Bayonetta & Vanquish, el regreso de dos juegos de acción imprescindibles
Videojuegos
SEGA celebra el décimo aniversario de los dos títulos de culto de Platinum Games con un pack que está disponible desde hoy para PlayStation 4 y Xbox One
Los aficionados a los juegos de acción ya no tienen excusa para no haber jugado a Bayonetta y Vanquish. Coincidiendo con el décimo aniversario de estos dos títulos de culto desarrollados por el estudio japonés Platinum Games, SEGA publica hoy Bayonetta & Vanquish 10th Anniversary Bundle, un pack que reúne ambos en formato remasterizado y que por primera vez permite disfrutarlos en PlayStation 4 y Xbox One.
Esta reedición ofrece las mejoras en cuanto a resolución de imagen y rendimiento que ya pudieron experimentar los usuarios de PC hace dos años con el lanzamiento de Bayonetta en esta plataforma. Ahora bien, para poder disfrutar de ambos juegos con la nitidez que proporcionan las 4K y la fluidez de imagen de los 60fps es necesario disponer de una PlayStation 4 Pro o una Xbox One X.
Más allá del aspecto más limpio propio de la remasterización, esta puesta al día no ofrece más cambios visuales respecto a los títulos originales lanzados hace una década para PlayStation 3 y Xbox 360. El modelado de personajes y escenarios, así como la calidad de las texturas, siguen siendo los mismas de entonces y, aunque el juego no se residente demasiado por ello, en una efeméride tan señalada no hubiese estado de más un lavado de cara más ambicioso.
Parte de la explicación está en que detrás de esta remasterización no está la propia Platinum Games, sino Armature Studio, un equipo de Texas especializado en realizar conversiones. De hecho, que los creadores originales no estén involucrados en esta puesta al día explica la total ausencia de nuevas modalidades o extras. Esto sería un problema si el material de base no fuera lo suficientemente sólido, pero lo cierto es que es difícil ponerle pegas a dos clásicos modernos como los que presenta este pack.
En una industria que evoluciona tan rápido como la del ocio electrónico, diez años son una eternidad, pero hay unos pocos juegos para los que no pasa el tiempo. Bayonetta y Vanquish estarían entre ellos. El primero es el más conocido de los dos. El frenético juego de combates protagonizado por la icónica bruja de nombre homónimo fue un golpe sobre la mesa dentro de los llamados hack and slash, y todavía hoy sigue siendo uno de los máximos exponentes dentro de un género poblado por nombres tan ilustres como los de Devil May Cry o God of War.
Bayonetta es un juego exuberante en el sentido más japonés del término, una historia sobre brujas con pistolas en los talones y ángeles con muy mala baba que se ganó a los jugadores de paladar más refinado gracias a su exquisita jugabilidad. Su alocada historia es solamente la excusa que el diseñador japonés Hideki Kamiya tiene para ofrecernos un patio de recreo en el que poner a prueba las hiperbólicas habilidades de su protagonista. Bayonetta es de esos títulos disfrutable por todos los públicos, pero que solamente revela su verdadera magnificencia a quienes deciden abandonar toda cordura para buscar la partida perfecta.
Vanquish no es tan conocido, pero está al mismo nivel –o incluso por encima– de Bayonetta. Al menos, así lo cree un servidor. En el juego dirigido por el veterano Shinji Mikami (el creador de Resident Evil) los combates aerodinámicos de la bruja de Platinum Games son sustituidos por exotrajes y por el arsenal propio de un juego de acción basado en las coberturas. Es un shooter frenético, con grandes jefes finales, explosivas secuencias de acción y que basa su diseño en el jogo bonito marca de la casa.
Diez años después de deslumbrar con dos propuestas jugables que despertaron a la industria japonesa del videojuego de cierto letargo, Bayonetta y Vanquish llegan a PlayStation 4 y Xbox One para el goce y disfrute de aquellas personas que todavía no hayan podido saborear su propuesta. Es una lástima, eso sí, que dos juegos de su talla no hayan tenido un recopilatorio más trabajado, por eso este recopilatorio no es tanto para los fans de siempre –que igualmente acabarán cayendo–, como para aquellos jugadores que todavía tienen clavada la espinita de no haberlos jugado.