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Cómo saber si tu hijo adolescente padece anorexia o bulimia

Crianza

Estas seis conductas pueden dar pistas sobre si sufre un trastorno alimentario

La anorexia y la bulimia afectan al 5,6% de la población adolescente

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Uno de los efectos colaterales de la pandemia ha sido el aumento de los trastornos de la conducta alimentaria. El confinamiento, el cierre de los centros educativos y el cambio de rutinas a marchas forzadas son algunas de las causas que han disparado el número de adolescentes que padecen anorexia y bulimia, entre otras afecciones relacionadas con la alimentación. 

Aunque popularmente se piensa que la enfermedad la sufren personas que desean estar más delgadas, su detonante es mucho más complejo y está anclado dificultades emocionales. Antes del estallido de la crisis sanitaria, un estudio realizado por la Universidad de California confirmó que los trastornos de conducta alimentaria (TCA) afectan a personas de todas las tallas y su origen no está en querer perder peso.

Detonantes

Una educación emocional deficiente propicia la aparición de TCA

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Otras Fuentes

“La obsesión por la delgadez es el síntoma más conocido. Una señal de una excesiva necesidad de control, de una autoestima basada en las apariencias, de un perfeccionismo patológico y de dificultades en las relaciones interpersonales, tanto con familia como con los amigos y la pareja”, explica Antoni Grau, psicólogo y director clínico del Grupo Ita. Este tipo de condicionantes suelen aparecer cuando la educación emocional es deficiente y se agravan con mensajes externos como, por ejemplo, los comentarios críticos por parte de los progenitores u otras figuras de referencia. 

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También, a través del consumo de cuentas en redes sociales que promueven cuerpos de ficción sostenidos por filtros y poses artificiales. “La educación emocional es necesaria para evitar este y otros problemas de salud mental. Existe una necesidad de fomentar la autoestima, el amor y la aprobación, no solo vinculados con la consecución de logros, sino fomentando la estima incondicional y la aceptación”, explica Montse Sánchez Povedano, psicóloga clínica y fundadora de la clínica Eatica.

Filtros y poses artificiales

Las redes sociales promueven cuerpos de ficción

La falta de control paterno sobre las redes sociales y los móviles propician el ciberacoso entre jóvenes

Terceros

Los comentarios sobre el aspecto físico de quienes aún no han alcanzado la madurez emocional pueden mermar la autoestima y fomentar las comparaciones personales, normalmente con cánones imposibles. “En personas predispuestas a tener un TCA las comparaciones sociales son predominantemente ascendentes (con individuos con mejores aptitudes), produciendo una baja autoestima que se intenta paliar con nuevas comparaciones ascendentes para perfeccionarse. El resultado es un aumento en el nivel de exigencia insatisfecho”, comparte la psicóloga. Algo que, unido a una cultura deficiente en promover una autonomía saludable, puede desencadenar en una insalubre relación con la comida como vía de escape emocional. 

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Prevención

El rol de los padres es clave en la detección de los trastornos alimentarios

El trastorno puede aparecer, por ejemplo, como un elemento para interponer límites entre el adolescente y la familia. “El ciclo atracón-vómito emerge, entre otras conductas, como un mecanismo de regulación emocional ante la inestabilidad, los problemas en el control de impulsos, la sensación de vacío, la soledad o el aburrimiento”, añade Sánchez. El rol de los padres en la identificación de posibles síntomas y el acompañamiento son actitudes clave para que los afectados venzan estas enfermedades. Estos son algunos condicionantes que pueden derivar en trastornos de la conducta alimentarios.