El Imperio Romano era realmente contaminante. Tanto que eso afectó a sus cerebros

Estudios sobre núcleos de hielo ártico demuestran que la polución causó daños cerebrales permanentes en la población romana

El Imperio Romano era realmente contaminante. Tanto que eso afectó a sus cerebros
La Roma clásica fue uno de los períodos más contaminantes de la historia | Imagen: generada por DALL-E
Publicado en Ciencia
Por por Sergio Agudo

Los efectos de la contaminación industrial comenzaron mucho antes de lo que pensábamos. Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences demuestra que durante el Imperio Romano la exposición al plomo alcanzó 3,4 microgramos por decilitro en sangre, afectando al desarrollo cognitivo de toda la población.

Un equipo internacional de científicos ha analizado muestras de hielo del Ártico para determinar los niveles históricos de contaminación. Según el estudio publicado en Popular Science, la pérdida media de coeficiente intelectual fue de entre 2,5 y 3 puntos durante la Pax Romana, un periodo de aproximadamente 200 años entre el 27 a.C. y el 180 d.C.

La contaminación romana provocó daños cerebrales que pudieron influir en su caída

Algunos historiadores han relacionado el comportamiento errático de emperadores como Calígula y Nerón con el envenenamiento por plomo. La principal fuente de contaminación provenía de la minería y fundición de galena, mineral usado para obtener plata. Los modelos atmosféricos bidireccionales revelaron patrones tanto desde el sur de España como desde fuentes dispersas por el imperio.

Un fascinante mapa interactivo del Imperio Romano nos permite comprender la magnitud del territorio afectado. Durante la Pax Romana, los niveles de contaminación alcanzaron un tercio de los registrados en el siglo XX durante el apogeo de la gasolina con plomo.

La exposición no solo provenía del aire. Los romanos empleaban este metal en su día a día, desde las cañerías hasta los utensilios de cocina. Los enemigos del Imperio aprovecharon esta debilidad, mientras la toxicidad acumulada afectaba especialmente a las élites que usaban más objetos de plomo.

El registro de esta contaminación ha quedado grabado en el hielo ártico, que actúa como un archivo histórico de las condiciones atmosféricas. Los científicos del Desert Research Institute de Nevada han identificado concentraciones de plomo superiores a los niveles neolíticos en 2,4 microgramos por decilitro.

Los avances tecnológicos actuales han permitido cuantificar el impacto real de esta polución histórica. La exposición provocaba trastornos del neurodesarrollo que incluían retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje y alteraciones conductuales.

La contaminación por plomo tiene efectos particularmente graves en bebés y niños, pudiendo causar desde problemas cardiovasculares hasta daños en órganos vitales. Según la OMS y los CDC, no existe un umbral seguro de exposición a este metal pesado, cuyos efectos son irreversibles.

Este hallazgo desmonta la idea de que la contaminación industrial es exclusivamente moderna. Los análisis de tres lugares diferentes del Ártico demuestran que los niveles de emisiones tóxicas durante el Imperio Romano fueron suficientes para provocar un impacto medible en toda una civilización.

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