Cómo evitar que el estrés y tanto lavado de manos dañe nuestra piel
La vida tras la Covid-19
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Miedo y estrés. Estos son los desencadenantes fundamentales de los desequilibrios cutáneos derivados del confinamiento y la crisis sanitaria. El temor al contagio hace que llevemos la higiene al límite, lo que expone la piel y puede desencadenar algunos trastornos. Por otro lado, la angustia que supone el encierro obligado y la incertidumbre ante lo venidero potencian otras afecciones que, también, se evidencian en la dermis.
“No todas las pieles son iguales. Si tengo una buena piel, aunque me enjabone mucho, mostrará una buena resistencia a la higiene. Pero si es delicada, sensible, atópica o psoriática que, por definición, cuentan con poca grasa, no soportarán que le robe la escasa protección de la que disponen”, indica Ramón Grimalt, dermatólogo y profesor de la Universitat Internacional de Catalunya. Para salvaguardar la salud de la piel, sin descuidar la seguridad, y minimizar los estragos de la ansiedad en la dermis, recopilamos las recomendaciones de los expertos.
¿Qué ocurre cuando se lavan las manos en exceso?
Sanitarios, peluqueras, personal de limpieza o albañiles ya estaban habituados a las consecuencias de una higiene excesiva de manos. “Algo que antes veíamos sólo en el contexto de determinadas profesiones, actualmente es un problema universal. Afecta a casi cualquier persona”, comenta Rosa Taberner, dermatóloga del Hospital Son Llàtzer y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
El mensaje que llega al común de los mortales es lavarse las manos de forma continuada para evitar el contagio, pero con ello pueden desencadenarse también algunas afecciones. “Si seguimos las medidas higiénicas en cuanto al lavado de manos, la primera consecuencia será la agresión al manto ácido de la piel, esa capa protectora que nos aísla de los agentes externos”, explica Taberner. Es entonces cuando comienzan los problemas. Sequedad, descamación e incluso eccema irritativo de manos, que puede conllevar rojeces, grietas, picor, escozor e incluso dolor.
Remedios preventivos
Lavar solo la zona expuesta
Uno de los problemas más comunes es el abuso de higiene por miedo al contagio. No obstante, para minimizar los efectos adversos de la higiene excesiva, Grimalt recomienda incidir solo en aquellas zonas que se han visto potencialmente expuestas al virus.
“Si toco con la palma de las manos superficies probablemente sucias, es necesario enjabonar esta zona, pero puedo ahorrarme hacerlo en el dorso que casi seguro no ha estado en contacto con nada peligroso. Así no elimino su capa grasa”, sugiere el también autor del blog de dermatología Grimalt.net. Según indica, la mayor parte de los eccemas derivados del uso excesivo del jabón ocurren en el dorso, ya que la barrera lipídica es más fina y la piel es más sensible.
Guantes y crema hidratante
Si cada vez que nos exponemos al contacto con zonas potencialmente peligrosas llevamos protección, se consigue reducir el problema de exceso de higiene. “Cada vez que utilizas guantes te ahorras una lavada de manos. Es lo que hacemos el personal sanitario en general”, recuerda Grimalt.
Pero cuando hay que pasar las manos por agua, también es fundamental aplicar los productos recomendados. “Podemos aliviar el problema utilizando jabones menos agresivos para la piel como los syndet (detergentes sintéticos), que también son eficaces contra el virus, y forzando el uso de cremas hidratantes para compensar esa falta de hidratación producida por el lavado excesivo”, aconseja Taberner.
El estrés también afecta a la piel
El brote de coronavirus ha disparado los niveles de estrés de muchísimas personas. El temor respecto a la enfermedad y las desalentadoras perspectivas socioeconómicas ante el futuro próximo pueden generar emociones fuertes tanto en adultos como en niños.
“Muchas enfermedades dermatológicas aparecen o empeoran con el estrés. Además, algunas enfermedades psiquiátricas se manifiestan a través de la piel. Existe una relación directa entre estado de ánimo y dermis”, determina Grimalt, también miembro de la Sociedad Europea de Psicodermatología.
“Existe una relación directa entre estado de ánimo y dermis”
Ramón Grimalt
Dermatólogo
Aunque la causa de estas afecciones no está ni en el virus ni en el estrés, sí que mantienen una relación con este último, que puede ser un desencadenante. Entre las más comunes están el acné (no sólo el juvenil), la seborrea, la rosácea, la cuperosis, la piel sensible, la dermatitis atópica, la psoriasis, el vitíligo.
“Son condiciones dermatológicas tan frecuentes en la población general que, en la mayoría de los casos, ni siquiera se consideran enfermedades. Y aunque su origen es muy diverso, tienen en común que casi todas empeoran con la ansiedad”, comparte Taberner.
Otro de los rasgos que comparten los trastornos antes mencionados es que, por ellos mismos, también generan estrés. Se desencadena entonces un círculo difícil de romper. Por una parte, la propia situación de ansiedad es la que expone el problema; y la manifestación de la enfermedad aumenta este estado en quien la padece. “Las enfermedades dermatológicas, al ser visibles, provocan estrés en sí mismas, solo por padecerlas”, explica el psicodermatólogo.
En situaciones normales, la psicoterapia, los psicofármacos y los tratamientos dermatológicos ayudan a controlar estas manifestaciones. Sin embargo, Taberner advierte: “Después de más de un mes de confinamiento, si algo sobra es estrés y ansiedad. Es habitual que durante este periodo todas estas condiciones aumenten su intensidad. Por ello, es frecuente que los tratamientos que habitualmente controlan los síntomas puedan ser insuficientes”.