre, esta noche el profesor Keating estará orgulloso de su alumno más aplicado.

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