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El sentimiento “basura”: la culpa

Fitness emocional

No sirve para nada y hay que erradicarla de nuestro repertorio emocional

Podemos cambiar los sentimientos de culpa por responsabilidad

lvd

La culpa es lo que yo llamo un sentimiento basura. No sirve para nada: sólo para fastidiarte, hacerte débil y empeorar y complicar las cosas. Yo propongo erradicarla de nuestro repertorio emocional.

En vez de experimentar “culpa”, podemos experimentar “responsabilidad” que implica “arrepentimiento”, “reparación”, “aprendizaje” y “crecimiento”; pero no “castigo”, “perfeccionismo loco”, “depresión”, “vergüenza”.

Para acabar con el estéril sentimiento de “culpa” hay que:

a) Darse cuenta de que “nada es tan terrible”. Todos cometemos fallos, pero por suerte, no nos van a impedir ser felices. Necesitamos muy poco para estar genial. Por lo tanto, casi nada tiene el poder de impedirnos pasarlo en grande.

b ) Fallar es lo normal. El ser humano es fallón por naturaleza. Si fuésemos perfectos, el mundo sería horroroso, maquinal, sin chispa, sin sorpresas, sin creación… El fallo es la puerta a la creación de mundos mejores y más divertidos.

c) No hay cagada que no se pueda “reparar”. Del concepto de reparación habló mucho Mohandas Gandhi. Para él, no había ningún mal que no se pudiera compensar. A un compatriota hindú que se quería quitar la vida por haber matado a un niño islámico, le propuso que buscase niños huérfanos de esa religión y los criase el resto el resto de su vida dentro de la otra religión. Todos podemos “reparar” los males cometidos: por grande que haya sido el fallo, más grande puede ser aún la reparación.

La línea que separa “la culpa” de “la responsabilidad” es fina, pero crucial para tener una mente positiva y constructiva. Se trata de matices, pero que pueden cambiar todo nuestro mundo emocional.

El castigo no sirve para nada. La reparación sí. Por lo tanto, cada vez que fallemos, busquemos la “reparación” de lo dañado y aprendamos a ser mejores personas.

Se trata de una aventura apasionante hacia la felicidad y el amor. Todas las personas somos “maravillosas” y “cafres” al mismo tiempo, pero nuestra capacidad de cambiar y amar es también extraordinaria.