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¿Cada cuánto hay que cambiar los estropajos de la cocina?

No te la juegues

Puede que tus métodos de limpieza no sean los más eficaces

Hervirlos no es suficiente

tadamichi / Getty Images/iStockphoto

Si ya no eres capaz de recordar cuándo fue la ultima vez que cambiaste tu estropajo e incluso su aspecto es tan mugriento que no puedes evitar contener una pequeña arcada cuando vas a fregar tus platos, deberías replantearte seriamente tirarlo a la basura (o mucho mejor, quemarlo).

Con toda seguridad ese pequeño pedazo rectangular de fibras sintéticas es un ‘rave’ para todo tipo de bacterias que después van directas a tu organismo y podrían comprometer tu estado de salud. Entonces, algunos pensaran: “No tengo de qué preocuparme porque friego con agua tan caliente que mataría hasta al microorganismo más resistente”. Si eres de esta opinión, sentimos comunicarte que no es suficiente.

Según un estudio alemán, publicado en Scientific Reports, la mayoría de los métodos domésticos que empleamos para ‘desinfectar’ nuestras esponjas de cocina no siempre eliminan las bacterias o patógenos dañinos que se acumulan con su uso.

El catedrático de microbiología de la Universidad de Navarra y autor de Microbiota: los microbios de tu organismo, Ignacio López-Goñi, asegura en su blog que “la cocina alberga muchos más microbios que el baño”, debido a la constante manipulación de alimentos, nuestros propios microbios y al ambiente húmedo.

Del mismo modo, señala que el estropajo es “uno de los mayores reservorios o almacén de microbios de toda la casa” por su naturaleza porosa y su capacidad para absorber agua y nutrientes. Con estas afirmaciones, ya no cabe duda sobre la urgencia de renovarlo cada cierto tiempo prudencial.

Al igual que corrobora la investigación, el microbiólogo confirma que se han llegado a aislar en estos utensilios de cocina bacterias tales como Campylobacter, Enterococcus cloecae, Escherichia coli, Klebsiella, Proteus, Salmonella o Staphylococcus.

Por su parte, Manuel Sánchez Angulo, profesor de Microbiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche y miembro de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), explica que los microorganismos son capaces de sobrevivir dentro del estropajo a lo largo del tiempo.

“Cuando compra el estropajo no hay bacterias, es con el uso cuando van colonizando desde la superficie hacia el interior. Muchas de ellas provienen de nuestra propia piel, así como de los restos de alimentos que se acumulan, de manera que aumenta la población de manera progresiva”, aclara Sánchez Angulo.

Los métodos que sirven y los que no para ‘aniquilar’ bacterias

El experto también coincide en que los métodos más populares para higienizarlos, tales como hervirlos en agua caliente o meterlos en el microondas no son muy efectivos, dado que no eliminan mucho más del 60%. Además, el peligro no está solo en que se queden ahí en el estropajo como en un caldo de cultivo, sino que también contribuyen a diseminar estos patógenos por el resto de las superficies de la cocina, tal y como indica López-Goñi.

El grupo de microbiólogos utilizó las técnicas más sofisticadas para conocer el microbioma completo de catorce estropajos de cocina diferentes y que habían sido desinfectados con los anteriores métodos mencionados. “Se demostró que los estropajos estaban colonizados por 118 géneros bacterianos diferentes”, explica el microbiólogo sobre la conclusión del estudio alemán.

No obstante, señala que cinco de los diez microorganismos más frecuentes que se encontraron en estos estropajos no suponen un gran peligro, a diferencia de lo que otros trabajos anteriores habían hallado.

Sin embargo, tanto el experto como el trabajo científico llegan al mismo punto: hervirlos o meterlos en el microondas solo acaba con las más débiles, las más resistentes permanecen e incluso se reproducen en mayor cantidad.

Si eres un obseso de la lejía, Sánchez Angulo indica que es menos efectiva que el hervido. Por otra parte, dejarlos secarse al aire no eliminará los microorganismos: “Lo único que sucederá es que no puedan seguir creciendo los que ya lo habitan, pero en cuanto lo volvamos a empapar, volverán a estar en condiciones óptimas”. Contra la porosidad del material y los miles de recovecos del estropajo, poco podrán hacer el vinagre, la sal o el bicarbonato.

Entonces, cuál es la práctica más recomendable: cambiarlo por uno nuevo cada una o dos semanas. Aunque Sánchez Angulo explica que también dependerá del uso que le demos. “Si lo empleas para limpiar los restos de todas las comidas a diario, nos es exagerado deshacerte de él cada menos tiempo. Por el contrario, si se trata de una persona que come fuera de casa durante la semana y solo lo utiliza los fines de semana, puede hacerlo una vez al mes”.