Libia es un país de tránsito para miles de migrantes que quieren llegar a Europa. La gran mayoría huye de conflictos que tienen lugar en países del África subsahariana, mientras que otros simplemente quieren llegar a Europa para tener una vida mejor.
Para todos ellos, Libia es una de las vías más rápidas para entrar en Europa: la costa libia queda a unos 300 kilómetros de las costas italianas, cruzando el Mediterráneo.
Para muchos de estos migrantes africanos, llegar a Libia es un viaje costoso que puede durar semanas, meses e incluso años. Una vez en la costa, los migrantes fletan unas balsas, a menudo muy precarias, con las que cruzan el trecho de mar que separa Libia del sur de Italia.
Muchos no lo consiguen. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en 2017 casi 3.000 personas murieron mientras intentaban cruzar el Mediterráneo. En lo que va de 2018, han muerto 792 personas, según denuncia la ONG Médicos sin Fronteras.
Estos viajes están organizados por grupos cuyo negocio consiste en traficar con los migrantes y refugiados que quieren acceder a Europa.
Son las mafias de tráfico de personas y ganan millones de euros a costa de la necesidad de quienes huyen de un conflicto o los sueños de aquellos que quieren una vida mejor.
Un estado fallido
Estas mafias empezaron a aparecer y crecer en Libia después del cambio de gobierno que tuvo lugar en 2011. Ese año, una ola de protestas se extendió por los países del norte de África y Oriente Medio: la Primavera Árabe.
Este movimiento social provocó el cambio de gobierno en varios países y consiguió derrocar al dictador libio Muamar el Gadafi.
La caída del dictador generó un caos que aún perdura. Siete años después, tres grupos distintos se disputan el poder. Hoy en día, en Libia no existe un gobierno que tenga un control total sobre el territorio del país, por eso se suele decir que es un estado fallido.
La situación de desgobierno facilita que las mafias puedan actuar con impunidad. Al mismo tiempo, la ausencia de unas autoridades con las que dialogar dificultan la actuación de los países europeos.
Para gestionar las inmigración y controlar la llegada de migrantes, la Unión Europea quiere firmar un tratado con Libia, similar al acuerdo entre la UE y Turquía. Según este tratado, el gobierno libio debería frenar la llegada de migrantes a cambio de recibir ayudas de la Europa.
“La Unión Europea ha hecho un acuerdo con una de las tres facciones que dicen ser el gobierno de Libia. Tienen algunos barcos patrullando la costa, pero son muy pocos. Es un acuerdo que ha fracasado”, valora el consultor y analista internacional Sergio Maydeu.
Migrantes en el limbo
Tanto la Unión Europea como el gobierno libio reconocido internacionalmente intentan dificultar el viaje de los migrantes. Como consecuencia, muchas personas quedan atrapadas en Libia y pasan un auténtico infierno.
Según Médicos sin Fronteras, hay unos 700.000 inmigrantes y refugiados en Libia a quienes se ofrece la repatriación, es decir, volver a sus países de origen. Pero después del largo viaje y de todos los obstáculos superados para llegar hasta allí, la mayoría prefiere esperar hasta conseguir el pase a Europa.
Muchos sufren secuestros, sobornos y se ven forzados a trabajar en situación de esclavismo hasta que alguna de las mafias accede a llevarles a Europa, sin garantías de llegar. Por eso gran parte de las embarcaciones de rescate operadas por ONG trabajan delante de las costas de Libia.
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