¡Esta noche no! Cómo rechazar el sexo con tu pareja sin dañar la relación
Consultorio sexual
Seis pautas para evitar conflictos y frustración si la pareja sufre disritmia sexual, es decir, uno tiene más ganas que otro
Hola. Llevo 6 años con mi pareja y cada noche intenta que tengamos sexo. A mí muchas veces no me apetece, y cada vez que me voy a dormir ya estoy pensando que tocará de nuevo torear la misma situación. Esto hace que discutamos, que yo me agobie y me vaya antes a la cama para hacerme la dormida antes de que llegue él. Si hay sexo él cambia el humor y todo va bien. Pero si no hay, se enfada y no deja de insistir. Tampoco sé qué me ha pasado, antes tenía más ganas. Gracias por leerme. Saludos.
¿Cómo podemos decirle a nuestra pareja que no queremos tener sexo esta noche sin que ello derive un enfado o un cambio de humor? Seguramente lo primero que se visualiza mentalmente es que el hombre presiona a la mujer, o es el que toma la iniciativa, y es la mujer la que responde “no me apetece”. Pero esto no tiene por qué ser así. Hay tantos hombres como mujeres que tienen menos deseo sexual que su pareja. Por suerte ya no se habla de géneros sino simplemente de personas, porque cada caso es un mundo distinto y único.
Se acostumbra a pensar que las personas que viven en pareja ya tienen la vida sexual solucionada, pero la realidad es muy diferente. La convivencia, el cansancio, el estrés, las preocupaciones familiares o laborales conllevan problemas que afectan a todos los aspectos de la relación, incluida la vida sexual. Estas y otras circunstancias, como las diferentes etapas por las que pasa una relación, modifican los hábitos sexuales de las personas, haciendo que en muchas ocasiones digamos que no a la propuesta sexual que nos ofrece nuestra pareja.
La situación se agrava cuando la respuesta de la otra persona a la negativa es seguir insistiendo, lo que a menudo genera una discusión o conduce a conclusiones erróneas del tipo “ya no te gusto”, “hay otra persona”, “por qué no puede ser como antes”, “me engañaste al principio creyendo que eras una persona más sexual”, etcétera.
Hay que entender que tanto rechazar como ser rechazado resulta complejo y frustrante, sobre todo si de quién estamos hablando es de nuestra pareja, de la persona con la que estamos compartiendo la vida y a la que amamos. Cuando aparecen fricciones de pareja motivadas porque uno de los dos quiere tener encuentros sexuales con mucha frecuencia y el otro con poca hablamos de disritmia sexual o dicronaxia sexual.
El que quiere sexo más a menudo tiende a frustrarse, ya que se siente rechazado: empieza a tener dudas de su capacidad de atracción y su autoestima empieza a decaer. Al mismo tiempo, el miembro que se encuentra con menos deseo se siente incomprendido y duda de si es normal lo que le ocurre. También ocurre que se ve ante la obligación de tener que “cumplir” para evitar problemas en la relación.
No obstante, hay algunas pautas de comportamiento que pueden ser de utilidad para gestionar mejor estas situaciones:
1. Debemos dar una razón, explicar el porqué:
Es difícil que los dos miembros de una pareja sientan el mismo deseo sexual. Normalmente uno de los dos es más sexual que el otro. Por lo tanto, el que dice que no es importante que explique el motivo, que ayude a que el otro no se sienta mal y que no se lo tome como algo personal.
Dar las explicaciones oportunas contribuirá a que el otro conozca nuestros sentimientos y preferencias: porque estamos cansados, porque no es el momento, porque no nos ha gustado cómo ha empezado, etcétera. Así evitaremos caer en el mismo error la próxima vez.
2. Darse un poco de tiempo
A veces decimos que no de forma automática. Es la primera respuesta, o tal vez sólo un gesto. Y lo hacemos porque en ese momento quizás estamos ocupados o pensando en otra cosa. Si dejamos unos minutos para cambiar el humor, relajarnos y dejar que todo fluya tal vez nos demos cuenta que sí tenemos ganas.
3. Ofrecer un alternativa
Muchas veces el problema de que no nos apetezca es que siempre hacemos lo mismo. Sabemos exactamente cómo acabara la película y, en un momento dado, nos da pereza. En este caso tenemos que poner en práctica nuevas alternativas sexuales o una sexualidad más variada, como puede ser una masturbación mutua. Se trata de salir de lo previsible y lo conocido.
4. Ante todo, sinceridad
Es perjudicial decir que no de forma automática y sin ninguna explicación, pero también lo es decir que sí cuando no tenemos ganas y simplemente queremos evitar el conflicto. Es importante recordar que tener una relación sexual cuando no nos apetece puede provocar que, a la larga, el sexo acabe convirtiéndose en una obligación.
5. Ni presionar, ni contraatacar
Cuando ha quedado claro que no nos apetece, el otro no debe de seguir insistiendo hasta volverse pesado. De la misma manera que tampoco podemos atacar a la pareja por tener un deseo mayor que el nuestro, diciendo por ejemplo “eres un obseso”, “nunca tienes suficiente”, etcétera.
6. Entendernos
Es el punto más importante. Es fundamental que nos preguntemos: ¿Por qué no nos apetece? ¿Porque estamos cansados? ¿Porque ya no nos gusta nuestra pareja? ¿Porque nuestra vida sexual es aburrida?
Tenemos que entender qué nos ocurre porque es la única manera de que nuestra pareja pueda comprender qué nos pasa y así poder trabajar juntos en una solución. Si haciendo todo este proceso no conseguimos un mejor entendimiento o no encontramos respuestas, es el momento de dejarse guiar por un profesional.