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Por qué no deberías tomar decisiones cuando tengas hambre

Así funciona el cerebro

Un nuevo estudio constata que el estómago vacío sesga las elecciones: nos vuelve cortoplacistas

El hambre altera significativamente la toma de cualquier decisión: nos inclina a la gratificación inmediata

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La mayoría de personas ya sabe que no debe ir al súper con el estómago vacío porque eso acaba desvirtuando (y disparando el coste) de su cesta de la compra. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Dundee (Reino Unido), ha constatado que el hambre altera significativamente la toma de cualquier tipo de decisión, y no sólo de las relativas a la comida.

Según el autor del estudio, Benjamin Vincent, cuando tenemos hambre buscamos gratificaciones inmediatas, nos volvemos más cortoplacistas, y eso puede inducirnos a realizar elecciones miopes, que no sean las más adecuadas para nuestros objetivos a largo plazo. Y esto, que vale para la comida, han comprobado que ocurre también cuando decidimos sobre música o sobre dinero, por ejemplo.

Nunca deberíamos ir al banco con el estómago vacío porque lo que decidamos quizá no sea lo mejor para nuestras finanzas a largo plazo

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Para llevar a cabo el estudio –publicado este mes en la revista Psychonomic Bulletin & Review–, los expertos analizaron a medio centenar de personas en dos ocasiones: una vez cuando habían comido bien y estaban saciados, y otra después de haber ayunado 10 horas y sentirse hambrientos. Y observaron que cuando tenían hambre, las personas priorizaban hipotéticas recompensas más pequeñas pero recibidas inmediatamente que otras más grandes pero para las que tenían que esperar más tiempo.

“Si ofreces a las personas una recompensa ahora o el doble de ese importe en el futuro, normalmente están dispuestas a esperar 35 días para duplicar la recompensa; pero cuando tienen hambre, ese plazo se desploma a solo 3 días”, explican los científicos en un comunicado.

La persona que está dispuesta a esperar 35 días para duplicar una recompensa, si tiene hambre, solo tres

Cuando se analizaban decisiones monetarias, la caída fue de 90 a 40 días según se preguntaba en condiciones de saciedad o de hambre. En el caso de las decisiones respecto a las descargas de música, el tiempo que estaban dispuestos a esperar pasaba de 40 a 12 días cuando tenían el estómago vacío.

Vincent subraya que estos hallazgos tienen gran trascendencia en nuestra vida cotidiana. “Cuando vas al banco o a hablar con un asesor sobre pensiones o hipotecas, si tienes hambre puede que te centres más en el presente y te preocupes más por la gratificación inmediata, a expensas de un futuro potencialmente más prometedor”, a costa de decisiones o productos que serían más interesantes para ti a largo plazo.

El “efecto hambre” puede afectar a las decisiones de las personas que ayunan o hacen dietas muy restrictivas

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Los investigadores comprobaron, no obstante, que el “efecto hambre” es “muy fuerte” cuando se trata de elegir alimentos, mientras que su impacto sobre las decisiones relacionadas con el dinero o la música es algo menor, “moderadamente fuerte”.

En todo caso, Vicent enfatiza las consecuencias que este condicionante de estómago vacío puede tener para las personas que pasan hambre de manera crónica. “Escuchamos que los niños van a la escuela sin haber desayunado, que muchas personas siguen dietas de restricción calórica y que otras ayunan por razones religiosas; el hambre es común en esos casos, y afecta a las preferencias y decisiones” de esas personas, reflexiona el investigador.

Y ese efecto hambre puede hacer particularmente vulnerables a las personas con desnutrición crónica. Investigaciones anteriores han demostrado que el estrés de vivir en la pobreza puede conducir a tomar peores decisiones financieras, y ahora el pasar hambre podría agravar el problema de falta de recursos.

Impacto para las personas pobres: el hambre puede conducir a tomar peores decisiones financieras