El Arco del Triunfo, uno de los monumentos más emblemáticos de París, quedará envuelto por unas grandes telas, tal y como lo imaginaron los artistas Christo y Jeanne-Claude en 1961. A partir de mañana y hasta el 3 de octubre, todos aquellos que se acerquen a la plaza Charles de Gaulle de la capital francesa descubrirán una imagen insólita del monumento, construido entre 1806 y 1836 a petición de Napoléon.
Christo y Jeanne-Claude idearon esta intervención artística hace seis décadas y ahora se materializa de forma póstuma, puesto que ella murió en noviembre de 2009 y él, en mayo de 2020. El Arco de Triunfo se convertirá durante 16 días en una obra de arte distinta, efímera y con el sello inconfundible de esta pareja de artistas.
El Arco del Triunfo mide 50 metros de altura, 45 de ancho y 22 de profundidad. Debido a sus grandes dimensiones, para cubrirlo se han necesitado 25.000 metros cuadrados de una tela de polipropileno reciclable de color gris metalizado, así como 3.000 metros de cuerda roja del mismo material. Cerca de 140 trabajadores han estado empaquetándolo (algunos son especialistas en trabajar colgados desde gran altura).
Los 14 millones de euros que cuesta la obra están financiados de forma íntegra a partir de la venta de obras originales de Christo como maquetas, dibujos o collages. Y, como todos los proyectos de Christo y Jeanne-Claude, los vecinos y visitantes de la ciudad podrán verlo de forma gratuita y durante todo el día. También podrá verse en directo a través de una retransmisión online.
El proyecto ve ahora la luz, aunque las primeras ideas para envolver el Arco del Triunfo se remontan a 1961 y un año después ya se hizo un fotomontaje sobre cómo podría ser. Christo se fijó en el monumento nada más llegar a la ciudad, pocos años antes, cuando alquiló una pequeña habitación cercana al monumento.
La trayectoria de una pareja artística
Christo Vladimirov Javacheff nació en Bulgaria en 1935 y con solo seis años ya recibió sus primeras clases de pintura. Tras pasar por Checoslovaquia, Austria y Suiza, llegó a París en el año 1958, donde conoció a Jeanne-Claude Denat de Guillebon, que había nacido el mismo día del mismo año en Marruecos.
En 1964 se mudaron a Nueva York, donde se establecieron y vivieron juntos durante 56 años. Christo y Jeanne-Claude formaron un tándem artístico que les llevó a crear instalaciones efímeras de gran tamaño en varios países. Estas obras iban mucho más allá de disciplinas artísticas como la pintura, la escultura o la arquitectura.
A diferencia de los artistas conceptuales, que plasman sus ideas en el papel y dan más importancia al boceto que a la materialización de la obra, Christo y Jeanne-Claude querían hacer realidad sus obras por encima de todo. La única forma de ver su arte era si se construía.
En ese sentido, sus obras eran instalaciones artísticas ambientales, creadas en entornos urbanos pero también rurales, a los que la gente podía acceder libremente y sin tener que pagar para disfrutar de sus obras.
Aunque Christo y Jeanne Claude idearon proyectos que nunca llegaron a materializarse, dejaron un catálogo de obras muy variado, que va desde los primeros objetos envueltos (como un coche Volkswagen) o las primeras esculturas forradas (como las de la Villa Borghese en Roma, Italia), hasta las grandes instalaciones artísticas al aire libre, como cuando cubrieron parte de la costa de Sydney (Australia) o una instalación simultánea de miles de paraguas amarillos y azules en California y Japón.
Arte por todo el mundo
La idea de cubrir monumentos y edificios enteros fue una de las más icónicas de esta pareja de artistas. Entre las grandes obras que hicieron están el Reichstag de Berlín, antigua sede del gobierno alemán, o el Puente Nuevo de París, que también quedó totalmente envuelto.
Pero hicieron mucho más, sobre todo en grandes espacios naturales al aire libre. En Estados Unidos, el proyecto Running Fence en California consistía en una especie de valla efímera construida con telas que recorría 40 kilómetros. Con la obra Valley Curtain levantaron una cortina de grandes dimensiones de color naranja entre dos montañas en Colorado. Y en Miami rodearon con telas rosas once islas de la Biscayne Bay.
En el Central Park de Nueva York montaron más de 7.000 puertas de color naranja y de diferentes tamaños, como si se tratase de puertas japonesas, a lo largo de 37 kilómetros. En Londres (Reino Unido) construyeron The London Mastaba, una escultura temporal flotante de grandes dimensiones en el lago Serpentine de Hide Park, hecha a partir de barriles de color rosa, azul y rojo.