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¿Te fiarías de alguien a quien no le enternecen los ojitos de un perro?

Relaciones

Las personas a las que no les gustan los animales siempre han sido señaladas como frías y carentes de empatía; pero, ¿es cierto?

Para muchos dueños de perros y gatos es difícil entender que a una persona no les gusten los animales

Annetics / Getty Images/iStockphoto

Si no te gusta mi perro, no eres de fiar. ¿Cómo no vas a adorar esos ojos negros brillantes? Esta es la premisa que muchos dueños de perros, gatos y otras mascotas tienen en cuenta para seleccionar a sus amigos, e incluso, a sus parejas. Así es que, si no te gustan los animales, habrá gente que al conocerte sospeche más de ti que de otras personas. Sin embargo, ¿se fundamentan en algo? ¿Te convierte en una persona fría y sin sentimientos el hecho de que no te gusten los animales?

Según diversos estudios, la relación entre personas y mascotas aporta muchos beneficios a los seres humanos, tanto a su salud como a su desarrollo social. Por ejemplo, este estudio de 2017 demuestra con sus resultados que las personas con perros reducen su riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido a que la relación entre dueño y mascota motiva la actividad física. Pero no solo eso, en otro artículo realizado en personas en silla de ruedas, se ha demostrado que tener un perro ayuda a hacer más amigos y parecer más accesibles y confiables.

La relación entre las personas y los animales domésticos aporta beneficios tanto para la salud como para el desarrollo social

ulkas / Getty Images/iStockphoto

John Bradshaw, zoólogo y antropólogo que estudia la interacción entre humanos y animales, señala en su libro En defensa de los animales que “el hombre empezó a domesticar animales salvajes hace 15.000 años y los llevó a vivir con él, así que se fueron motivando cambios a nivel genético en los humanos; pero, si bien los genes que promueven el mantenimiento de los animales domésticos pueden ser únicos para los humanos, eso no significa que sean universales para todos los humanos”. En esta línea, desde el Grupo de Trabajo de Terapias Asistidas por Animales y Bienestar Animal del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya (COPC) indican que no significa que aquellos a los que no les gustan los animales sean personas poco compasivas o sin empatía.

Sencillamente, una persona que demuestra más sensibilidad hacia los animales que otra, es más sensible en ese aspecto. De hecho, otro trabajo demuestra que el contacto con las mascotas desde la infancia puede promover actitudes más positivas hacia los animales en general y servir como un trampolín para que esas personas se preocupen por una gama más amplia de animales. Los seres humanos desarrollamos nuestra relación con los animales desde la infancia y las primeras experiencias que vivamos con ellos, pueden generar un acercamiento o un distanciamiento. Si durante nuestro proceso de socialización no aprendemos a desarrollar esa empatía hacía los animales, es posible que no desarrollemos esa conexión tan especial.

Los humanos desarrollamos nuestra relación con los animales en la infancia y las primeras experiencias determinan un acercamiento o un distanciamiento”

“La experiencia previa, sobre todo en etapas iniciales de la vida, es muy importante para crear lazos afectivos con animales en el futuro; así personas que hayan tenido experiencias agradables con animales en su etapa infantil tendrán más facilidad para desarrollar este tipo de relaciones con animales como adultos”, explican. Pero también hay experiencias negativas que pueden afectar al desarrollo de esta relación y empatía con los animales: “estas personas difícilmente facilitarán que sus hijos interactúen con perros o gatos, por ejemplo. Por ello, un niño que no ha tenido relación positiva con los animales, difícilmente desarrollará un alto nivel de empatía. Este desconocimiento también puede provocar una sensación de miedo”, explican los psicólogos.

La experiencia en las primeras etapas de la vida es muy importante para desarrollar lazos afectivos con animales en el futuro.

SensorSpot / Getty Images

No es razón para desconfiar

Por este motivo, la falta de empatía o de relación con los animales no es una razón para desconfiar de una persona. “No hay que caer en el error de pensar que, si a una persona no le gustan los perros o los animales en general, es fría y no tiene capacidad empática”, señalan. “Hay personas inteligentes, adaptadas y equilibradas a las que no le gustan los animales. Quizá crecieron en entornos urbanos sin mucho contacto con fauna, o prefieran el trato con personas o incluso las plantas o árboles. A veces, hay motivos múltiples de malas experiencias previas, de no querer responsabilizarse de ellos o no entender el tener a un animal en un entorno urbano”, argumentan desde el COPC.

A veces es cuestión de miedo

El miedo también puede propiciar este distanciamiento de las mascotas. “Es importante diferenciar el miedo por desconocimiento y el miedo aprendido, de la fobia”, dicen. “El miedo por desconocimiento se debería a la falta de interrelación. El miedo aprendido a los animales, puede ser debido a la experiencia vicaria (sucedida en nuestro desarrollo social primario), a una serie de informaciones transmitidas por personas referentes para el niño, como pueden ser padres o hermanos. Por otro lado, las fobias son un trastorno psicológico que genera un miedo desproporcionado, irracional e incontrolable ante ciertos estímulos, pudiendo llegar a afectar sus vidas cotidianas, la relación con su entorno y con sus seres queridos”, detallan los psicólogos consultados.

En muchas parejas se da la circunstancia de que una persona quiere una mascota y el otro no. Antes de decidir tener un animal de compañía, es importante que la persona menos propensa a ello tome la decisión. “No es solo cambiar de opinión, deber ser una decisión consensuada en la que hay que ser conscientes de la responsabilidad que ello implica”, opinan desde el grupo de trabajo de COPC.

Si la falta de empatía es por desconocimiento, puede iniciarse una relación con el animal cuando está tranquilo y con actividades lúdicas para ambos

Pedro Catena

Y explican que “si el origen de esa falta de empatía con los animales es el miedo por el desconocimiento o miedo aprendido, podría comenzarse una relación con el nuevo animal a partir de los preceptos de la biofilia, que defiende que la presencia de un animal en posición de descanso o en un estado propio de tranquilidad induce a los humanos a sentir bienestar y seguridad. Después, continuar la relación con el animal de forma gradual, aprovechando actividades lúdicas positivas para ambos”.

Quizá la persona ha tenido experiencias que no le han permitido desarrollar esa conexión con los animales”

Por el contrario, si se trata de una fobia hacia los animales, habría que ponerse en manos de un profesional de la psicología y llevar a cabo una terapia. Por tanto, no te preocupes si desconfían de ti porque no te gusten los animales.

No eres una persona fría, sencillamente, has tenido otras experiencias en tu vida que no te han permitido desarrollar esa conexión con los animales y, si quieres, puedes hacer que eso cambie.