Cómo afrontar el trance de reaprender a ligar tras una ruptura
Consultorio de sexo
Al salir de una relación larga muchas personas no saben cómo actuar, temen haber perdido su capacidad de seducción
Hace un año que me he separado de mi última relación. Llevábamos más de 15 años juntos, media vida, y eso me ha llevado a perder las habilidades para ligar y para conocer gente nueva. Me gustaría tener más seguridad para lanzarme a un chico. Atreverme, generar ese misterio y ese juego. Voy muy perdida… ¡¡Gracias!!
Hoy en día es un hecho asumido por la sociedad que las relaciones ya no tienen por qué ser para toda la vida. La mayor parte de los hombres y mujeres podemos elegir nuestro destino personal y el de nuestras relaciones de pareja.
Como consecuencia de ello, hay más rupturas y, por tanto, nuevas oportunidades para aprender a mostrarse, saber generar interés en otros y propiciar un primer encuentro positivo. De ahí que cada vez haya más gente interesada en la nuevas formas de ligar: saber cómo acercarse a otra persona y seducirla.
Para aprender a “ligar” debemos conocer las tres etapas de un modelo secuencial que estudió las fases del flirteo.
1.- La atracción
En esta primera fase de atracción lo que debemos conseguir es aislar a la persona que nos gusta. Por ejemplo, si coincidimos con ella tomando algo en un bar de copas con sus amistades, el objetivo sería tener una conversación a solas en un rincón del bar.
En esta etapa es muy importante empezar por el contacto visual, mostrar interés. Si creemos que ese interés es recíproco, se trata de pasar al siguiente punto: el primer contacto directo. En este contacto conviene decir algo divertido o personal. No suele funcionar decir siempre lo mismo, ni tampoco algo referido al físico, porque entonces la otra persona no va a percibir una sensación de interés real y personal.
Una vez hayamos iniciado la conversación debemos recordar que el lenguaje corporal también importa: no debemos acercarnos en exceso ni tampoco resultar muy distantes. Si la persona está cada vez más interesada en nosotros, probablemente lo demostrará de un modo u otro. Por ejemplo, con algún gesto físico, como un giro corporal para situarse totalmente de frente.
Además, se han identificado algunas leyes de la atracción, que concretan los cinco aspectos que más condicionan que una persona nos guste o no son:
- La ley de la familiaridad. Tiene que ver con aquello de que “el roce hace el cariño”: cuanto más tiempo pasamos con una persona, más posibilidades hay de que nos guste.
- La ley de la atracción física. El físico influye y no podemos negarlo. No se trata de cumplir con unos estereotipos, sino que la otra persona nos guste y nos despierte ese “algo”.
- La ley de la personalidad. Hay dos rasgos de personalidad que vuelven a una persona atractiva a los ojos de otro: la competencia (el nivel de inteligencia y habilidades sociales); y la calidez (su capacidad para ser cercana y cariñosa)
- La ley de la proximidad. Lo habitual es que escojamos como pareja a alguien que tenemos cerca, la sencillez atrae.
- La ley de la semejanza. Nos atraen las personas como nosotros. No es que la pareja tenga que ser exactamente igual que nosotros, pero sí compartir ciertas aficiones, valores e inquietudes.
2.- El confort
La etapa del confort, de estar cómodo con la otra persona, es aquella donde se crea la conversación, la conexión y la intimidad. Es la fase más larga del proceso de conocer a otra persona y donde hay una escalada de contacto.
En este bloque el objetivo es generar comodidad al otro, intentar conocerlo, buscar complicidad y mostrarnos cercanos y naturales. Muchas veces esta fase no se establece correctamente porque se tiende a ir demasiado directo a la siguiente sin darle importancia al hecho de estar cómodo ante la otra persona.
3.- La seducción
Es en la culminación del proceso flirteo cuando aparecen las caricias, la sexualidad. En esta fase evaluamos si queremos realmente seguir con esa persona o no. Se vuelve importantes aspectos físicos relacionados con la sensualidad: la forma de tocar, el olor, los besos, las miradas.
Varios estudios se han dedicado a identificar qué conductas corporales muestran hombres y mujeres cuando quieren seducir a otra persona. Y lo que se ha encontrado es que cuando una mujer quiere seducir tiende a mostrar una sonrisa nerviosa, a ladear la cabeza, a levantar las cejas y a dejar el cuello descubierto por el pelo. En cambio, un hombre tiende a levantar los hombros, a colocarse bien la ropa y a hacer risas sonoras.
Cada fase no tiene un tiempo estipulado, sino que depende de cada persona y de cada circunstancia. No es lo mismo conocer a alguien en un bar, que te lo presenten unos amigos, o que lo conozcas por Internet. Pero las fases se dan igual. Quizás conociendo a alguien online se le da más importancia a la atracción; en cambio conociendo a alguien a través de unos amigos se valora más el confort.
Lo importante es no forzar la situación, ser uno mismo y dejarse llevar pase lo que pase.