Loading...

¿Estás solo o te sientes solo?

Soledad

Uno de cada cuatro hogares en España pertenece a una persona que vive sola, una tendencia que va en aumento

A menudo confundimos ambos conceptos

splendens / Getty Images/iStockphoto

Pongo el punto final a este artículo el mismo día en que me preparo para asistir a un festival de música fuera de la ciudad. Sola. No es mi primera vez. En ocasiones, cuando comparto planes parecidos, algunas personas me preguntan: «¿Y no preferirías ir a ese o aquel concierto con algún amigo?» Lo cierto es que también acudo a festivales de música con otras personas, y me divierto mucho cuando lo hago.

Pero disfrutar de un espectáculo de música en directo sin otra compañía que la mía es una experiencia totalmente diferente que me conecta con la música de una manera única y, para mí, transformadora, aunque a muchas personas les cueste entender esta idea cuando la explico.

Y es que muchas veces confundimos estar solos con sentirnos solos. Pareciera que lo normal es llenar la mayoría de nuestros espacios de ocio con la compañía de alguien. Que lo normal y deseable es compartir la vida en pareja o tener una familia. La soledad, contemplada desde este punto de vista, se convierte en algo a evitar, en un fracaso o un destino aciago del que todos desearían escapar. Pero nunca en una elección consciente.

Elegida o inevitable, la vida en soledad es una tendencia en aumento. Uno de cada cuatro hogares en España pertenece ya a una persona que vive sola, lo que representa más de un 10% de la población total. A pesar de que vivir en pareja sigue siendo la opción favorita de los españoles, el hogar unipersonal se posiciona como la segunda alternativa más común, con un total de 4.611.129 personas que viven solas, según datos del Instituto Nacional de Estadística del año 2016. Si comparamos estos datos con los de años anteriores veremos que este fenómeno no parece algo circunstancial, sino que más bien va al alza.

Gisela Dolgonos, de 54 años, lleva un año y medio viviendo sola en Barcelona, y fue gracias a su circunstancia vital que descubrió las bondades de caminar en soledad. Dolgonos explica que en las dos ocasiones que ha realizado el Camino de Santiago sin compañía, y también en sus sesiones de senderismo de fin de semana, ha podido conectar de forma muy distinta con la naturaleza: “Percibes todo mucho mejor. Los ruidos, los olores, los colores… A veces sientes que estás completamente sola y podrías perderte, pero tienes una sensación de intensidad, aventura y libertad increíbles”. Para esta alemana y barcelonesa de adopción, caminar en soledad y en comunión con la naturaleza es casi una terapia, que utiliza en los momentos en los

que siente que quiere desconectar de los problemas del día a día. “En los caminos largos, sobre todo en el Camino de Santiago, puedes llegar a descubrir muchas cosas de ti misma que con el ruido del día a día a veces es imposible ver”.

Pero el caso de Gisela no es ni mucho menos el más habitual, y las encuestas así lo demuestran. ¿Por qué preferimos no estar solos? Según Mónica Esgueva, escritora, coach y especialista en mindfulness, “los seres humanos necesitamos de la conexión con los demás desde que nacemos y durante muchos más años que los demás mamíferos para poder sobrevivir. El miedo a la ruptura de las conexiones sociales o dolor social se nos ha quedado grabado como puro mecanismo de supervivencia, y de adultos aún está en nuestro inconsciente”.

Para muchas personas, estar solo significa únicamente asumir pérdidas: ya no existe esa persona que se despierta junto a ti, ese alguien a quien llamas cuando te dan buenas o malas noticias o a quien das un beso de buenas noches al llegar a casa después de un largo día. Echando un vistazo rápido a las redes sociales nos encontramos con un buen puñado de consejos para superar la soledad a toda costa, que van desde la mejora de nuestras habilidades sociales –como si estar solo fuera el resultado de cierta torpeza– , a adoptar una mascota, emprender nuevas aficiones o pensar en positivo. Pero la cierto es que la soledad consciente también conlleva numerosas posibilidades, entre ellas mayor libertad, más tiempo para uno mismo, más oportunidades para aprender o explorar… y espacio para dormir en diagonal en la cama, si se desea.

Según Mónica Esgueva, autora del manual Cuando sea feliz, entre otros títulos, “la soledad es maravillosa para tomar conciencia de que todo lo que necesitamos lo tenemos dentro ya: solo hay que cultivarlo. Podemos ganar equilibrio, serenidad y presencia, de forma que acabamos por simplificar nuestra vida y necesitamos mucho menos del exterior”.

Pero si, a pesar de todo, la soledad nos pesa y la experimentamos como una condena más que como una oportunidad, los expertos recomiendan intentar cambiar el punto de vista: “Se puede aprovechar y sacarle innumerables beneficios, como estudiar, aprender nuevas actividades o hobbies, meditar, profundizar en temas para ser un experto, cultivar la paz interior, gestionar tu tiempo, foco y energía a tu antojo, dedicarte a alguna actividad creativa, visitar lugares nuevos que te apetezca sin tener que convencer a nadie para que te acompañe, mezclarte más con lo local cuando viajas…”.

Otras ventajas interesantes de la soledad consciente pueden ser:

1. Te ayuda a identificar tu esencia. Cuando vives solo se abre ante ti la oportunidad de explorar a fondo quién eres y qué dirección lleva tu vida, y así saber si ambas cosas están alineadas.

2. La libertad de organizarte como quieras. Puedes quedarte en casa y comer cualquier cosa de pie frente a la nevera, o puedes irte a bailar hasta que salga el sol sin tener que dar explicaciones a nadie. Puedes decidir dejar de fregar los platos durante todo el día, o fregar al momento cada cuchara que utilices. Puedes hacer lo que quieras.

3. Descubres partes de ti que no sabías que existían. Por ejemplo, si te acabas de separar y no conducías porque normalmente lo hacía tu pareja, puedes darte cuenta de que te encanta dar largos paseos en coche. O de que no se te da tan mal el bricolaje, la plancha o los pequeños arreglos de la casa.

4. Puedes aprender a escuchar más tus opiniones. Los consejos de los demás, cuando son solicitados, pueden ayudar mucho. Pero estar solo puede ser una buena oportunidad para fomentar la auto-escucha y seguir, más que nunca, tu propia intuición.

5. Tienes más tiempo para desarrollar tu creatividad. Si encuentras aquello que te gusta puedes dedicarte a crear, crear y crear, sin restricciones.

6. Eliges tu compañía con mucho más cuidado. Cuando aprendes a estar bien a solas ya no te apetece compartir tu tiempo con cualquiera. El hecho de ser selectivo con las personas es un signo de madurez mental.

7. Descubres tu fortaleza interior. Al afrontar solo ciertas dificultades vitales puedes darte cuenta de que eres mucho más fuerte de lo que imaginabas.

8. Tienes la posibilidad de convertirte en tu mejor amigo, fortaleciendo la relación más importante que tendrás jamás: la que mantienes contigo mismo.

Diana Lang, autora del libro Opening to Meditation, nos recuerda que permitiéndonos estar a solas cultivamos un estado de amplitud mental que resulta muy beneficiosa y que “abre el corazón”. La soledad “nos hace estar disponibles porque estamos presentes. Y esta presencia nos abre a todos y cada uno de los aspectos de la vida, incluso a un nuevo amor”. Lang explica por qué, en su opinión, la mayoría de nosotros no deseamos estar solos: “Teníamos miedo de la oscuridad cuando éramos niños, y cuando crecemos, tenemos miedo de la oscuridad que hay en nuestro interior. Aprendemos a llenar esos espacios oscuros con la televisión, con los periódicos, con ciertos medicamentos… Y también manteniéndonos ocupados todo el tiempo con cualquier cosa, la que sea con tal de no estar solos”. La celebrada narradora y guionista Nora Ephron dejó escrito que el deseo de casarse, que según ella, en las mujeres es “fundamental y primario”, va seguido de inmediato por la urgencia igualmente primaria y fundamental de volver a estar solteras. Y es que los seres humanos, no solo las mujeres, a

menudo somos un saco de contradicciones. Anhelamos la seguridad de vivir en pareja o en familia, pero nuestra alma desea secretamente la libertad. Nos atrae la idea de una presencia constante en nuestra vida mientras, a la vez, soñamos con la sorpresa y la intensidad perennes. Más allá de las contradicciones, sentirse bien estando soltero no siempre es fácil o se da de forma natural. A menudo hay que trabajar la aceptación de la soledad, contemplándola como un camino para convertirnos en mejores personas y, quizá, en mejores compañeros.

Tal como explica Mónica Esgueva, “los grandes yoguis y meditadores saben que la soledad es la puerta de la sabiduría. Es en soledad cuando puedes reflexionar sobre tu trayectoria, sobre tus objetivos, sobre el sentido de tu vida, sobre quién eres y, también, en quién te quieres convertir”.