Granjas verticales, la alimentación del futuro ya está aquí: “Ahorramos hasta un 90% de agua”
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Los cultivos de plantas aromáticas y germinaciones en estas instalaciones son hasta 40 veces más eficientes que la agricultura tradicional: no dependen del tiempo y permiten crear alimentos más ricos y nutritivos
Las palabras que surgen durante la conversación rebotan con un eco metálico contra los centenares de estanterías de tamaño industrial que invaden la nave. Se supone que son una suerte de incubadoras del futuro, donde se cultivan hortalizas de hoja en grandes cantidades y en las condiciones perfectas para su desarrollo. Pero su aspecto podría asociarse perfectamente con la escena de una película futurista. Estamos en el interior de una de las granjas verticales más grandes de Europa, Leafood, situada a las afueras de Vilnius (Lituania), donde miles de lechugas, canónigos y plantas aromáticas flotan suspendidas en bandejas llenas de agua que se elevan hasta los nueve metros de altura.
En el caso de las granjas verticales, la perfección y efectividad del producto va directamente relacionada con una desnaturalización de lo más básico: los ‘productos de la tierra’ ya no necesitan tierra para crecer. El cultivo hidropónico es la base de este negocio: las plantas flotan en el agua dejando a la vista sus raíces, que se alimentan de los nutrientes que se introducen en ella. “Una de las claves es la recirculación. Con esta técnica conseguimos ahorrar hasta un 90% de agua en comparación a los cultivos de agricultura tradicional”, explica a La Vanguardia Joaquim Bas, cofundador de Groots.
Nuestro producto es entre un 15% y un 20% más caro que el del supermercado, pero son alimentos sin químicos y 100% locales y de proximidad
En Europa, el sector todavía está en fase de adaptación. La crisis del precio de la electricidad en 2021 sumada a la invasión de Ucrania, que dispararon el precio de la energía, provocaron una fuerte sacudida en un sector que todavía no se ha recuperado. Ahora, según parece, están empezando a dar las primeras señales de rentabilidad algunas de las granjas supervivientes.
Entre las principales ventajas de este tipo de cultivo está la de superar las inclemencias meteorológicas, cada vez más virulentas, provocadas por el cambio climático. Los alimentos de hoja verde se encuentran a una temperatura estable, sin sufrir el azote de la lluvia intensa, granizo o nieve, y con la ventaja de no depender de pesticidas y herbicidas. “Técnicamente, no es nada fácil ejecutar un proyecto como este. Hemos tardado algunos años en poder impulsar la operación, pero ahora ya somos un negocio viable”, explica Valentinas Civinskas, CEO y fundador de Leafoods.
La empresa lituana empezó a tomar forma en 2019, pero no fue hasta 2022 que pudieron empezar a comercializar sus productos. Según Civinskas, lo más difícil fue despertar el interés de los minoristas y conseguir que el mercado entendiera sus ventajas, además de las dificultades logísticas y tecnológicas. “Somos entre un 15% y un 20% que un producto similar del supermercado, pero producimos sin productos químicos y se trata de alimentos 100% locales y de proximidad”. Leafood cuenta con 35 trabajadores y unas instalaciones de 7.000 metros cuadrados, que pretenden doblar en tamaño a partir de 2025.
Cubrimos la demanda del campo. Nos encargamos de producir todo aquello que la tierra no ha sido capaz de hacer crecer y que el mercado demanda
Una de las ventajas competitivas es que la producción casi siempre se mantiene estable. “Mientras que en el campo la producción puede variar muchísimo dependiendo del año, nosotros tenemos siempre un rendimiento asegurado”. Además, aunque hasta ahora solo se cultivan brotes y plantas aromáticas, Valentinas Civinskas asegura que en 15 o 20 años podremos cultivar casi cualquier cosa. “Todo depende de la energía que podamos destinar. Cuando se desarrollen tecnologías para producir electricidad de forma limpia, el cultivo se ampliará exponencialmente”.
En los Estados Unidos, nos cuentan tanto Bas como su homólogo lituano, están cerrando muchas empresas de cultivo vertical. El motivo, según destacan, reside en la concepción errónea del modelo de negocio. “Hay que tener muy claro la viabilidad del proyecto y en qué debes enfocarte según el país donde estés. Hay muchas empresas de granjas como la nuestra que han cesado su actividad por la imposibilidad de devolver las inversiones millonarias que han atraído”.
El cofundador de Groots, que ya cuenta con alrededor de 40 trabajadores y unas instalaciones de más de 3.000 metros cuadrados en Martorell, basa su estrategia de negocio en cubrir aquello que el campo no es capaz de proveer. “Tenemos una relación muy estrecha con agricultores y productores locales, y nos encargamos de producir todo aquello que la tierra no ha sido capaz de hacer crecer y que el mercado demanda”.
Los precios de la agricultura ecológica eran desorbitados, pero es algo que estamos consiguiendo cambiar...
Una de las claves del éxito de la empresa catalana ha sido, según Bas, la inversión en la mejora de la producción y en tecnología. “Ahora somos capaces de producir hasta 100.000 plantas mensuales. En el supermercado, hemos logrado competir con el campo en algunos productos, algo que hasta ahora nunca había ocurrido. Los precios de la agricultura ecológica eran desorbitados, pero es algo que estamos consiguiendo cambiar. Somos hasta 40 veces más productivos por metro cuadrado que un cultivo tradicional”.
Presentes en casi 1.000 tiendas y grandes cadenas de supermercados, su último gran hito ha sido la certificación Global G.A.P y GRASP –que avalúa la seguridad y sostenibilidad de los alimentos—, que les permitirá comercializar fuera de España. “Con el aumento de las temperaturas, incluso los invernadores empiezan a ser lugares con una gran merma de producto. Las granjas verticales, con su entorno controlado y protegido, permitirán superar ese gran escollo, que cada vez va a ser mayor”.