Estas son las razones por las que cada vez más gente reniega de la hiperconexión digital
Del FOMO al JOMO
Crece el colectivo de quienes cambian el miedo a estar desconectado por la satisfacción de hacerlo
Que vivimos hiperconectados –al menos una amplia mayoría de la población– no es nuevo. Lo que resulta novedoso es que cada vez son más quienes no solo no presumen de ello sino que incluso reniegan. Uno diría que la luna de miel con las redes sociales ha acabado y que existe un cierto hartazgo de las mismas, que cada vez más personas se cuestionan si vale la pena mantenerse hiperconectados en todo momento, si realmente es tan grave “perderse algo” de un mundo digital que, igualmente, resulta inabarcable.
Sin ser habitual, sí es cada vez más frecuente participar en una comida, cena o reunión “sin móviles en la mesa”. El turismo digital-free, los fines de semana y las vacaciones de desintoxicación digital, va al alza. E incluso los más jóvenes han comenzado a apreciar las ventajas de usar el “modo avión” en sus móviles mientras estudian o descansan. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado?
“Somos cada vez más conscientes de que el precio que pagamos por estar conectados permanentemente es muy alto, hasta el punto que hemos pasado del FOMO –fear of missing out (el miedo a perdernos algo)– al JOMO –joy of missing out (la alegría de desconectarse)”, asegura Manuel Armayones, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y director de desarrollo del eHealth Center de la UOC.
Y considera que esa luna de miel que muchas personas tuvieron con las nuevas tecnologías está terminando porque “las promesas que tenían asociadas de una mayor libertad y mayor capacidad de relacionarse con los demás no se han cumplido, más bien ha ocurrido lo contrario”.
Armayones cree que hay diversas causas para este cambio de etapa, entre ellas la superposición de las diferentes etapas de nuestra vida. “Hemos estirado demasiado del péndulo; entre otras razones porque hemos mezclado nuestra vida personal con nuestra vida profesional y los límites entre ambas se han roto”, enfatiza. Y pone algunos ejemplos muy gráficos: “los jefes envían mensajes de Whatsapp a los trabajadores y los incorporan en grupos aunque ese no sea el canal de comunicación oficial en muchos trabajos; las pareja envían mensajes a la dirección de correo del trabajo; los compañeros de trabajo te envían un whatsapp a tu móvil para decirte que te han enviado un correo electrónico...Y al final nuestra vida termina siendo un desbarajuste”.
Causas del hartazgo
“Hemos estirado demasiado el péndulo; hemos roto los límites entre vida personal y profesional y es un desbarajuste”
Manuel Armayones
Profesor Psicología UOC
Y, como ocurre con casi todo en la vida, abrazamos las nuevas tecnologías y las redes sociales “si nos hacen sentir bien, pero cuando no es así, nos planteamos dejarlas correr”, abandonarlas, dice el psicólogo. De ahí que las diferentes formas de desconexión digital sean, y vayan a serlo más en el futuro, una tendencia al alza en los próximos años.
Su opinión va en línea con lo que dicen algunos estudios sobre los efectos de la desintoxicación digital, de abandonar la hiperconexión. Según el realizado por el Instituto de Investigación de la Felicidad sobre las consecuencias de dejar de utilizar las redes sociales, quienes lo hicieron durante una semana se sintieron más felices y con menos preocupaciones que quienes continuaron usándolas. Y no solo creció el nivel de satisfacción con su vida sino que aseguraron haber incrementado sus actividades sociales y su satisfacción por ello.
Pero hay más razones que empujan hacia este creciente hartazgo de estar todo el día pendiente del móvil y de las redes sociales tras estos años de experimentación y aprendizaje sobre lo que significa la conectividad excesiva. “Internet quería ser realmente una evolución tecnológica en la medida en que proponía nuevas formas de relación técnica entre personas con una nueva lógica en la que la interconexión horizontal pudiera ser la solución a los mecanismos de concentración de poder que siempre han imperado entre quién da y quién recibe la información. Estos discursos, según los cuales compartir información era de alguna manera una forma de poner en jaque el sistema que crea desigualdades, fueron los que supieron explotar las empresas que componen la construcción oligopólica GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) para construir sus modelos de negocio”, reflexiona Enric Puig Punyet, filósofo, escritor y profesor colaborador de la UOC.
Y explica que, contrariamente a cómo se presentaron en sus inicios, estas empresas son mayoritariamente publicitarias y para satisfacer sus objetivos han llevado la conectividad hasta sus últimas consecuencias, “forzando a sus usuarios, con mecanismos de gratificación, a compartir y recibir información, lo que nos ha llevado a comportamientos adictivos hacia los dispositivos”. Por ello, dice, con el paso de los años “la continua exposición a esta situación ha terminado distanciando las redes sociales y los modelos empresariales que hay detrás de GAFA de los discursos con los cuales entraron en la sociedad en los primeros años, y han hecho más evidentes los problemas de llevar la conectividad digital a sus últimas consecuencias”.
Cambio de norma social
“Ahora lo ‘in’ es desconectar; ha habido muchos ejemplos entre personajes populares”
Manuel Armayones
Profesor Psicología UOC
¿Estamos entonces ante el fin de la hiperconexión? Manuel Armayones opina que eso es lo que sugiere la norma social actual. “Había una especie de norma no escrita que decía que cuanto más conectados estuviésemos más conseguiríamos en el ámbito profesional y más comprometidos estaríamos con el proyecto de nuestra empresa, mientras que en el ámbito privado significaría una vida más plena: Pero la norma social está cambiando: nos damos cuenta de que las personas que realmente tienen poder pueden permitirse el lujo de parar el móvil. Y ahora lo in es desconectar. Ha habido muchos ejemplos de esto entre los personajes populares”, señala.
Justin Bieber, Ed Sheeran o el marido de Kim Kardashian son algunos ejemplos de famosos que se “desintoxicaron” de sus redes sociales durante algún tiempo. Pero también lo han hecho gurús de Silicon Valley, como Jaron Lanier, uno de los pioneros de internet en los años ochenta que en su libro Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato (Debate) reflexiona sobre la manipulación a la que estamos sometidos si permanecemos en ellas.
Con todo, Armayones no cree que estemos ante el fin de las redes sociales ni de la conexión digital. “Una de las cosas que pueden salvar las redes sociales e internet es que seamos capaces de usarlas como instrumento para que pasen cosas reales en la vida real”, dice. Y asegura que la plataforma social genuina, aunque algunos expertos ni siquiere la consideren red social, es Whatsapp. “Permite que tengamos una interacción entre nosotros, que se elija muy bien con quién se interactúa y, al mismo tiempo, que sea algo privado”, resume.
Enric Puig, por su parte, cree que a largo plazo lo que veremos es “una respuesta social más plural en relación con el uso de las redes sociales y las tecnologías digitales”, que de alguna manera es lo que ya está empezando a ocurrir, que una vez experimentada la hiperconectividad y la sobre exposición a las redes, cada uno está decidiendo si pone límites o no, cómo y cuándo se conecta, dónde y con quién. Por ello, más que de desintoxicación digital o de renegar de la tecnología, las tendencias que crecen son las de minimalismo digital y tecnología consciente.