Una de cada siete personas vive sin electricidad. Esto significa que no tienen acceso a una corriente para enchufar y utilizar aparatos eléctricos.
Así, en todo el mundo hay más de 3.000 millones de personas que todavía utilizan combustibles contaminantes para cocinar o calentar su hogar. Si pudieran acceder a una energía sostenible, mejoraría su salud, su economía y su calidad de vida.
Pero tener acceso a la electricidad también puede suponer un problema. En los países desarrollados, la mayoría de electricidad se genera a partir de fuentes de energía no renovable, que son muy contaminantes y tienen graves consecuencias para la salud de personas, plantas y animales.
El petróleo, por ejemplo, es una de las fuentes de energía más utilizadas, pero sus reservas son limitadas y genera muchas emisiones. El petróleo, el carbón y el gas natural son los llamados combustibles fósiles, unas fuentes de energía no renovable que son altamente contaminantes.
La energía no renovable tiene consecuencias negativas para el medio ambiente y es una de las principales causas del cambio climático.
Conseguir que toda la población del planeta tenga acceso a energía y que además sea una energía no contaminante es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados por la ONU.
Alternativas limpias
El proceso para generar energía produce el 60% de los gases de efecto invernadero, por eso es tan importante encontrar otras formas de producir energía que sean más respetuosas con el medio ambiente.
Las energías no contaminantes o limpias utilizan fuentes de energía ilimitadas, que nunca se acaban. Algunas de ellas son la energía solar, la energía eólica (del viento) o la hidráulica (del agua).
Estas alternativas permiten que todos podamos acceder a una energía que nos haga más fácil nuestro día a día, pero sin perjudicar al medio ambiente, ni en el presente ni en el futuro.
Otra buena noticia es que todas y todos podemos ayudar con pequeñas acciones: desenchufando los aparatos electrónicos cuando no los utilicemos, moviéndonos en bicicleta o transporte público, por ejemplo.
También podemos colaborar con asociaciones ecologistas y firmar peticiones para que políticos y empresarios inviertan en energía sostenible, siguiendo el modelo de otros países.
Un cambio de mentalidad
Para cambiar nuestra manera de pensar hace falta romper algunos mitos sobre las energías renovables.
Está muy extendida la creencia de que este tipo de energía es más cara, pero en realidad no es así. Además de disminuir las emisiones de CO2, las energías limpias son más eficientes y reducen la factura de la luz.
Otra de las opciones para reducir la contaminación producida por la energía es el autoconsumo: que los hogares y empresas pequeñas produzcan su propia electricidad través de energías renovables. Si hubiera más edificios con, por ejemplo, instalaciones solares, se generarían enormes beneficios para el medio ambiente y para la ciudadanía.
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