¿Sabías que existe el síndrome por déficit de naturaleza?
Cómo combatirlo
La falta de contacto cotidiano con el medio natural puede llegar a provocar incluso depresión
Todos la hemos vivido alguna vez: esa sensación de paz y plenitud después de dar un paseo por el bosque, hacer un pícnic en el parque o nadar un rato en el mar. Hay algo que le sienta muy bien a nuestro cuerpo y a nuestra alma, algo que los restaura y vivifica, que da paz, que deshace los nubarrones de preocupación cuando estamos en íntimo contacto con la naturaleza.
Pero los condicionantes de la vida moderna nos están convirtiendo cada vez más en criaturas que viven encerradas entre cuatro paredes de hormigón y que se relacionan durante muchas horas al día con pantallas, y no tanto con los cambios sutiles que se suceden día a día en el entorno natural. Y eso, como explica el periodista y escritor estadounidense Richard Louv en su libro Last Child in the Woods (El último niño de los bosques), puede tener consecuencias nefastas.
Louv, quien acuñó en 2008 el término “trastorno por déficit de naturaleza”, desgrana en su obra destacadas investigaciones que demuestran cómo la exposición directa a la naturaleza es esencial para el desarrollo humano, especialmente de los niños, y detalla las consecuencias negativas de no tenerlo con regularidad: obesidad, dificultad de atención, enfermedades cardiovasculares y, la más importante, por generalizada: depresión.
Louv también detalla los efectos positivos del contacto cotidiano con la naturaleza que nos rodea: desarrollo y potenciación de todos los sentidos, facilidad de integrar aprendizajes, enriquecimiento de la creatividad o desarrollo general de las habilidades psicológicas de los niños a través del vínculo con todo lo natural, entre otros.
El autor va más allá y comenta la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner para explicar cómo la octava inteligencia debería ser la inteligencia natural, es decir, la capacidad de identificar y clasificar los elementos de la naturaleza. Según Sarah Ivens, autora de Forest Therapy (Terapia del bosque), la lista de beneficios que nos aporta pasar más tiempo en el bosque, la playa, el campo o la montaña es muy larga. Entre ellos destacan:
11 beneficios de pasar más tiempo en contacto con la naturaleza
-Disminución de la presión arterial
-Disminución de los niveles de ansiedad, ira, depresión, obesidad, síndrome de estrés post-traumático, déficit de atención o hiperactividad.
-Reparación de la capacidad de atención.
-Mejora del sueño
-Fortalecimiento del sistema inmune.
-Incremento de la energía y la vitalidad.
-Mejora de la actividad celular anti-tumoral.
-Incremento de la conciencia sensorial y de la percepción.
-Incremento de la capacidad cerebral y de la claridad del pensamiento.
-Mejora de la autoestima, la empatía, la bondad y la compasión.
-Mejora de la creatividad y la intuición.
Aguaterapia
Los expertos dicen que potenciar nuestro contacto con la naturaleza es un hábito y que, como tal, tan solo hay que tratar de incorporarlo a la rutina diaria o semanal para empezar a notar sus beneficios. El verano que está a la vuelta de la esquina es una estación muy propicia para pasar tiempo fuera de casa. Y ni siquiera hay que ir muy lejos. Casi todos tenemos una zona verde o arbolada cerco de casa.
Una manera fácil de incorporar más naturaleza en el día a día es aprovechar los beneficios de un elemento tan esencial como el agua. He aquí algunas propuestas que podemos aplicar fácilmente, estemos o no de vacaciones:
Beberla. En verano incrementamos de forma natural nuestra ingesta de agua. Asegúrate de beber lo suficiente –entre 1,5 litros y 2 litros al día- para ayudar a tu cuerpo a depurarse y a eliminar toxinas de forma natural.
Bañarse en ella. Si todavía tienes frío para darte un baño en el mar, puedes probar a experimentar algunos de los beneficios de la talasoterapia en casa, preparándote un baño tibio al que puedes añadir dos tazas de sales Epsom y unas cuantas gotas de tu aceite esencial favorito, por ejemplo de lavanda.
Hacer ejercicio dentro de ella. El ejercicio dentro del mar es perfecto para embarazadas, personas con obesidad o con problemas en las articulaciones. Pero en general puede beneficiar a todo el mundo, pues es una manera fácil y muy saludable de quemar calorías y aumentar flexibilidad con poco impacto para el cuerpo.
Observarla. Pocas cosas hay más relajantes que perderse en la contemplación del mar hasta donde alcanza la vista. Nuevas investigaciones señalan que vivir cerca de la costa tiene un impacto muy positivo en la salud, y que la contemplación del mar es capaz de cambiar nuestras ondas cerebrales. También se ha demostrado que el color azul tiene un efecto calmante en las personas. Así que no hace falta hacer nada que parar y contemplar el agua para notar sus efectos positivos.
Respirarla. El olor a mar nos gusta porque está cargado de iones negativos. Según se explica en el Journal of Alternative Medicine, la terapia de iones –que no es otra cosa que respirar el aire marino- ayuda a tratar los síntomas de la depresión y la ansiedad. También se dice que el aire del mar es favorable para mejorar la función pulmonar. Así que, aunque no vivamos cerca de la costa, podemos ir de vez en cuando y asegurarnos de respirar a fondo junto al mar.
Naturaleza en la ciudad
Por si la aguaterapia no nos convence o el mar nos pilla demasiado lejos, he aquí otras propuestas para reencontrarnos con la naturaleza en verano incluso dentro de la ciudad:
-Un paseo por un jardín botánico que no conozcamos.
-Un partido de tenis al aire libre.
-Salir a remar a un lago o río cercano.
-Jugar a la petanca en un espacio abierto.
-Ir a un cine de verano o proyectar una película en la terraza de casa.
-Hacer una fiesta en el jardín, si lo tenemos o lo tiene algún amigo.
-Una siesta al fresco.
-Buscar un jardín o una zona campestre cercana y jugar a identificar las distintas flores de verano. Podemos dibujarlas en una libreta.
-Apuntarse a una clase de yoga en la playa.
-Dar un paseo por el parque. No hace falta ir lejos para sentir los beneficios de la naturaleza. Pasar un rato en el parque de al lado de casa puede ser suficiente para mejorar nuestro estado de ánimo y nuestra salud.
-Practicar los baños de bosque. Se trata de dar un paseo por el campo o por el bosque utilizando los cinco sentidos para disfrutarlo y aprovechar sus beneficios al máximo.
-Iniciar un pequeño jardín en casa. Tan solo hace falta una pequeña maceta en la que plantemos lo que nos apetezca.
-Regalarnos flores. Si no podemos cultivar nada en casa o no tenemos tiempo, las flores son una manera sencilla y efectiva de traer la naturaleza a tu casa.
Si intuitivamente sentimos que la naturaleza nos hace sentir mejor y además, sabemos ya que la ciencia ha demostrado ampliamente sus beneficios, ¿a qué esperamos para empezar para responder a la llamada de lo salvaje?