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Por qué no necesitas una ley para dejar de tirar comida a la basura

Despilfarro alimentario

Sólo Francia e Italia sancionan el desperdicio de alimentos; lo que hace falta para combatirlo es ser conscientes del problema

Una vez que acaba en la basura la comida desaparece de nuestras vidas lo que no ayuda a comprender la cantidad de desperdicios que generamos

Daisy-Daisy / Getty Images/iStockphoto

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdicia (7,7 millones de toneladas), tras Reino Unido (14,4 millones), Alemania (10,3 millones), Holanda (9,4 millones) Francia (9 millones), Polonia (8,9 millones) e Italia (8,8 millones de toneladas). A pesar de este panorama, no existe en España una ley estatal que regule el desperdicio alimentario. A nivel autonómico, sólo las Islas Baleares cuentan con una norma de este tipo, mientras que además de Catalunya también Galicia redacta la suya.

Este verano el Parlament de Catalunya tenía que haber aprobado, por fin, una ley contra el despilfarro alimentario, pero no ha sido así. “Algunos grupos parlamentarios han querido agotar todos los plazos antes de presentar las enmiendas a la ley, y no se pudo iniciar la ponencia (empezó el pasado jueves). Nos reuniremos y empezaremos a acorda r el articulado de la ley con las enmiendas ya presentadas. Hoy por hoy es difícil hacer un calendario, ya que no podemos saber el grado de acuerdo hasta que no llevemos algunas reuniones”, explica Raúl Moreno, diputado del PSC, partido que impulsa la medida.

España es el séptimo país de la UE que más alimentos malgasta

A nivel europeo, las cosas no son distintas. No existen normas para el conjunto de la UE, más allá de una directiva que emplaza a los estados a comprometerse con cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, de 2015, y a exigir, en la directiva sobre residuos, que se establezcan medidas específicas e incentivos para luchar contra el despilfarro. Sólo Francia e Italia cuentan, desde 2015 y 2016 respectivamente, con una ley específica para evitar que la comida termine en la basura. Ambas se centran en obligar a los supermercados a establecer acuerdos con organizaciones para donarles la comida que no vendan, y establecen sanciones económicas para aquellos que incumplan esta obligación.

Pero si miramos dónde se produce la mayor proporción del despilfarro alimentario veremos que no es ni en los supermercados (16%), ni en la hostelería (12%), sino en los hogares (58%). En España, siempre según datos del MAPA, un 84,2% de los productos que tiramos al cubo de la basura en los hogares procede directamente de la nevera. Sobre todo frutas, hortalizas y lácteos.

La mayoría de la comida se pierde en los hogares, y mucha gente reconoce que no sabe cómo evitarlo

Si el problema lo tienen los consumidores, parece lógico pensar que es complicado que una ley pueda incidir en sus malos hábitos, y que más bien el camino para la disminución del despilfarro alimentario pasa por una mayor conciencia del problema.

De hecho, el MAPA elaboró la Estrategia nacional más alimento, menos desperdicio (2017-2020) que pone el énfasis en el consumidor, ya que es lo único que tiene en cuenta y deja de lado los otros actores de la cadena alimentaria. De todos modos “no se puede negar que al final toda la cadena alimentaria está conectada, y que las leyes pueden ayudar, sobre todo en aquellos aspectos que dependen directamente de la Administración”, dice Toni Massanés, director de la Fundación Alicia.

Las ofertas tipo 2 por 1 contribuyen a que compremos más de lo que vamos a consumir

Ronaldo Schemidt / AFP

Dinamarca, por ejemplo, redujo un 25% su desperdicio alimentario, eliminando de los supermercados las ofertas del tipo dos por un uno (o tres por dos) y vendiendo las hortalizas por unidades y no por manojos, gracias a la presión ejercida por la organización Stop Spild Af Mad (Stop al desperdicio de comida, en danés). Por su lado, Reino Unido desperdició un 21% menos entre 2017 y 2012, básicamente gracias a la iniciativa de la oenegé Wrap, que fomentó las donaciones.

Toda la cadena alimentaria está conectada y las leyes pueden ayudar”

Toni MassanésDirector de la Fundación Alicia

En la ley que prepara el Parlament también se contempla la obligación de que los comercios suscriban este tipo de acuerdos, pero en opinión de Toni Massanés “se corre el riego de que se instale la idea de que es comida para los pobres, y por tanto menos buena. No ayuda a que demos a los alimentos el valor que tienen”. Massanés no está, obviamente en contra de que esta comida llegue a las oenegés y los bancos de alimentos, pero “primero nos la tendríamos que comer nosotros, no sólo para concienciarnos de lo que tiramos, sino para darle valor”, dice.

De todas formas, antes habrá que aprobar una ley del buen samaritano que en España tampoco existe. Ha habido varios intentos. El último, hace poco más de un año, cuando el Senado aprobó un informe en el que se planteaba la aprobación de una ley para regular la donación de alimentos.

Un 84,2% de los productos que tiramos al cubo de la basura en los hogares procede directamente de la nevera

AndreyPopov / Getty Images/iStockphoto

En España en 2018, se desperdició un 8,9% más de comida que el año anterior. Y es que según datos del VI Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales y Estilos de Vida de las Familias, el 31% de los españoles no sabe cómo reducir el desperdicio alimentario en casa. “La cocina siempre había sido de aprovechamiento. Siempre había consistido en ver qué ingredientes tenías y cocinar con ellos”, explica Massanés. “Pero ahora esta cultura se ha perdido. Ni cocinamos, ni valoramos los alimentos, ni tenemos conciencia del r esiduo. Cuando tiramos algo al cubo desaparece de nuestra vida, se vuelve invisible”, añade el director de la Fundación Alicia.

El tiempo que dedicamos a cocinar es el que más se ha reducido de todo el que dedicamos a las tareas domésticas. “Lo que hacemos es comprar comida envasada. Si la compramos en monodosis generamos más desechos plásticos, y si no, como cada vez vivimos solos más tiempo, se nos hecha a perder”, dice Massanés.

Cada vez cocinamos menos, compramos más comida envasada que se nos echa a perder”

Toni MassanésDirector de la Fundación Alicia

Pero por encima de todo, no damos a los alimentos el valor que tienen. Vivimos en la falsa realidad de que la comida es más barata que nunca y estamos acostumbrados a que siempre haya de todo, por lo que “no consideramos que moralmente esté mal desperdiciarla”, añade.

Además, “damos valor a cosas que no tienen ningún sentido. Hemos acuñado expresiones como ‘fruta fea’, y sólo queremos frutos perfectos y uniformes, porque pensamos erróneamente que son de mejor calidad y más naturales, cuando es precisamente lo contrario. Las zanahorias naturales de verdad no son todas iguales”.

Pero los comercios rechazan adquirir a los productores los productos que se apartan de estos cánones, alimentos que ya se han producido y que si el agricultor no vende, terminan en el vertedero. Y esto tiene “unos costes sociales y medioambientales de los que somos conscientes”.

No consideramos que moralmente esté mal tirar alimentos