Respirar aire contaminado aumenta el riesgo de Alzheimer y Parkinson
Agrava la Covid también
En Barcelona, cada año mueren al menos 1000 personas debido a la polución
Respirar aire contaminado, sobre todo por partículas finas de 2,5 micras de diámetro, impacta sobre la salud mental de la población alertan desde hace algunos años diversos estudios científicos que han relacionado, en concreto, la polución ambiental con Alzheimer y otras demencias, Parkinson, depresión y ansiedad.
Ahora, una nueva investigación liderada por la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.) suma nuevas pruebas que refuerzan esa relación entre la contaminación y el riesgo incrementado de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa.
Después de seguir a más de 63 millones de personas en Estados Unidos a lo largo de 17 años -lo que lo convierte seguramente en el mayor estudio realizado jamás sobre el impacto de la contaminación en la salud mental-, concluyen que la polución ambiental se asocia a mayor probabilidad de tener que ser ingresado en un hospital por problemas neurológicos, como Alzheimer y Parkinson.
El estudio, publicado en The Lancet Planetary Health, se ha centrado en analizar la relación entre el deterioro de la salud mental y las concentraciones de partículas de 2,5 micras que los ciudadanos respiraban en sus lugares de residencia. Y han visto que cada incremento de 5 microgramos por metro cúbico de aire en las concentraciones de partículas finas se relacionaba con un incremento del 13% del riesgo de hospitalizaciones por enfermedades neurológicas. Asimismo, los investigadores vieron que el riesgo era elevado incluso cuando los niveles de exposición a partículas finas estaban dentro de los límites considerados seguros.
“La exposición a largo plazo a partículas finas se relaciona con un riesgo incrementado de sufrir un deterioro de la salud neurológica, incluso si las concentraciones de partículas de 2,5 están por debajo de los actuales estándares”, apunta en un comunicado de prensa Xiao Wu, uno de los autores principales del trabajo.
Diversos estudios epidemiológicos previos han constatado que la contaminación ambiental no solo afecta al aparato respiratorio, como hasta hace unos años se pensaba, sino que tiene un impacto muy negativo sobre la salud cardiovascular, la diabetes y la obesidad. Provoca estrés oxidativo, neuroinflamación y envejecimiento prematuro del sistema nervioso central y se ha visto que respirar aire contaminado reduce la capacidad cognitiva y la memoria, en el caso de los niños.
“Está bien definido que inhalar gases y partículas contaminantes conduce a la inflamación sistémica del organismo, no solo de los pulmones, sino también del corazón, las arterias y también el cerebro. Antes se pensaba que estas partículas finas no podía atravesar la barrera hematoencefálica -la muralla que protege al cerebro-, pero hoy sabemos que sí y que causan mucho daño”, apunta Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Caixa, que no ha participado en este estudio. En este sentido, el estudio de la Carga Global de Enfermedad (Global Burden of Disease), elaborado por The Lancet, ya señala que 3 de cada 10 ictus producidos cada año en el mundo son atribuibles a los contaminantes del aire.
Para medir con precisión el impacto de la contaminación del aire en la salud mental de los ciudadanos, ISGlobal he emprendido un proyecto de ciencia ciudadana, llamado CitieS-Health, en el que participan 300 personas de quienes se tomarán datos sobre nivel de estrés, calidad del sueño y atención. Esa información se cruzará con mapas de contaminación, ruido y espacios verdes y azules para realizar una estimación de los niveles de contaminación a que están expuestos los ciudadanos y qué efectos tienen sobre la salud mental.
En Barcelona, 1000 personas mueren cada año por la contaminación
La publicación del estudio de Harvard ha coincidido con la del último informe de calidad del aire que elabora cada año la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), que concluye con una cifra demoledora: cumplir con las recomendaciones de la OMS, evitaría 1000 muertes cada año en la capital catalana. Y no solo eso, prevendría 1 de cada 3 casos nuevos de asma infantil y 1 de cada 9 casos de cáncer de pulmón.
“Son estimaciones conservadoras. Las muertes causadas por polución podrían llegar a 5.000 personas cada año”, apunta Nieuwenhuijsen, que considera esa cifra “totalmente inaceptable “Los coches son uno de los principales contaminantes en Barcelona y hay que empezar a reducir su paso por la ciudad. Tenemos verdaderas autopistas atravesándola, como la calle Aragón, que tiene cinco carriles, lo que no tiene sentido”, añade este investigador, que insiste en que es necesario dar más espacio a los ciudadanos para que caminen o hagan ejercicio.
“Con la Covid nos hemos percatado de que no hay espacio físico suficiente para las personas y necesitamos más. Hay que cambiar el asfalto por árboles ”, insiste y apunta “y mejorar el transporte público, tanto dentro de la ciudad como desde el área metropolitana a la ciudad, para que la gente deje el coche en casa”.
El informe de ASPB constata que el impacto de la contaminación no es homogéneo, sino que afecta de manera desigual a los distintos barrios. El que peor parado sale es el Eixample, el barrio con mayor densidad de tráfico del mundo. “Tiene cuatro veces la densidad de vehículos de Londres”, resalta Nieuwenhuijsen. Los colegios de este barrio están sometidos a niveles de contaminación, tanto de partículas finas como de NO2, superiores al límite legal, con las repercusiones importantes que ya se conocen que tiene la polución en cerebros en crecimiento.
El Eixample es el barrio con mayor densidad de tráfico del mundo. Tiene cuatro veces la densidad de vehículos de Londres.”
“Ahora estamos todos volcados en acabar con la Covid, pero debemos pensar que es un problema temporal, que se solucionará. La contaminación, sino aplicamos medidas, se quedará. Y se sabe que las áreas más contaminadas son aquellas que peor pronóstico tienen de Covid”, considera Nieuwenhuijsen. “Es el momento de repensar nuestras ciudades”.