El cómo, el porqué, el dónde y el cuándo también afectan a la dieta
Factores externos
Darse tiempo para planificar y disfrutar de cada comida es esencial
Sabemos de la importancia y el efecto que tiene en nuestra salud lo que comemos, pero a menudo obviamos las circunstancias en que lo hacemos, aunque sean igual de importantes y puedan tener casi el mismo impacto que la calidad de los alimentos que ingerimos.
Comer a deshoras, saltarse comidas, hacerlo rápido, a causa del aburrimiento o la ansiedad o recurrir a dietas milagro constituyen algunos de los malos hábitos alimenticios más frecuentes. Generalmente, además, “una alimentación desordenada suele ir acompañada de una alimentación pobre”, como señala Jose Luis Flores, dietista-nutricionista.
La calidad, la cantidad y la frecuencia son fundamentales
Dedicarle tiempo a la comida es esencial. Tanto en la planificación como durante la ingesta. Hacerlo sin prisa, en la mesa, si es posible en familia, disfrutando de la comida y siempre hasta saciarnos -no hasta llenarnos- afectará a nuestra salud de igual manera que la calidad de los alimentos.
Poner conciencia en el acto de comer es fundamental; prestar atención a lo que estamos comiendo, a su sabor, textura, color y forma nos ayudará a hacerlo. Lo contrario equivale a comer a toda prisa y bajo estrés -nuestro cuerpo no diferencia- y puede repercutir en el nivel de satisfacción y en la calidad de la digestión.
José Luis Flores recomienda que, si no se dispone de tiempo para cocinar, se busque otra alternativa como bares o restaurantes que ofrezcan comida casera y saludable, aunque la mejor opción siempre es preparar la comida nosotros mismos de antemano y conservarla, para evitar así los alimentos procesados y ultraprocesados.
El experto recomienda atender siempre a tres conceptos a la hora de planificar las comidas: calidad, cantidad y frecuencia.
Calidad:
Debemos priorizar alimentos naturales, evitando ultraprocesados y procesados de mal valor nutricional. Las verduras, frutas, AOVE, legumbres, cereales, carnes, pescados y huevo son las opciones estrella.
Cantidad:
Una vez consigamos tener un hábito saludable, donde la calidad de nuestra alimentación sea buena, podremos considerar en qué cantidad podemos consumir nuestros alimentos, teniendo en cuenta que debemos hacerlo “siempre hasta saciarnos, no hasta llenarnos”.
Frecuencia:
Depende de lo que más cómodos nos haga sentir. Según el nutricionista, si respetamos la calidad y la cantidad, la frecuencia nos la dictará el sentido común. El experto considera que no debemos centrarnos en medir las cantidades o el número de veces que se come, ya que “siempre que la calidad de las comidas sea buena y el consumo total de nutrientes y kilocalorías estén cubiertas, da lo mismo que el reparto se haga en 2, 4 o 7 comidas a lo largo del día”.