Antes de las elecciones europeas, casi nadie había escuchado hablar de Alvise, ni de su formación política llamada Se Acabó La Fiesta (SALF). Sin embargo, el 9 de junio, Luis Pérez Fernández, sevillano de 34 años, logró tres eurodiputados y casi 800.000 votos. El papel de las redes sociales y los buscadores fue clave para su éxito electoral (4,58% de los votos). De hecho, Alvise fue el candidato más buscado en Google durante la semana previa a las elecciones europeas, según datos de la propia plataforma.
Alvise supone un reto para el sistema democráctico. Su planteamiento antipolítico es bien recibido a través de las redes sociales entre muchos hombres jóvenes (el 80% de los votantes de SALF tienen menos de 44 años y los hombres triplican a las mujeres, según la encuesta preelectoral del CIS). La transgresión, el odio, el lenguaje políticamente incorrecto, así como la ridiculización, las acusaciones sin pruebas y las mentiras, son los códigos utilizados por Alvise para amasar una gran cantidad de usuarios en sus redes sociales.
Alvise tiene presencia en todos los canales digitales, excepto en X, cuya cuenta fue suspendida en agosto de 2023 por publicar un vídeo de Jenni Hermoso. En Telegram, canal que usa desde 2018 a modo de medio de comunicación para difundir información, desinformación y crear comunidad, tiene 565.000 adscritos, muchísimo más que cualquier partido político (Vox, 44.344; Podemos, 21.595; PSOE, 6.577; Sumar, 6.146; PP, 5.776). Entre otros, le han demandado la periodista de La Sexta Ana Pastor; el exministro de Fomento José Luis Ábalos (hasta seis demandas por diferentes delitos contra el honor), y la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena. Ahora como eurodiputado, tendrá condición de aforado.
Sabe cómo funciona desde dentro la política, ha hecho buenos contactos y tiene dinero. Para montar una formación estatal necesitas recursos
La red social donde congrega un mayor número de seguidores es Instagram (961.000; más que cualquier partido político: Vox, 744.000; Podemos, 249.000; PP, 170.000; Sumar, 160.000; PSOE, 150.000), seguido por YouTube (321.000), TikTok (186.000) y Facebook (229.000). Antes de las elecciones europeas, Alvise apenas había tenido presencia en los medios tradicionales, pero en los entornos digitales era bien conocido. Es por ello que algunos analistas atribuyen su éxito electoral, en parte, a su presencia y actividad digital, pero ¿es suficiente ser influencer para conseguir casi 800.000 votos?
“Tener más de un millón de seguidores es meritorio. Tenerlos en España con un contenido eminentemente político tiene más mérito aún, pero no es suficiente para sacar tres eurodiputados”, señala el periodista especializado en comunicación política y redes sociales, y creador de contenido, Sergi Santiago. “Alvise Pérez tiene al menos un par de bazas más a su favor. Sabe cómo funciona desde dentro la política porque ha trabajado como jefe de gabinete con Ciudadanos, y ha estado en la órbita de Vox. Por lo tanto, sabe de estrategia y ha hecho buenos contactos. Y, en segundo lugar, el dinero. Para montar una formación estatal necesitas recursos”. Alvise tiene un perfil en Patreon, un sistema de micromecenazgo, donde más de 600 personas le abonan una cantidad mensual. Uno de los financiadores más conocidos es Hazte Oír, asociación de extrema derecha.
“Detectar un espacio político no representado y elaborar un mensaje que puede calar en un contexto determinado son factores clave, más allá de ser alguien con muchos seguidores en redes, que es algo que ayuda pero no es suficiente”, apunta el periodista político de eldiario.es Arturo Puente. “Lo ocurrido estos días me recuerda mucho a lo que ocurrió con Podemos en 2014, aunque en aquel momento el mensaje de Pablo Iglesias, además de tener fuerte presencia en Twitter, entraba a través de los medios tradicionales como la televisión”. Podemos irrumpió en el panorama político español en las elecciones europeas de 2014. La principal característica del sistema electoral europeo es que todos los votos valen lo mismo, de manera que es más fácil lograr representación.
¿Dónde están y quiénes son los principales influencers de izquierdas?
A pesar de que hay múltiples causas que explican el fenómeno Alvise, los expertos consultados coinciden en que su estrategia de comunicación digital ha sido un factor determinante. Al día siguiente de las elecciones europeas, la escritora Anita Botwin escribía en X que hacían falta más influencers de izquierda para concienciar y movilizar el voto de los más jóvenes. Sin embargo, a simple vista, hay creadores de contenido del ámbito político tanto en el ámbito de la izquierda como en el de la derecha.
Facu Díaz, Cuellilargo, Henar Álvarez, Inés Hernand, Carla Galeote, La gata de Schröndinger, Tigrillo, Anuj, Alan Barroso, Antonio Maestre, Miquel Ramos, OyePolo, La paella rusa, etc. son sólo algunos nombres con una gran comunidad de seguidores en alguna red social. Destacan los 724.000 de Henar Álvarez en Instagram, muy cerca de los 961.000 de Alvise; o el casi medio millón de Alan Barroso en Tik Tok (más del doble de los que tiene Alvise en ese canal).
Telegram es clave para explicar el éxito de Alvise. Es la red donde el contenido está menos condicionado; cada persona se siente partícipe
Ahora bien, ninguno de ellos está en Telegram. ¿Es este el canal dónde hay que estar para conseguir movilizar a las bases? “No es el único, pero es un buen canal”, señala Santiago. “Primero, porque te proteges de los vaivenes y cambios en el algoritmo de las otras redes sociales como Instagram, TikTok o X. Segundo, porque sirve para construir comunidad y movilizar. Fomenta mucho más la interacción y el debate”, añade.
“Telegram es la red social más libre, donde el contenido está menos condicionado”, apunta Puente. “Lo que hace Alvise en Telegram es generar una comunidad con una identidad muy fuerte, donde cada persona se siente partícipe. Telegram es clave para explicar el éxito de Alvise. Ahora bien, eso no significa que al siguiente le vaya a funcionar. A Pablo Iglesias, que mencionamos antes, le sirvió Twitter y la televisión”.
Influencers de izquierda vs. influencers de derecha
El influencer es por definición el creador de contenidos que mejor se adapta al algoritmo. Y el algoritmo de las plataformas tecnológicas premia el éxito individual por encima del colectivo. Otorga más visibilidad al contenido incendiario, reaccionario y polémico, así como a quiénes suscitan el odio, usan un lenguaje políticamente incorrecto y lanzan acusaciones sin contrastar. El algoritmo también premia la producción ilimitada de mensajes que resuelven de manera simple (140 caracteres en X, 40 segundos en Tik Tok) problemas complejos (violencia de género, migración, presupuestos). ¿Es por tanto compatible ser influencer y tener valores de izquierdas?
“Los influencers de derechas juegan con varias ventajas en el terreno digital. Primero, que a menudo ellos o su comunidad tienen más dinero, y eso les permite crear contenido con más facilidad. Segundo, que es más fácil crear contenido desde el desprecio y el privilegio, que desde el miedo o la angustia. Tercero, que el formato es idóneo para ellos, porque en menos de 90 segundos abordan temas complejísimos con mensajes efectistas y polémicos. Además, el algoritmo premia las posiciones burdas, como por ejemplo cuando Alvise propone crear una macro prisión. En cambio, hablar de la justicia restaurativa seguramente no vende tanto”, defiende Santiago.
Los influencers de izquierda, que tienen un discurso más moderado, acaban siendo absorbidos por medios tradicionales de tendencia progresista, como es el caso, por ejemplo, de Henar Álvarez, que colabora y participa a menudo en los programas de Prisa, o Inés Hernand, con RTVE. Sin embargo, el mensaje de la ultraderecha tiene que difundirse a través de canales alternativos como Telegram o las redes sociales porque no tiene cabida en los principales medios de comunicación. Tampoco cuentan con el apoyo de los anunciantes.
Los influencers de derechas tienen ventajas: es más fácil crear contenido desde el desprecio y el privilegio que desde el miedo o la angustia
“Las redes sociales son totalmente necesarias para la desinformación”, dispara el asesor de Comunicación Julio Lleonart. “La izquierda justifica su mensaje a través de un contexto, una investigación o un argumento. La extrema derecha ha encontrado un filón en las mentiras difundidas a través de capturas de pantalla. Sólo hace falta pasarse por las redes de Alvise para comprobarlo. Ellos no crean nada, sino que han detectado los descontentos con el sistema y fomentan un odio que ya tenían”.
“No veo ninguna contradicción entre ser influencer y tener valores de izquierdas. Me rebelo contra la idea de que ser de izquierdas es muy difícil. Es decir, que es incompatible ser de izquierdas y tener un Iphone, por ejemplo. Ahora bien, el panorama mediático digital ha cambiado en los últimos diez años. Eso es incuestionable. Twitter, ahora X, está en manos de Elon Musk, que es un empresario afín a Donald Trump. En YouTube, me acuesto viendo un programa blanco como es el que hace Berto Romero y me despierto con contenidos de la Falange. El algoritmo nos conduce hacia contenidos de derechas, quizás porque hay más, quizás porque hay intereses detrás”, indica Puente.
¿Se puede comunicar de manera comunitaria en el entorno digital?
Las lógicas individualistas, polarizantes y desinformativas de los canales digitales llevan a cuestionar si son el lugar idóneo para desarrollar el debate público. “Si dejas el contenido de izquierdas en manos de unos pocos creadores caes en muchos peligros, como el individualismo y el hiperliderazgo (que también vemos en la política institucional) o el sesgo de clase (los que lleguen más alto probablemente serán los que tengan más tiempo y recursos para crear contenido)”, apunta Santiago. “El algoritmo penaliza la comunicación comunitaria y coral. Por ejemplo, el hecho de que desde una cuenta vayan rotando las caras que salen. Existe un ecosistema diverso y amplio de contenido de izquierdas, pero está totalmente disperso. Sería interesante que estos creadores se coordinaran”.
En plena resaca electoral de las europeas, después de la debacle de los partidos progresistas, no es suficiente reclamar más influencers de izquierdas. Hay distintos factores que explican porque los discursos de derechas movilizan más que los de izquierdas en el contexto actual. En primer lugar, España tiene un gobierno socialista desde junio de 2018 y siempre da mayor rédito discursivo atacar que proponer. Segundo, falta un relato esperanzador en el ámbito de la izquierda. Tercero, hay una ola reaccionaria global.
Pero tampoco hay que menospreciar el papel movilizador/desmovilizador de las redes sociales, fundamentales para explicar los procesos electorales. “La izquierda necesita militantes que paguen la cuota del sindicato, que enganchen carteles e inviertan tiempo en asambleas. Todo esto es perfectamente compatible con la comunicación digital. Necesitamos seguir contagiando mensajes a través de las redes”, concluye Puente.