Posiblemente tengas algún conocido con el que entablar cualquier debate resulte tedioso por su incapacidad para “dar el brazo a torcer”. En ocasiones, nos encontramos con personas que no ceden en sus argumentos o tienen una gran dificultad para aceptar cualquier decisión tomada por ajenos. Estos hechos se pueden deber a su rigidez cognitiva. La rigidez cognitiva se puede definir como la incapacidad que una persona puede tener para modificar sus creencias, su conducta o sus acciones. Esa falta de flexibilidad en su mente puede generar a la persona “alteraciones en la regulación de la propia conducta” tal y como aseguran desde el portal especializado en Cognifit. Por el contrario, cuando una persona tiene facilidad para modificar sus acciones para adaptarse a un nuevo ambiente, hablamos de una persona con una gran flexibilidad cognitiva.
Uno de los mayores inconvenientes de la rigidez cognitiva es la incapacidad para adaptarse a nuevas situaciones provocando que sus objetivos vitales se vean inalcanzables. Al no tener la capacidad de aclimatarse a los cambios con cierta flexibilidad, pueden aparecer cuadros de irritabilidad o malestar.
¿Cómo tratar la rigidez cognitiva?
Entablar relaciones sociales
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Entablar relaciones sociales con todo tipo de personas y personalidades ayudará a trabajar el respeto y empatía. Acudir a eventos, actos o lugares en los que se fomente la interacción social y se intercambien diferentes opiniones fomentará que la persona con rigidez cognitiva pueda ir abriéndose poco a poco al observar cómo otras personas debaten o cambian de ideas.
Juegos de mesa
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Jugar a juegos de mesa en los que el jugador tenga que modificar la estrategia para poder llegar a ganar el juego. Estas actividades lucrativas provocarán que tenga que realizar cambios en su estrategia inicial e ir adaptándose al entorno cambiante del juego siempre respetando las reglas.
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