Aunque el fenómeno de la Gran Dimisión, término con el que alude al abandono masivo de puestos de trabajo, no ha llegado a España, muchas personas están insatisfechas con su posición. Desde el estallido de la pandemia, el bienestar en el entorno laboral ha pasado a ser un tema de primer orden y su búsqueda, en ocasiones, exige el cambio de trabajo.
Pero renunciar al empleo de forma elegante implica una serie de pautas, por ejemplo, no anunciarlo por email o a través de WhatsApp. Además de hacerlo en persona, el tipo de comunicación, el mensaje y protocolo de acción son aspectos clave para salir del trabajo por la puerta grande.
En el ámbito laboral
Conviene cuidar nuestra imagen y no ponernos en evidencia en ciertas situaciones
“Abandonar el trabajo de forma elegante es una manera de evitar conflictos y escenas desagradables en el momento. Esto ya es muy ventajoso de por sí, pero además es importante para el futuro: la vida da muchas vueltas y nunca sabemos a quién nos volveremos a encontrar durante nuestra carrera profesional, quién dará una buena o mala referencia sobre nosotros o si será nuestro jefe o subordinado en el futuro…”, indica Rafael San Román, psicólogo de iFeel.
No obstante, guardar las formas no es sinónimo de mantener en secreto las emociones, sensaciones, aprendizajes o desencuentros que ha desencadenado la experiencia. “Significa que, siempre que sea posible, conviene cuidar nuestra imagen y no ponernos en evidencia en ciertas situaciones, por mucho que sintamos que tenemos razones para decir o hacer las cosas en un estilo diferente”, añade.
Primero se lo comunicaría a mi líder: es la persona que organiza y planifica
Aunque lo más común es que la noticia se comparta con los compañeros más cercanos, el orden deseable de comunicación es diferente. “Si quiero dejar las cosas bien cerradas tengo que seguir unos pasos. Primero se lo comunicaría a mi líder. La razón es que es la persona que organiza y planifica y si tiene un trabajador menos, tendrá que hacerlo de forma diferente”, sugiere Elena Daprá, psicóloga y especialista en coaching de equipos.
A partir de este punto, la coach indica como las siguientes suelen ser aquellas con mayor afinidad. “Después del jefe, cada persona tendría que hacer una reflexión respecto a las conversaciones pendientes, dónde hay vínculo con esas personas y, por último, la comunicación al equipo en general”, añade.
Cuando se trata de grandes empresas, puede existir confusión respecto a cuál de los jefes hay que reportar esta decisión. “Los departamentos de Recursos Humanos pueden orientar sobre dudas técnicas que tengamos”, reflexiona San Román.
No dejarse llevar por la rabia
Los motivos que pueden motivar el abandono son múltiples y puede despertar emociones desagradables
Una comunicación calmada, diplomática y agradecida. Este debe ser el tono de las conversaciones antes de abandonar la empresa. Lo que implica que la elección no se tome en caliente. “No es algo que pueda decidirse el mismo día que se haya vivido una mala experiencia. Eso tendría consecuencias fatales e incluso repercusiones legales”, señala Elena Daprá.
Aunque los motivos que pueden motivar el abandono del trabajo son múltiples, suelen estar relacionados con la insatisfacción o la falta del bienestar, lo que puede despertar emociones desagradables en la comunicación. “En estos casos, hablamos del círculo de las emociones que tienen que ver con la rabia, la frustración e incluso con el odio”, continúa. En concreto, la rabia puede desencadenar una serie de cuestionables comportamientos en el momento de la comunicación.
“Nos llena de razones, legítimas o no, pero cuando se junta con la sensación de que podemos decir o hacer cualquier cosa porque nos vamos a ir, la combinación es peligrosa y nos puede llevar a alguna acción de la que luego nos arrepintamos”, comparte San Román. También existen otro tipo de comportamientos más pasivos, pero igualmente poco recomendables.
También es falta de elegancia marcharse mostrando desidia o indiferencia, sin colaborar en el traspaso...
“En otras ocasiones la falta de elegancia tiene que ver con la desidia o indiferencia con que el empleado afronta su final en la empresa: se marcha sin montar números pero tampoco colaborando en nada, no tiene ningún gesto de despedida, cierre o agradecimiento…”, continúa el psicólogo.
En cualquier caso y como indica San Román hay que evitar a toda costa: “Las indirectas maliciosas, los insultos, los reproches amargos, los tonos de voz agresivos, golpes, portazos… Todo lo que pudiéramos asociar a un comportamiento agresivo o pasivo-agresivo que genere una situación violenta para todos y que ponga en riesgo nuestra reputación profesional”.
Dar feedback de la experiencia
Cuando damos un feedback a una persona lo que intentamos es que crezca y nosotros también
Aunque el objetivo principal de estos encuentros es comunicar los hechos es importante reflexionar sobre ellas y la sensación que se desea transmitir. “Estas reuniones, especialmente si es algo inesperado o se producen en el contexto conflictivo, son siempre tensas para ambas partes. Debemos prepararlas con antelación para que nos traicionen los nervios”, recomienda San Román.
Además, pueden utilizarse como una herramienta de feedback sobre la experiencia en el equipo. “Decirle a la persona que tienes enfrente, cómo me he sentido con lo que has hecho. Eso es una aportación que se puede hacer desde la empatía. Cuando damos un feedback a una persona lo que intentamos es que crezca y nosotros también”, aconseja Darprá.
Se trata de una información muy valiosa para las empresas, que suelen indagar enestos aspectos. “Normalmente la empresa va a querer saber por qué un empleado se marcha, qué le impulsa a hacerlo y qué cuestiones lo habrían impedido. Esto está relacionado con otra cuestión: cuál ha sido su experiencia en la compañía, con qué actitud la deja y, por tanto, cómo va a hablar de ella una vez que cruce la puerta”, concluye.